El Nou Estadi volvió a sonreír. Al menos, lo hizo de forma parcial. Y es que un total de 991 socios de los 1.000 que podían entrar hicieron acto de presencia en el templo tarraconense un año después. El Procicat ha relajado un poco las restricciones por el coronavirus y, una de las medidas, permite la entrada de un millar de espectadores en espacios al aire libre, como lo es el campo del Nàstic.
Algunos de los afortunados que pudieron volver a ver a los suyos en acción se reunieron a las puertas del campo más de una hora antes de la hora programada por el duelo. Dieron calor, siempre intentando respetar las normas anti-covid, y, una vez dentro del campo, animaron como nunca. Los mil contra el Espanyol B parecieron más que los 5.000 que acostumbran a ver al Nàstic habitualmente.
Cada jugada en la cual atacaban los de Toni Seligrat iba acompañada de un aplauso. Cada tiro en portería parecía medio gol y cada vez que el Espanyol B se marchaba hacia arriba, tenía un impedimento detrás en forma de aficionado que no le permitía progresar y acabar las jugadas de la forma deseada. Ahora han sido 1.000 los asistentes, pero todo el mundo se encomendó a que, en la segunda fase, ya puedan ser muchos más.