Árbitro asistente en Segunda División
«Los liniers somos como los porteros, tenemos 3 o 4 jugadas y las tenemos que acertar»
El de Sant Pere i Sant Pau ha pitado 21 partidos y ha conseguido la permanencia en Segunda División
— ¿Arbitrar fue siempre su destino?
— Soy un apasionado por el fútbol. Primero jugaba y después conseguí los dos carnés de entrenador. Después, empecé a pitar y tenía como objetivo llegar a profesional. Aunque lo veía inalcanzable, piqué piedra pasando por todas las categorías y al final lo he conseguido. Hace 20 años que pito.
— Como tarraconense, siempre le toca silbar lejos de la ciudad.
— Yo soy muy nastiquer. De hecho, coincidí mucho con Dani Vidal en los partidos de fútbol base. Ojalá pudiera compartir categoría en Segunda División con el Nàstic, poder analizar los partidos para prepararme sería un 2x1. Están trabajando bien y, tarde o temprano, subirán.
— Esta temporada el Nàstic tuvo una polémica con los árbitros contra el Baleares.
— Vi la jugada y, en mi opinión, el árbitro acertó anulando el gol de Manu García. Es una jugada difícil, incluso a cámara lenta costa de discernir, pero toca la mano. Sin embargo, los árbitros acabamos pagando nuestros errores si fallamos. El de aquel partido ha descendido este año, pero no por aquella jugada. En Vigo, el árbitro que silbó al Villarreal B-Nàstic tampoco subió, a pesar de tenerlo de cara. Al final, ni los equipos ni árbitros suben o bajan por una jugada.
— Este año se ha estrenado en Segunda División. ¿Cómo ha ido la experiencia?
— La adaptación fue difícil porque había un salto de nivel muy elevado entre Primera Federación y Segunda División. El nivel de juego, la velocidad de los jugadores, las cámaras y el funcionamiento del VAR afectan, pero con tres partidos tuve suficiente para coger rodaje. He conseguido la permanencia, que es un objetivo tan importante como cuando subí el año pasado.
— ¿Cómo es trabajar con el VAR?
— A mí me gusta, creo que es una herramienta que hace más justo el fútbol. Otra cosa es como se aplique, porque al final hay personas detrás y las personas nos equivocamos. Antes, cuando cometía un error grave tenía que pasar el luto. Ahora, si me equivoco, el VAR me corrige.
— ¿Favorece las reclamaciones?
— Tenemos un protocolo establecido para saber cuándo tiene que intervenir. Además, los árbitros trabajamos con undelay en el que tenemos que esperar un poco a levantar la bandera o silbar y eso, a veces, no se entiende y provoca reclamaciones. Todo está reglamentado y siempre hay un motivo detrás de cada decisión.
— ¿Qué criterio se sigue para puntuar vuestras actuaciones?
— Cada partido tenemos diferentes tipos de evaluaciones. Primero, tenemos un informe directo de una persona del comité técnico que está en el campo y da su opinión subjetiva. Después, otra persona hace una segunda evaluación por televisión. Finalmente, nosotros tenemos que hacer un autoanálisis después de cada partido.
—¿Cómo es el día a día de un árbitro profesional?
— Ahora, mi trabajo es cuidarme, estar en un buen estado de forma y analizar jugadas. El horario es flexible y me toca pitar cada dos semanas. Los lunes salen las designaciones y una agencia nos gestiona los desplazamientos. La norma general es que tenemos que estar en la ciudad donde pitamos a las ocho de la tarde del día anterior al duelo. Cuando empieza el partido, la intensidad es máxima y hay mucha presión mental. Los liniers somos como los porteros, tenemos tres o cuatro jugadas decisivas y las tenemos que acertar.
— ¿Hay algún error que tenga presente?
— En el partido Ibiza-Albacete, levanté la bandera para decretar un fuera de juego que no era. Yo vi al atacante solo a dos o tres metros de los defensores y anulé la jugada, pero fue un error grave porque perdí de vista a un jugador que rompía el fuera de juego. Es una cosa que puede pasar y, por suerte, el VAR me corrigió. Me marché a casa fastidiado conmigo mismo. Al final, cuando un jugador falla un penalti, el resto de compañeros lo animan, pero cuando falla un árbitro es otra historia: estalla todo.
— La violencia contra los árbitros aparece a cada partido.
— Es un tema que creo que se tendría que poner en el punto de mira. A mí me insultan cuando llego a un campo, cuando todavía no me ha dado tiempo a equivocarme. Lo hemos normalizado porque ha pasado siempre, pero tenemos que mejorar entre todos desde los aficionados hasta los jugadores y entrenadores para que no suceda.