Crónica
Apoyo grana a distancia
Miles de nastiquers se reunió en el Parc Francolí en un ambiente festivo para seguir el partido
Horas antes del comienzo del partido, los aficionados grana ya iban cogiendo posiciones delante de la pantalla en las graderías del parque. Las actuaciones musicales y el servicio de barra amenizaron la previa, bajo el sol y el cielo claro en la ciudad. Los capitanes del Nàstic Genuine, siempre fieles, mostraron también su optimismo de cara al partido.
Los nastiquers se encontraban con amigos y familiares, comentando los peligros del Ceuta con un ademán de nervios y tensión. Los aficionados que llegaban al parque se mezclaban con los que salían de dar un paseo o de sacar el perro. La barra del bar, estrenando nueve vasos serigrafiados con Nàstic Nàstic crida a l'afició, no paraba de servir bebidas con buen ánimo y optimismo.
La organización llevó a cabo juegos de preguntas sobre jugadores históricos y momentos de la historia del club. Los ganadores se llevaron bufandas, banderas y artículos del Nàstic. También se repartieron gorras del punto lila. Una hora antes del silbido inicial, la gradería ya estaba llena.
Al salir la alineación, se comentaba la elección de Dani Vidal. «Ya está bien que guarde a Concha para la vuelta», se oía entre un grupo de jóvenes, mirando el once en el móvil. «Hemos ido esta mañana a poner una vela para el Nàstic a la Catedral. Hemos colgado el vídeo a las redes y hemos flipado con las respuestas de la gente», explicaban Toni e Ivan, con la bufanda de Tarragona al cuello y el sombrero de las fiestas de Santa Tecla en la cabeza.
La única pega en común que se encontraba entre los nastiquers en el Parc Francolí era que la pantalla era un poco pequeña, ya que de pie era un poco difícil seguir la acción.
Como al Nuevo Estadio
Al empezar el partido la gente se amontonaba delante de la pantalla. Se encendían bengalas y el Parc Francolí empezaba a animar como lo hace el Nou Estadi Costa Daurada en los días grandes. Durante los primeros minutos, hubo problemas técnicos a la hora de coordinar el audio de la narración del partido con la imagen. Pero se resolvieron rápidamente por la organización.
Problema solucionado, pero jarra de agua fría entre los nastiquers con el primer gol del Ceuta. Silencio tenso y caras largas durante unos minutos, que después se transformaban en gritos de ánimo.
Los minutos avanzaban y la desazón aumentaba. La afición estaba un poco descontenta con el juego del equipo y ya se sentía alguien que, entre el jaleo, decía que firmaba el 1 a 0.
Con el silbido de la media parte, todo el mundo se dispersó entre los que iban al lavabo o los que iban a buscar un bocadillo para cenar. También, mucha gente llevó su bebida, comida, e, incluso, asiento, de su casa.
Y, de repente, en la segunda parte, llegó el gol grana. La explosión en el Francolí fue descomunal. Épica. Los que estaban de pie saltaban y encendían bengalas. Y los que estaban sentados en las gradas se levantaban y se abrazaban. El grito de gol era unánime.
Incrédulos delante de Godoy
Pero las reacciones todavía fueron mejores al ver la maravilla que firmó Alan Godoy. La chilena repetida hizo poner las manos en la cabeza a la mayoría de nastiquers, sin dar crédito a la imagen que veían a la pantalla.
Les caras serias de la primera parte se destensaron con el gol grana y el ánimo colectivo se recuperó. Una euforia controlada que se rompió con el segundo gol del Ceuta. «¡Siempre nos marca el Rodri Ríos este!», gritaba un aficionado.
Los nervios de los jugadores de Dani Vidal en el césped también se reflejaban 12.000 kilómetros hacia allá, en el Parc Francolí. Y las manos a la cabeza que venían antes por el gol de Godoy, ahora venían a raíz de una ocasión del Ceuta. Y con las centradas en el área de Varo se oían los sustos de los nastiquers. Pero una jugada rompió el desánimo.
La roja del Ceuta se celebró como un gol en el Francolí y devolvió la fe a la afición grana. Con 10 minutos para el final, Rodri Ríos fue muy silbado. Y, de golpe, otra vez, la euforia volvió a explotar.
Todo el mundo se abrazaba, hasta que los nastiquers se dieron cuenta de que el gol se había anulado. Con la repetición, la indignación de la afición grana fue en aumento, al considerar que no era falta en ataque. Las bengalas quemaban mientras el silencio de decepción inundaba el parque. Cada vez más, las granas se impacientaban con las pérdidas de tiempo del Ceuta.
Un final a la altura
Pero la entrega de la afición grana se merecía otro final. Y lo tuvo, gracias al cabezazo de Gorostidi. El grito al celebrar el gol, después de ver la derrota a un palmo, fue liberador para todos los aficionados.
El confeti grana tiñó la negra noche, mientras los gritos de T'estimo Nàstic resonaban en el Parc Francolí. El silbido final se celebró y la afición dio por bueno el empate. Después de sufrir, ver la eliminatoria igualada calmaba los ánimos. La semana que viene el apoyo ya no será a distancia.