Fallida total en Salamanca
El Nàstic cayó en el campo del Unionistas en un partido desastroso en el cual no llegó a competir ni un solo minuto
El Nàstic sufrió una derrota indigna contra el Unionistas de Salamanca. Ayer, los grana no llegaron a competir en l'Estadio Reina Sofía y el conjunto local lo aprovechó para romper su mala dinámica. Ramiro y Mario Losada fueron los encargados para establecer el 2-0 en el marcador y condenar al Nàstic a caer de nuevo en la vorágine de malos resultados de las últimas ocho jornadas.
Dani Vidal repitió la fórmula de la victoria contra la Cultural Leonesa con un único cambio de manera forzada. La lesión de Pol Domingo por una fractura del cúbito izquierdo hizo que Alexandru Tirlea se incorporara al lateral derecho. A pesar de ser los mismos, ayer no se parecieron ni un poco al Nàstic que superó y destrozó la Cultural en el Nuevo Estadio Costa Daurada.
En los primeros minutos se sentó un precedente que marcó todo el partido. Los grana habían salido fríos contra un rival en mala dinámica que tenía la motivación y los argumentos de recuperarse pronto. El peligro llegaba por la banda de Oriol. En la primera acción, Rastrojo consiguió una centrada lateral que Losada remató al punto de penalti. Por suerte, allí estuvo Dufur para evitar que el esférico cogiera dirección a la portería, pero de poco sirvió. El Unionistas presionaba la salida de pelota del Nàstic y los grana mostraron pocas alternativas para solucionar este problema.
Un error en el rechazo habilitó uno nuevo remado de Losada y, poco después, llegó el primer gol. De nuevo, Rastrojo hizo lo que quiso por la banda. El joven extremo llegó a pisar área bajo la atenta mirada de dos defensores grana y llegó a centrar al punto de penalti sin ningún obstáculo. Allí estaba Remiro completamente solo y sólo tuvo que dirigir la centrada con uno remado en el palo largo de Varo.
El gol no fue casualidad, el Unionistas proponía y el Nàstic concedía las ocasiones con una facilidad sorprendente. Después del golpe el Nàstic empezó a carburar gracias a la especialidad de la casa, los córners. De esta manera los grana acercaban el peligro en la portería de Cacharrón. Además, empezaron a reorganizar su juego ofensivo por dentro. Incluso, los grana buscaron el gol con una pasada filtrada de Pablo hacia Jardín, pero esta progresión fue un espejismo que duró cinco minutos.
En defensa, tanto Trigueros como Dufur estaban poco contundentes. Tanto el uno como el otro perdieron pelotas clave con rechazos malos que habilitaron acciones de peligro. Esta falta de contundencia se subrayó en un servicio de portería. Dos hombres del Unionistas se plantaron a la frontal del área para dificultar el juego del Nàstic. Delante de la presión, los grana decidieron arriesgarse y salir en corto y, como no podía ser de otra manera, Dufur tuvo que sacarse la pelota de encima para no perder el esférico. La pelota no salió y el Unionistas aceptó el regalo. Teijeira levantó la cabeza y centró la pelota en el área para dar paso a la tragedia. Entre que Dufur saltó y no llegó y que Alberto Varo salió con los puños y no llegó, Losada remató con la cabeza para marcar el segundo.
El Nàstic intentó reaccionar con un tímido servicio de esquina, pero si la semana pasada todo parecía un cuento de hadas, el partido de ayer fue una película de terror. Pablo Fernández intentó rematar en el segundo palo y en el movimiento recibió un golpe en la nariz que acabó en hemorragia. Con el delantero siendo atendido, el Nàstic tuvo la ocasión más clara del partido. Mario Rodríguez filtró una pelota a Jaume Jardí que chutó con potencia, pero Cacharrón sacó la mano para desviar el tiro.
Pablo volvió sobre el césped, pero la hemorragia no se detenía y Dani Vidal tuvo que cambiarlo. Eso evidenció una carencia clara: el Nàstic no tenía delanteros de reserva. En la primera parte y con 2-0, Vidal dio entrada a Sanz y Gorostidi, a dos mediocampistas defensivos que ofrecieron más músculo para evitar toda una sangría. Con todo, antes del descanso Varo evitó, incluso, lo que podría haber sido el 3-0.
En la segunda parte el guion ya estaba escrito. El Unionistas no arriesgó y el Nàstic ni estuvo fluido, ni fue valiente y ni generó peligro. En el banquillo no había herramientas para dar un paso adelante y, en el césped, tampoco había ideas. Simplemente, los minutos fueron pasando hasta que el árbitro acabó la pesadilla con el silbato final.