Crónica de ambiente
La apoteosis grana se impone
Casi 14.000 nastiquers acompañaron el equipo en una noche festiva y triunfal al Nou Estadi Costa Daurada
Eran las seis de la tarde y ya centenares de personas esperaban la llegada del bus del Nàstic a la entrada del estadio. La charanga amenizaba la espera y, en medio de un fuerte control de seguridad, los nastiquers ya aplaudían cuando veían el bus por la autovía llegando. Los grana animaban para no comerse las uñas de los nervios. «No he dormido nada esta noche. Hace dos días que estoy nerviosisimo», decía Xavi Roig, que venía con todo su grupo de amigos.
El recibimiento a los jugadores fue el de las grandes ocasiones. Bengalas encendidas y bufandas al viento, los nastiquers demostraron a los jugadores que estaban a su lado. Firmes en el camino a la victoria. Joan Oriol y Andy Escudero eran los que seguían con más fervor los cánticos, jugadores y afición unidos.
El Ceuta llegó al Nou Estadi en un ambiente hostil, ya que la afición grana mostraba el malestar por el recibimiento y trato que se dio a los jugadores y los seguidores grana en el partido de ida. La afición ceutí entró en el estadio con un control policial exhaustivo de los Mossos d'Esquadra. En los alrededores del Nou Estadi se hacía difícil caminar y la barra se llenaba de actividad. No se había registrado una entrada así esta temporada. Dentro del estadio, la entrada de aficionados era un hormigueo constante desde que se abrieron las puertas.
Los seguidores se encontraban con unos aplaudidores con el lema a seguir durando todo el partido: ¡‘Fins al final’! Más de una hora antes del pitido inicial. Un dj con aires ibicencos intentaba aligerar la tensión previa al partido más importante del año. ¿«Te importa sentarte allí»?, se escuchaba en un lado del Gol Sur.
A pesar de estar las entradas numeradas, los nastiquers negociaban entre ellos intercambiar asientos para poder estar con su gente sentados. Sobre todo en el caso de los socios. ‘La il·lusió de la meva terra, és l'orgull de la meva ciutat’, lucía el tifo al gol de montaña. El Ambiente festivo y de gala inundaba las graderías minutos antes de empezar el partido. La estampa a la salida de los jugadores era de otra categoría.
El Nou Estadi rugía y ya había marcado el primer gol antes de empezar. El ruido era estridente. La tensión y los nervios en los primeros minutos hacía que se mezclaran cánticos entre diferentes sectores del estadio. Y también hacía protestar cada acción arbitral, por pequeña que fuera.
Pasaban 15 minutos del partido y todavía entraba gente en el campo, sobre todo en Lateral. Después de unos minutos de sufrimiento con las aproximaciones del Ceuta, llegó el gol grana. El Nou Estadi explotó en un grito de pasmo unánime. Todo el mundo se abrazaba y sonreía, previendo la recompensa un poco más cerca.
Pero no iba a llegar tan fácil. Los aficionados grana animaban a Gorostidi para que retornara al campo después de notar la lesión. Aunque veían resignados que el autor del empate agónico en Ceuta no podría volver al verde. Los minutos siguientes fueron calmados. Hasta la maravilla de jugada individual de Joan Oriol y el gol grana. Durante las celebraciones, diversos aficionados ceutís protestaron por unos supuestos gritos y gestos racistas de un aficionado a la zona de lateral. Señalaron a las fuerzas de seguridad, que tuvieron que actuar en la zona.
En medio de esta situación, llegó el descanso. Necesario tanto en el césped como en la grada. Un show de música y bailarines amenizó el descanso. La segunda parte arrancó calmada en la gradería, como si los aficionados necesitaran recuperar las fuerzas utilizadas en la previa y en el primer tiempo.
Pero sólo hacía falta una falta no pitada a favor del Nàstic para que la afición se volviera a conectar, sabedora de lo que había en juego. Los goles se respondían los cánticos y los dos primeros cambios de Dani Vidal fueron despedidos y recibidos con todo el estadio de pie aplaudiendo. El nombre de Varo también se coreó.
Y, de forma aislada, llegó el gol del Ceuta. Durante unos segundos, se escuchó el estallido de alegría de los visitantes, pero el estadio volvió a apretar y animó los suyos. Y con el penalti no pitado Godoy y la roja a Dani Vidal, los nastiquers reventaron en rabia. ¡«No nos han pitado ningún penalti en toda la temporada»!, clamaba a un hombre.
La afición protestó contra un arbitraje que consideraba malo. El Ceuta crecía y los silencios con sus ataques cada vez duraban más entre los grana. Los pitos contra las ofensivas ceutís eran mayúsculos y las paradas de Varo se celebraban como goles. ¡«No pasa el tiempo»!, decía una chica joven mirando al marcador.
Pasaban los minutos y la tribuna cada vez se impacientaba más con los ataques visitantes y las decisiones arbitrales. Faltaban cinco minutos y las luces de los móviles en las graderías se encendían, en una imagen de concierto.
Los últimos minutos se vivieron de pie, en un estado de agitación no apto para corazones sensibles. Nadie podía estar quieto, no quedaban ya uñas para morder. Un clima de apoteosis grana que se destapó todavía más con el pitido final. Todo el mundo latía al mismo ritmo, impulsados hacia el ascenso tan deseado. La apoteosis grana se impuso y mucho pocos se marchaban después del final. Querían celebrar la victoria con los jugadores, cantando y botando. Pero tampoco se podía llegar muy tarde a casa. El desfile de aficionados grana, contentos, contrastaba con la tristeza de los aficionados ceutís, después de un largo viaje para acompañar el equipo. El infierno grana fue demasiado para ellos. Málaga espera.