Empate insípido (1-1)
El Nàstic se mostró verde en el primer partido de liga en un Nou Estadi vacío que sólo animó Jaume Jardí con un golazo
Todavía queda trabajo para hacer. El Nàstic de Tarragona empezó la temporada con un empate insípido contra el Ourense en el primer partido de la temporada sin público en el Nou Estadi. Los grana se mostraron verdes, espesos en ataque a la hora de generar jugadas y con nerviosismo e incertidumbre en defensa para defender las acciones del conjunto gallego. De hecho, la única manera que encontraron los grana para mover el marcador fue a través de un auténtico golazo de Jaume Jardí, mientras que el Ourense empató con una jugada en la cual la falta de contundencia grana hizo daño. Eso acaba de empezar.
El Nàstic de Dani Vidal volvió a la rutina, pero con una diferencia importante. El once grana pisó el césped de un Nou Estadi Costa Daurada completamente vacío. Sin público, el ambiente fue totalmente diferente. Los cánticos de ánimos, los gritos de Hasta el Final y los aplausos dieron paso al ruido del funcionamiento de un equipo de fútbol. Les instrucciones de Dani Vidal, así como los comentarios de los futbolistas se convirtieron en el sonido ambiente.
El primer once de la temporada ya se estableció en los últimos partidos de pretemporada con Antoñín y Pablo en ataque y Leal y Dufur en la retaguardia. Les bandas eran territorio de Víctor Narro y Jaume Jardí, sin un David Concha sancionado.
El Nàstic fue el primer equipo que dio un paso adelante. Los grana salieron con la intención de imponerse al Ourense, un rival que debutaba a la categoría. La primera acción fue de Víctor Narro, con una centrada que se envenenó cuando Marqueta erró a la hora de atraparla y lo tuvo que hacer en dos tiempos. El portero del Ourense era muy vocal. Le gustaba salir de su área para dar instrucciones y lo acabó pagando caro. De momento, el Nàstic avanzaba por las bandas, pero sin acabar de rematar entre los tres palos.
En la otra área, la Ourense plantaba cara en unos Antonio Leal y Unai Dufur que no se mostraban cómodas. El delantero Di Renzo era un problema, superaba casi todas las pelotas divididas. Además, algunos errores a la hora de calcular las acciones defensivas acabaron con una tarjeta amarilla en Leal.
Después de los primeros minutos, el partido entró en una tregua tensa. El Nàstic dominaba, pero tampoco conseguía crecer a campo contrario ni con juego directo y ni con juego asociativo. Por otra parte, el Ourense intentaba sorprender, pero sin llegar a hacer tres pasadas. Era el primer partido de la temporada y se notaba a nivel de tono físico y táctico.
Esta tregua sólo se podía romper con magia, y allí apareció Jaume Jardí. El reusense estrenó el dorsal 10 por la puerta grande. Una pelota quedó muerta en medio del campo después de la lucha de Antoñín y Jaume Jardí no dudó. El 10 alzó la cabeza, vio Marqueta adelantado y remató a puerta. Desde el medio del campo, el obús fue teledirigido en la portería sin que el portero lo pudiera evitar. El primer gol de la temporada no podía ser otro que un golazo.
El Nàstic pudo matar el partido poco después. Pablo hizo el más difícil. Después de una centrada de Narro, el asturiano se deshizo de su defensor para plantarse ante el portero. Con todo, el remate posterior se estrelló contra el portero rival.
El partido fue al descanso con el Nàstic por encima en el marcador, y también en posesión, pero no eran buenas las sensaciones sobre el césped, al equipo le faltaba una marcha más.
La segunda mitad empezó como la primera. Esta vez, la acción la protagonizó Antoñín. La nueva grana centró, pero el tiro lo desvió a un defensor con la mano dentro del área. El árbitro consideró que era involuntaria.
El Ourense movió banquillo. La realidad es que era escasa. Sólo había 5 jugadores para 5 cambios, y uno de estos era el portero. Además, tampoco disponían de fisioterapeuta y siempre que se necesitaba, era el del Nàstic quien salía a atender a un jugador del Ourense. Entró Carbonell, y el impacto fue casi inmediato.
La incertidumbre defensiva volvió a aparecer. Una tímida centrada lateral se convirtió en toda una pesadilla. Primero, el tiro se paseó por el área grana sin que nadie la tocara i el Ourense la mantuvo con vida. Muerta dentro del área, Carbonell la soltó con potencia para perforar la portería de Varo. La poca contundencia defensiva se pagó con el gol.
El empate dio energía al Ourense, pero el Nàstic aguantó el tipo como podía. Con el paso de los minutos, fue el Nàstic quien se quedó sin recursos. Marc Fernández, que había entrado del banquillo, se lesionó y obligó a Vidal a hacer inventos con Óscar Sanz de central y Nil de extremo izquierdo, con Mario y Pablo en la punta.
Con todo, no había manera de jugar con criterio. El Nàstic no generó, no creó peligro, no estuvo fluido y no estuvo contundente en defensa. El Nàstic se mostró muy verde y sin recursos. La maldición de los inicios de liga vuelve a empezar.