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Victoria milagrosa en Urritxe (0-1)

El Nàstic ganó en el último minuto contra el Amorebieta gracias a un gol de penalti de Joan Oriol

Unai Dufur rehusando una acción de peligro del Amorebieta.Amorebieta

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Los milagros pasan. El Nàstic de Tarragona se llevó la victoria en el último minuto gracias a un penalti que transformó a Joan Oriol. 539 días después, los grana pudieron disfrutar de una pena máxima que dio los primeros tres puntos al equipo después de un partido gris y luchado contra el Amorebieta.

El inicio, sin embargo, no fue tan dulce como el desenlace. Dani Vidal decidió dar un giro al once inicial con un cambio de sistema incluido. Los grana establecieron uno 4-3-3 con Marc Montalvo estrenando titularidad y Antoñín como sacrificado en el banquillo.

El entrenador grana apostó por añadir a más hombres al centro del campo como una medida para contener el despliegue del Amorebieta. El conjunto de Julen Guerrero, a pesar del mal inicio de liga, se mostró como un equipo protagonista y que proponía desde el juego asociativo, y así lo dejó claro desde los primeros minutos. El Amorebieta fue más fuertes en los primeros minutos, dejando en el Nàstic relegado en tareas defensivas. Con todo, los grana también tuvieron alguna pequeña internada a través de Víctor Narro, que hizo lo más difícil, colarse hasta el área pequeña, pero un defensor lo pilló y bloqueó su remate.

En la otra área el Nàstic estaba sufriendo la velocidad del Amorebieta. No a nivel físico, sino en el juego asociativo. Con Pipi Nakai como director de orquesta, los vascos buscaban la espalda de los grana y concentraban el juego en el área de Varo. Los efectos de este asedio fueron una amarilla en el minuto 10 para Antonio Leal para evitar uno mano a mano y varios chutes desde el exterior.

Los de Julen Guerrero colgaban pelotas en el área e, incluso, tuvieron tres córners consecutivos, pero no conseguían ningún remate claro entre los tres palos. Además, el juego fue un poco trabado en los primeros minutos cuando el árbitro, Román Román, castigó cualquier contacto de la presión grana con pequeñas faltas. Eso dejó el Nàstic frenado sin pelota y más precipitado con el esférico durante el primer tramo del partido.

Lo que no se podía conseguir con jugadas individuales, el Nàstic lo hizo con la pelota parada. Gorostidi y Jardín, lanzadores oficiales, abrieron la lata transformando una falta casi a la mitad del campo en una centrada en el área que Pablo remató por encima del travesaño. Poco después, los grana cambiaron de jugada para generar una nueva ocasión. Jardí envió el esférico a Narro que, de espuela, dejó la jugada muerta a la frontal y Joan Oriol chutó por encima de la portería.

Aunque fueron erradas, las ocasiones sirvieron para reactivar al conjunto grana. El partido se abrió y el Amorebieta no se quedó atrás. Carbonell rompió líneas con velocidad y Hervías respondió la reacción grana con un chute desde la frontal que Varo paró. Poco después, un error de Joan Oriol acabó con una transición que Coulibaly cerró con un remate tímido.

La última ocasión de la primera mitad fue del Nàstic. Óscar Sanz, como es habitual transformó un servicio de lado en una centrada en el área. Pablo Fernández alargó la jugada peinando la pelota en el primer palo y, en el segundo, Antonio Leal buscó el remate a puerta, pero fue desafortunado y salió fuera.

Sanz de central

A la reanudación Dani Vidal hizo un cambio táctico. Antoñín salió para volver al sistema de dos delanteros mientras que Antonio Leal, sancionado con una tarjeta, se quedó en el banquillo. El protagonista, sin embargo, fue Óscar Sanz, que se trasladó al eje de la defensa.

Los primeros minutos del segundo tiempo transcurrieron con energía. Los dos equipos querían ser los protagonistas, y eso se trasladó al césped con una lucha constante y en ocasiones poco claras. Con el paso de los minutos, el partido se ensució, de la misma manera que el campo. El partido se trabó con dos equipos alternándose la presión y la posesión mientras que el césped, poco a poco, se quedaba casi impracticable con la aparición de hoyos que dificultaban el juego.

En este caos, el Amorebieta salió favorecido. Dani Vidal buscó mover el partido haciendo debutar a Álex Jiménez, pero la mala fortuna hizo que, poco después de entrar en el terreno de juego, provocara una falta peligrosa al vértice del área grana. Julen Jon Guerrero, hijo del técnico rival, se encargó de rematarla y Alberto Varo tuvo que volar para evitar el golazo del vasco.

Con los cambios, el Amorebieta mejoraba y empezaba a proponer más que el Nàstic, pero se chocó con Óscar Sanz. El jugador grana fue el protagonista absoluto del partido. Formó una pareja de centrales imperial con un Unai Dufur que volvió a transmitir la seguridad de la temporada pasada. Además, Sanz también ganó importancia gracias a los potentes servicios de lado del mediocampista.

539 días después

En los seis minutos de añadido el Nàstic atacó con más con el corazón que con la cabeza, sin embargo, en estos momentos es cuando la magia aparece. Marc Fernández protagonizó una transición y vio cómo Joan Oriol ganaba la espalda del central rival. El capitán recibió la pasada y Carbonell lo tiró al suelo. El árbitro lo tuvo claro. Era penal. Era un milagro. 539 después, casi un año y medio después del anterior, el Nàstic disfrutó de un penalti a favor.

Joan Oriol no erró y, engañando al portero, marcó el 0-1 para dar la primera victoria de la temporada al Nàstic.

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