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En el Nou Estadi, el Nàstic sonríe (2-0)

Marc Fernández y Antoñín asustaron a los fantasmas con una gran victoria contra el Osasuna Promesas ante la afición

Víctor Narro durante el partido contra el Osasuna Promesas.Gerard Martí

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En casa, el Nàstic sonríe. El conjunto de Dani Vidal sumó la tercera victoria consecutiva al estadio. Fue un triunfo medicinal. Después del golpe contra el Arenteiro, los grana necesitaban sumar tres puntos para desbaratar fantasmas. Osasuna Promesas fue la víctima de un Nàstic crecido que recuperó su mejor versión con goles de Antoñín y Marc Fernández y que supo cerrar el duelo con tranquilidad.

El Nàstic y Dani Vidal necesitaban la victoria. No había más. Después del desastre contra el Arenteiro, la conjunta grana tenía que reaccionar delante a la afición. Quizás por eso, en los primeros minutos, los nervios aparecían entre las filas grana. Los tarraconenses consiguieron la posesión, pero los ataques eran demasiado tímidos por la izquierda, donde había Víctor Narro.

Después de diez minutos de rodaje, el Nàstic empezó a crecer con la pelota. Los de Dani Vidal acumulaban córners y Joan Oriol consiguió el tercero gracias a un remate potente desde la frontal. Los grana necesitaban recuperar la esencia de la última temporada, tanto en defensa como en las jugadas de estrategia. Y, en el momento de necesidad, la magia surgió.

Como las jugadas de papel y boli de la temporada pasada, Ander Gorostidi centró en el segundo palo. Allí estaba Pablo Fernández, quien, hábilmente, se había deshecho de su marca. El asturiano ejecutó un tiro cruzado con la cabeza que Marc Fernández desvió para enviarlo al fondo de la red. Que el chute de Pablo acabara en el fondo de la red o no, siempre será un misterio, pero, ahora mismo, había que asegurarse. Y así fue.

El gol dio alas en el Nàstic. Los grana insistían buscando el segundo, y el protagonista fue el de siempre. Víctor Narro. Esta vez le tocó recibir la centrada. El extremo la recogió en el segundo palo y soltó para enviarla directa a la portería, pero Valencia la tapó en el palo corto.

El Osasuna Promesas no dominaba la posesión, pero sabía utilizar sus armas para crear peligro y estas eran generar duelos por las bandas y buscar las centradas. Lo único que encontraron es a un Joan Oriol enchufado, preparado para repeler ninguna acción antes de que sucediera.

En la otra portería, el Nàstic insistía buscando el segundo. Primero lo probó Pablo con un remate acrobático que salió fuera y, después, el protagonista fue Álex Jiménez. Esta fue la primera titularidad del andaluz y la aprovechó. Jiménez presionaba sin descanso. Cada pelota era una guerra que estaba dispuesto a luchar. Generaba duelos y los ganaba y, en uno de estos, se coló hasta el área pequeña para buscar un remate que un defensa le bloqueó.

Después de minutos con dominio del Osasuna Promesas, el Nàstic pudo cerrar la primera parte con una gran ocasión. Los grana ejecutaron un contraataque de pizarra. Álex Jiménez puso en marcha la jugada y Marc Fernández se convirtió en el timón para redirigir la jugada hacia Víctor Narro. El extremo había ganado la carrera por la banda y, ante el portero, ejecutó una centro-chute envenenado que no entró dentro por milímetros.

A la segunda mitad, el Nàstic tuvo la ocasión de matar el partido pronto. Álex Jiménez atrapó un error en la salida de la pelota del Osasuna Promesas y se plantó solo delante de Valencia. El delantero intentó superarlo con un sombrero, pero salió por encima de la portería. Los grana perdonaron, y los navarros lo aprovecharon al ataque. Con todo, esta vez se encontraron un Nàstic diferente, más atento y más seguro bloqueando los tres tiros consecutivos que tuvieron desde la frontal.

A pesar de la presión visitante, los grana no se hicieron atrás. Si, no todo el contrario. Marc Fernández tuvo uno mano a mano con el portero que erró, pero el segundo llegó pronto. Antoñín hizo de revulsivo y de la mejor manera posible. Pablo Fernández lideró un contragolpe por la derecha. El asturiano estaba generoso y sirvió la segunda asistencia del duelo con un centro preciso que Antoñín empujó al fondo de la red.

Aparte de asistente, Pablo también fue salvador, porque, con el Nàstic aguantando detrás, sacó el posible 2-1 de la línea en defensa.

El Nàstic se mostró cómodo con la pelota, Jaume Jardí seguía trenzando jugadas y los grana dejaron morir el partido con calma, sin sufrir, para sumar la tercera victoria consecutiva en casa. Este es el Nàstic de Tarragona de verdad.

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