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Como en casa en el Johan Cruyff (0-2)

Pablo Fernández y Jaume Jardí pusieron los goles en un partido redondo del Nàstic en ataque y en defensa contra el Barça Atlètic

Imatge del partit d'aquest diumenge

Imagen del partido de este domingoNàstic de Tarragona

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Como en casa, en ningún sitio. El Nàstic de Tarragona desactivó ayer al Barça Atlètic en un partido redondo en ataque y en defensa. Los más de 300 aficionados grana hicieron sentir al Nàstic como si fuera el Nou Estadi y los de Dani Vidal jugaron como si estuvieran en Tarragona. Pablo Fernández y Jaume Jardí pusieron los goles de un equipo letal a las primeras de cambio que cerró la portería a cero con seguridad.

El Nàstic y el Barça Atlètic chocaron muy pronto por el plan de partido. El filial azulgrana buscaba el control de la pelota, mientras que los grana exhibieron su poder en la presión. De esta manera, los de Dani Vidal se mostraron cómodos a pesar del dominio inicial de los barceloneses.

Poco a poco, los tarraconenses crecían con la pelota, pero el duelo se mantenía estático. Pablo Fernández rompió el hielo con un tiro cruzado muy desviado, pero que destapó la botella del juego grana y Antoñín aceleró el ritmo. El delantero grana se trabajaba sus propias ocasiones.

Con la pelota, arrancó con un autopase largo que, en caso de salir bien, se habría quedado solo delante de Astralaga, pero Mbacke desvió la pelota a córner. Esta segunda opción le vino bien al Nàstic que, probando la táctica Sant Magí, envió el esférico al primer palo.

El filial azulgrana rehusó la pelota, pero la acción quedó viva en los pies de Víctor Narro. El mago del Nàstic volvió a tocar la varita y, al ver a Montalvo desmarcado después de ganar la posición en el córner, filtró una pasada hacia el mediocampista de Riudoms. Montalvo no perdió la calma, levantó la cabeza para analizar la situación y centró milimétricamente hacia el segundo palo. Allí, una figura se alzó sobre el resto. El de siempre, Pablo Fernández, saltó para rematar con la cabeza a la escuadra y marcar el primer gol del partido. De nuevo, la mejor cabeza de Primera Federación apareció.

El plan de partido de Dani Vidal se impuso. El gol fue el detonante para cambiar la tendencia y el Nàstic fue el dueño y señor del partido. Los grana tomaron las medidas a los azulgranas y los mataron en las transiciones. Víctor Narro empezó el primero con un remate desde la frontal que Astralaga paró. Sin embargo, ya se había abierto una autopista por la banda derecha y no había ninguna retención.

Esta vez el contraataque lo protagonizó Antoñín. El andaluz aguantaba las faltas del Barça y no dejaba morir la jugada. Como un ensayo de rugby, Víctor Narro y Jaume Jardí lo acompañaron en paralelo. Una vez en la frontal, Antoñín le cedió el testigo a Narro. Este avanzó unos metros y se sumó una asistencia más en su casillero. Jaume Jardí se encargó de acabar la jugada y, delante de Astralaga, no erró para poner el 0-2.

El Barça Atlètic se fue del partido y eso se tradujo en una entrada muy fea de Mbacke sobre Óscar Sanz. El central azulgrana podría haberle hecho mucho de daño al mediocampista grana y el árbitro castigó la acción con una amarilla que bien podría haber sido una roja.

Los grana estaban en su salsa. Estaban como casa. En defiensa, Pol Domingo volvió a su máximo exponente para tapar todas las acciones posibles. Las pocas que se filtraron, como un tiro cruzado de Unai Hernández, acabaron en manos de un Alberto Varo que también tuvo tiempo para driblar algún defensor rival. Antes de acabar la primera mitad el Nàstic podría haber marcado el tercero. De nuevo, Antoñín rompió el ritmo de la defensa azulgrana con una arrancada y se plantó delante de Astralaga, pero el tiro fue bloqueado.

Los grana salieron fuertes en la reanudación. Antoñín, con una buena triangulación con Narro y Jardí y el mismo extremo reusense tuvieron dos ocasiones para marcar el tercero. El gol, sin embargo, no llegó y el partido cambió. Por necesidad, el Barça Atlètic hizo un paso adelante, pero el Nàstic no se encogió. La línea defensiva se mantuvo férrea y desactivó a la perfección todos los ataques azulgranas.

Marc Fernández y Tirlea pudieron poner la guinda en el pastel, pero no fue posible. Con todo, la fiesta grana en el estadio Johan Cruyff fue grande. El estadio latió de grana en un partido redondo.

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