Los arqueólogos ratifican la existencia de la bodega más antigua de Cataluña en el Coll del Moro
El alcalde de Gandesa pide al Departamento de Cultura una financiación que garantice la continuidad de estos trabajos
Un equipo de arqueólogos de todo el Estado, dirigidos por la Universitat de Barcelona y el Institut Català de Arqueologia Clàssica (ICAC), han llevado a cabo una tercera campaña anual consecutiva de excavaciones en el poblado ibérico del Coll del Moro de Gandesa donde el año pasado descubrieron la almazara de vino más antigua de Cataluña, fechada del siglo III aC.
Los trabajos de este año, que han durado tres semanas, han ratificado que la almazara forma parte de un complejo vinícola donde hay grandes estructuras de almacenaje, poco comunes por su forma de ábside en la época íbero. Esta «bodega» forma parte de una zona de manufactura industrial donde también se confeccionaba el textil. Los arqueólogos también han delimitado la que podría ser la zona de viviendas en una tercera terraza del asentamiento. Paralelamente se ha iniciado un estudio químico de los sedimentos para encontrar residuos de mosto u otros restos de la actividad de elaboración del vino.
Como ya habían documentado trabajos previos de los años 90, siguen apareciendo vestigios de talleres textiles. En esta campaña, que ha durado del 11 al 28 de octubre, los arqueólogos también han podido delimitar una tercera terraza con habitáculos que podrían tener funciones diferentes y que podrían pertenecer a la vida doméstica del yacimiento, que todavía se desconoce donde estarían ubicados. Otra de las novedades que ha destacado Carme Belarte, investigadora del ICAC y codirectora de la excavación, es una especie de «calle» que se ha podido excavar entre los dos bastiones donde se trabaja. «Es un espacio de circulación donde hemos documentado estructuras de piedra que nos permitirían establecer un sistema de cierres, una especie de puerta para entrar y salir, con áreas empedradas como si fueran aceras. Las calles son mal conocidas en los poblados ibéricos porque no se excavan y eso nos permite entender cómo funcionaba la estructura del asentamiento», ha dicho Belarte.
Además, se ha iniciado una serie de analíticas de química orgánica en los restos de la almazara y de los edificio anexos para ver si hay «residuos» de las actividades productivas que se llevaban a término allí, como puede ser mosto. «Estas actividades pueden quedar en forma de aceites o residuos entre el banquillo o la almazara y se han tomado muestras para la posible certificación de diferentes actividades en los edificios anexos», ha detallado Rafel Jornet, codirector de las excavaciones. La analítica la hace la Universitat de Barcelona (UB). «Se cogen parte de los sedimentos que había encima y entre las estructuras para comparar los valores en futuras analíticas. Depende de qué tipo de material había encima de las estructuras se puede seguir un rastro y determinar si es de producción de vino o de otras manufacturas», ha dicho Jornet. El profesor de la UB no descarta que se puedan conocer los resultados dentro de un año.
En la excavación se ha encontrado mucho material arqueológico cerámico, alicates grandes por almacenaje, una serie de elementos de vajilla y alguna importación proveniente de la península itálica, un hecho que certifica el abandono y la destrucción general de este yacimiento de Gandesa alrededor del año 200 aC.
El alcalde de Gandesa, Carles Luz, delante de la relevancia de los hallazgos, ha pedido al Departamento de Cultura una financiación que garantice la continuidad de estos trabajos que sólo tienen cerrado un acuerdo por una cuarta campaña de excavaciones. «Hace falta que la Generalitat contemple una dotación económica importante para que los trabajos puedan continuar porque la importancia es evidente. Es cierto que el ICAC y la universidad hacen buena trabajo pero las limitaciones son las que son», ha defendido.