Octavi Serret, librero del Matarranya: «Cuando un cliente entra por primera vez, ya sé qué libro le interesará seguro»
El propietario de la emblemática Llibreria Serret de Vall-de-roures acaba de recibir la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya
Hay una imagen icónica que después de 35 años se ha ido marcando a fuego al ideario de mucha gente hermanada del Matarranya (Aragón) y de la Terra Alta, en el sur de la Franja de Poniente. Es la imagen del pequeño fortín de libros donde se resguarda Octavi Serret, el mostrador desde donde uno de los activistas culturales más importantes del territorio convierte «posibles clientes en discípulos» y transforma su librería en el muestrario donde la cultura ebrense y aragonesa se dan la mano entre grandes nombres de la literatura, novedades editoriales, material escolar, prensa o revistas. La Librería Serret de Vall-de-roures acaba de ser distinguida con la Creu de Sant Jordi del Govern de la Generalitat de Catalunya y su propietario todavía digiere, días después del anuncio, el agradecimiento y la emoción de recibir uno de los reconocimientos más importantes que se entregan al otro lado de su frontera administrativa. La Creu de Sant Jordi puede servir, quizás, para poner el foco de las instituciones aragonesas en el trabajo de un picapedrero de las letras y la cultura que ha resistido cerca del río Matarranya.
Mientras sigue atendiendo a sus clientes, organizando jornadas literarias, firmas de libros y premios de literatura rural, mientras propone reseñas y críticas a su blog y su web y gestiona el Club de Lectores que ideó para «salvar» la librería, Octavi Serret no puede esconder el entusiasmo y la emoción por la última de las distinciones que ha recibido, la Creu de Sant Jordi del Govern de la Generalitat de Catalunya. «Es 'lo' máximo. Impresionante. Fuertísimo», ha exclamado el librero.
Nunca se había planteado recibir tanta gratificación por un trabajo que empezó, con absoluta vocación, el año 1983. Cuando abrió la Llibreria Serret, «sólo pensaba en hacer las cosas de la mejor manera». «Es lo que todavía hago. Soy bastante tozudo a pesar de voy a la mía. Mi planteamiento siempre ha sido dar a conocer nuestra cultura en Aragón», ha explicado Serret.
Persistencia
Pero el camino no ha sido, ni es, fácil. La reticencia de las instituciones y buena parte de la ciudadanía aragonesa a reconocer la lengua catalana como a propia y la obcecación a rehusar todo aquello que pueda identificarse con la cultura de Cataluña, ha sido una de las paredes con que ha chocado el trabajo del Octavi Serret. Él, sin embargo, tampoco se ha rendido nunca.
Aparcada la polémica denominación de LAPAO (Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental) al habla de la Franja de Poniente y con la comarca del Matarranya autodeclarada recientemente, con consenso político amplio, como «zona histórica de habla catalana», la situación se ha relajado. «Estamos en un momento óptimo», ha celebrado al librero de Vall-de-roures. Pero ahora y antes, con tensión política o sin, Serret ha querido contribuir a la normalización del catalán en el Aragón ofreciendo, de los libros las dos versiones, la castellana y la catalana. «Es cuestión de hacerlo lo más normal posible y que la gente entienda que puede disfrutar leyendo en su lengua, que no pasa nada para hacerlo», ha defendido.
Supervivencia
Serret también ha agradecido que la distinción de la Creu de Sant Jordi para su establecimiento llegue en un momento profesional más desvagado. Después de un año 2016 muy complicado en el cual, incluso, vio peligrar la continuidad del negocio, Serret se siente con las pilas cargadas para seguir adelante gracias al apoyo que le representa la distinción de la Generalitat. Quiere celebrarlo con cada uno de los autores que pasan por su pequeño templo librero, quiere hacer una fiesta de cada uno de los actos que llenan uno agenda envidiable pero insistentemente trabajada. Y lo quiere culminar en verano con un encuentro de más de 300 autores en su casa.
Pero entre proyectos e ideas, el Octavi Serret tiene cuello abajo que su futuro está «dentro» de su librería de Vall-de-roures aunque, con cierta tristeza, sepa que no tendrá relieve generacional. «Es un trabajo que sólo puedo hacer yo. Tampoco lo quiero para mis hijos. Se tiene que dedicar muchas horas y hay que estar muy implicado», ha reconocido.
Y es que más allá de la formación, de los conocimiento literarios y de la pasión por las letras, Serret ha defendido que, para ser un buen librero, hace falta «una visión comercial». «No es muy habitual pero soy un librero que asalto al cliente y le hago entender que tiene que comprar un libro, aunque no se lo haya planteado,» ha apuntado. Mucha gente del territorio puede dar fe de esta afirmación. Mucha gente del territorio han encontrado en Serret la puerta de su particular 'País de las Maravillas'. «Cuándo un cliente entra por primera vez en mi librería, él no lo sabe, pero yo sé qué libro le puede interesar y sé que le interesará seguro», ha sentenciado el librero del Matarranya.