Los ayuntamientos estudian qué uso dar a las coeteres del delta del Ebro protegidas
Los expertos recuerdan que estos edificios singulares, doce de los cuales catalogados como en BCIN, ayudan a entender y explicar a la vida rural en el espacio natural
Como dar nuevas utilidades, aprovechar etnológica y turísticamente las coeteres del delta del Ebro, doce de las cuales han estado recientemente declaradas como Bien Cultural de Interés Nacional. Este es el objetivo que se plantean los ayuntamientos y los propietarios de estos edificios singulares, construidos entre los años 50 y los años 70 con el objetivo de evitar las tormentas de otoño que podían estropear la cosecha de arroz en el Delta. Aunque sólo una docena cuentan con la figura de máxima protección del patrimonio catalán, hay documentadas 38 coeteres en la zona. La Generalitat cree que el reconocimiento, precisamente, tiene que servir para darles una nueva utilidad, como crear rutas turísticas, lúdicas o de divulgación y recuerda que anualmente habilita una línea de ayudas para recuperar edificios protegidos. Los consistorios deltaicos planean integrarlas en los nueve proyectos turísticos u otros ya existentes.
«Sería fácil hacer un itinerario, rutas para senderismo. Puedes hacer actividades lúdicas o divulgativas que nada tengan que ver con el patrimonio», ha subrayado el director general de Cultura Popular, Associacionisme i Acció Cultural, Lluís Puig, en el acto de presentación de la declaración de protección de las coeteres que ha tenido lugar este martes por la mañana al Museu Terres de l'Ebre de Amposta y que ha servido para entregar a los consistorios los diplomas acreditativos. Se trata de un activo, además, que permite dar un «discurso conjunto de territorio» a partir de este patrimonio. «Se puede hacer lo que sea para darle nuevos usos: es la mejor manera de que no caiga al suelo», ha resumido, haciendo un paralelismo con la cura de los bosques. En este sentido, la Generalitat abre anualmente una convocatoria de ayudas porque ayuntamientos o particulares puedan actuar en los monumentos o edificios, sea para reformarlos o salvaguardarlos, que cuentan con la catalogación de BCIN, la más alta reconocida en Cataluña.
El Ayuntamiento de Amposta, con dos coeteres protegidas y varias más dispersiones por su término municipal, ya ha mostrado su voluntad de preservar estas construcciones y poderlas integrar en algunos proyectos que las permitan abrir al turismo y el público en general. Este por ejemplo será el caso de algunas de las coeteres existentes –y que el consistorio quiere también proteger- cerca del tramo del camino de guarda que el Ministerio de Medio ambiente tiene que ejecutar a partir de este otoño entre la Torre de Sant Joan y Poble Nou del Delta. «Con las coeteres declaradas haremos lo mismo que con el arco gótico de la fachada del río. Cultura nos ayuda. Queremos proteger el máximo patrimonio posible: nos identifica y configura una realidad vinculada al paisaje, a la historia y al cultivo del arroz. Es un pistoletazo de salida: quedan coeteres para proteger y queremos continuar en el ámbito de la protección, no sólo de las coeteres sino de los elementos vinculados al mundo rural», ha apuntado el alcalde, Adam Tomàs. Los consistorios disponen de la posibilidad de declarar estos elementos como Bienes Culturales de Interés Locales (BCIL) para protegerlas en sus ámbitos respectivos.
El Gobierno acordó declarar doce de las 38 coeteres que todavía se conservan en el delta del Ebro como BCIN, en la categoría de zona de interés etnológico, el pasado 14 de marzo. A instancia del mismo Departamento de Cultura, el Museu Terres de l'Ebre había presentado en 2013 la solicitud y varios estudios para acreditar su valor. Una vez han pasado los dos meses preceptivos desde la publicación en el DOGC, durante los cuales todavía se podían presentar enmiendas, la declaración ya es ahora firme en todos los sentidos. La protección afecta la construcción pero también el espacio de terreno que se ha delimitado de forma acotada a su alrededor. La selección de las coeteres ahora protegidas ha tenido en cuenta una distribución equitativa entre los diferentes municipios del delta del Ebro y la diversidad de tipologías. Las de primera época, a principios de los 50, estaban formadas por dos pisos: la planta baja servía de almacén de los cohetes, que se echaban desde el piso superior. Posteriormente, se convirtieron en edificios de una sola planta.
El Delta fue el primer lugar del Estado donde se impulsó su construcción. La negativa de las aseguradoras privadas a cubrir el riesgo de perder la cosecha de arroz a partir de 1948 trajo la Mutua Arrocera de Seguros a planificar la estrategia para atacar las tormentas de finales de verano con cohetes granífugos contra las granizadas antes de que llegaran al Delta. Un servicio que se prestó hasta el año 1985 y que generó no pocos conflictos con los labradores de secano del interior, que consideraban esta práctica como la causante de un descenso de las precipitaciones. La misma mutua es la propietaria de las edificaciones, algunas de las cuales situadas en terrenos particulares pero mayoritariamente en espacios públicos o cerca de viales de paso, para facilitar su acceso. Un acuerdo espoleado por el Museu Terres de l'Ebre garantiza que todos los agentes implicados se hayan comprometido a facilitar el acceso público a las coeteres. «Cómo es zona de interés etnológico lo que se reconoce, a partir de las coeteres podemos explicar a los escolares, a la gente mayor, a la población de aquí, a los turistas, como eran las formas de vida tradicionales en el Delta», subraya la antropóloga del Museu, Carme Queralt.