Proponen propagar enfermedades para acabar con la plaga de conejos que pone en peligro los cítricos en el Montsià
Los cazadores, que abaten unos 5.000 anuales, se declaran desbordados y el sindicato JARC reclama medidas más expeditivas para parar los daños que provocan en los árboles
Citricultores de la planta interior del Montsià reclaman al Departamento de Agricultura que reconozca como plaga la superpoblación de conejos de la zona y actúe en consecuencia para evitar las cuantiosas pérdidas que provoca su presencia en los campos. Según aducen, las sociedades de cazadores, como es el caso del municipio de Sant Bàrbara, se ven impotentes a la hora de parar la proliferación de conejos a pesar de llegar a abatir anualmente unos 5.000–se puede cazar durante todo el año por su sobreabundancia. Los agricultores sostienen que la medida de pintar con sulfato de cobre las cepas no funciona porque los animales acaban royendo la corona de la corteza e impidiendo la circulación de la savia, matando finalmente los árboles. El sindicato JARC ha pedido al Departamento soluciones inmediatas al problema. Propone, por ejemplo, que se estudie y permita la expansión deliberada de enfermedades o el uso de venenos para diezmar la población.
Òscar Navarro ha visto como en su finca de 22 hectáreas de naranjos y mandarineros en el término municipal de Santa Bàrbara (Montsià) la población de conejos se ha triplicado durante los últimos años. «Nos matan los árboles, nos obligan a cambiar las mangueras del regadío, pintamos las cepas –con sulfato de cobre y pintura plástica, una mezcla que teóricamente, las tenía que preservar de la voracidad de los animales pero que se está demostrando también poco efectiva- y no salimos adelante. Tenemos pérdidas en un sector hundido: si sumamos las pérdidas de la plaga, no es sostenible», razona. Los conejos devoran la corteza en torno a la cepa, impidiendo que la savia fluya de las raíces a la parte superior. Eso acaba secando el árbol y haciéndolo morir. Las pérdidas, asegura, son cuantiosas: cada árbol tarda unos ocho años en alcanzar a producir unos 80 kilos anuales.
Explica Navarro que se han dirigido reiteradamente al Departamento de Agricultura sin obtener, hasta ahora, ninguna respuesta favorable. Al encontrarse la finca dentro del coto de caza de Santa Bàrbara, la Generalitat los remite a los cazadores para que solucionen el problema de superpoblación de conejo. «La solución no es denunciarlos –a los cotos que gestionan los cazadores-», apunta. De hecho, la sociedad local acude frecuentemente a fincas como la de Navarro para intentar diezmar la población de conejos, que cifra actualmente en unos 2.000 ejemplares. Pero a pesar de los esfuerzos de los cazadores, que pueden abatir conejos durante todo el año y reciben autorizaciones especiales para utilizar hurones, la población sigue creciendo sin parar. Las guaridas proliferan por todas partes: bajo los mismos árboles, un peligro en potencia a la hora de trabajar en los campos, o en el tramo de vía abandonado entre Tortosa y Freginals. Son espacios de titularidad pública, como los barrancos, donde no pueden actuar sin peligro.
«Llevamos ocho años combatiendo la plaga. Cazamos mucho todo el año y no nos podemos salir de tanta plaga que tenemos. Venimos cazando con hurones, perros, escopetas, jaulas, durante ocho años y cada vez tenemos más problemas», declara Josep Arasa, presidente de la Sociedad de Cazadores Sant Gregori de Santa Bàrbara. Ellos también piden que la Generalitat permita utilizar métodos que permitan poner freno en esta proliferación. Arasa sospecha que, con el cambio del método de cultivo de las últimas décadas, los conejos disponen de hierba tierna y agua para alimentarse. Excavan guaridas por todas partes. Cree, además, que los tratamiento fitosanitarios han evitado que enfermedades infecciosas como la mixomatosis no incidan tanto en la especie, que suele reproducirse tres veces a el año a razón de unas siete u ocho crías cada vez. Tampoco, recuerda, está actualmente la abundancia de raposas, águilas y depredadores que los llevaban más a raya.
Para campesinos como Navarro, la solución pasa para que Agricultura reconozca la superpoblación de conejo formalmente como «plaga», hecho que permitiría habilitar medidas para frenarlo y no hacer responsables los cazadores. Algunas, incluso, poco ortodoxas o sin encaje en la normativa actual. «Hemos planteado la mixomatosis, la sarna, autorizar los venenos u otras formas de control. Cazando no se soluciona. Van por debajo tierra y si pones hurones te denuncian», justifica al campesino. Desde el sindicato JARC, el suyo responsable en el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre, Xavi Vela, dan pleno apoyo a este planteamiento. «Proponemos que los técnicos analicen los métodos: sea a través de virus, raticidas, hay diferentes opciones para intentar solucionarlo, pero con los tiros de los cazadores es imposible», sostiene.
«Es una plaga, no un problema. Intentamos haciendo de mediadores entre los campesinos y la sociedad», apunta Vela. El problema, además de Santa Bàrbara, afecta municipios de la zona como Tortosa, la Galera o Alcanar. «Intentamos transmitir el problema a la consellera de Agricultura, que la administración venga, vea el problema y se pongan a encontrar solución. Las sociedades de cazadores no son capaces de controlarlo: se ha salido de madre, es una plaga tremenda y pedimos que las diferentes administraciones que pueden participar, como Agricultura, Territorio y Sostenibilidad y el mismo territorio nos sentemos y busquemos soluciones ya. No esperamos la ley caza que todavía está en proyecto y tardará. Tenemos que dar soluciones ahora mismo, porque el problema está ahora mismo», valla Vela.