Queman de forma controlada 130 hectáreas de anea y carrizo para regenerar los espacios naturales del delta del Ebro

Columnas de humo visibles desde muchos kilómetros de distancia se elevan desde la superficie del delta del Ebro durante estos días. Son las cremas controladas de vegetación, anea y carrizo, principalmente, que se efectúan en los espacios del parque natural para oxigenar y regenerar los espacios que circunvalan las balsas de las Olles, la Encanyissada, la Platjola, la Tancada y los Ullals de Baltasar. Esta campaña se prevé actuar sobre 130 hectáreas, más que en las anteriores, siempre que la climatología lo permita. La gran proliferación y rápido crecimiento de estas especies vegetales en estas zonas húmedas provoca una gran acumulación de materia orgánica y restos. Las consecuencias de este fenómeno se traducen en una de oxígeno, envejecimiento de las plantas y dificultad de la fauna para transitar por estos espacios. El uso del fuego como herramienta de gestión controlada en el delta del Ebro se efectúa durante esta época, fuera del periodo reproductivo de las aves, permite que el carrizo nuevo salga con más vigor en primavera.

El carrizo, una planta de la familia de las gramíneas, ocupa y se expande por los alrededores de balsas, antiguos arrozales y márgenes del río Ebro. Su capacidad de expansión anual, gracias a una reproducción vegetativa a través de rizomas que les permite abarcar una gran extensión de terreno con un número muy limitado de individuos, desplaza otras especies y acaba generando una considerable acumulación de materia orgánica y restos. «La falta de oxígeno no deja metabolizar la materia orgánica que produce, que se colmata», explica el técnico del parque natural encargado de estas tareas, Fermín Morales.

En este contexto, el uso del fuego como herramienta de gestión de espacios naturales –con una larga tradición histórica, de la misma forma que se utiliza en la alta montaña para regenerar pastos o evitar incendios- permite efectuar una «oxidación ultrarrápida» de toda esta materia orgánica acumulada. Eso resulta de gran importancia para permitir el tráfico de las especies animales que habitan estos espacios. Nidifican aves, como los ardeidas, los rálidos o los sílvidos, entre otros.

Es por eso que desde medios y hasta a finales de este mes de febrero, en el momento teórico durante el cual la vegetación reúne las condiciones óptimas para efectuar la operación y fuera del periodo reproductivo de las aves, el parque natural programa las quemas. Los trabajos se planifican de forma sectorialitzada a cada espacio, eructando la crema de cada una de estas áreas en ciclos de cuatro o cinco años. Aparte de los propios técnicos, trabajan también efectivos del Grupo Especial de Prevención de Incendios Forestales (GEPIF) y del Cuerpo de Agentes Rurales. Aunque la previsión es incrementar la superficie de actuación respecto de campañas anteriores, Morales reconoce que buena parte de este objetivo depende del clima: especialmente, durante meses anticiclónicos, con episodios de viento de mistral. Las precipitaciones y la humedad de los últimos días, por el contrario, dificultan la efectividad del operativo.