La URV recomienda el trabajo en red de ciudades ebrenses como motor de desarrollo

Suplir la inexistencia de una gran ciudad o un centro regional que ejerza un liderazgo claro con el trabajo en red y conectado de los diferentes núcleos de población medios o pequeños como oportunidad de futuro para el desarrollo de las Terres de l'Ebre. Esta es una de las principales conclusiones a las cuales llega un estudio impulsado por la Càtedra d'Economia Local i Regional de la URV y la Fundació URV que hace uno diagnosis de la situación actual y apunta posibles acciones a seguir. El autor de este estudio, el geógrafo Josep Maria Piñol, constata que el territorio no ha sabido aprovechar su situación estratégica dentro del Corredor Mediterráneo, justo en medio de la gran región Lyon-Barcelona-Alicante. Revertir esta situación, explica, requiere identificar núcleos de población medios o medios-grandes para que puedan ejercer como nodos de una red que pueda reactivar la competitividad, fijar la población en el territorio, fomentar la creación de actividad económica y captar talento. Un trabajo conjunta, añade, que se podría articular sin necesidad de cambios administrativos o políticos.

De acuerdo con el informe La Xarxa de Ciutats a les Terres de l'Ebre. De realitat incipient a motor de desenvolupament?, un 65% de los poco más de 180.000 habitantes actuales de las Terres de l'Ebre viven en nueve municipios del Baix Ebre y el Montsià que forman dos coronas. Una, integrada por Tortosa, Amposta, Roquetes y l'Aldea, con 66.300 habitantes. Una segunda con Sant Carles de la Ràpita, Deltebre, Sant Jaume d'Enveja, Camarles, Santa Bàrbara y Masdenverge, con poco más de 38.000 habitantes. Este núcleo central, que tiende a ganar peso demográfico, contrasta con la situación en la Ribera d'Ebre y la Terra Alta, donde las capitales de comarca juegan un papel clave.

Así pues, aduce Piñol, la red podría tener un efecto multiplicativo, más allá de la suma de las partes. «Permitiría conseguir un efecto multiplicativo de las iniciativas locales de promoción y de localización empresarial», precisa. Posibilitaría «optimizar recursos» y «políticas de desarrollo» que se despliegan en el territorio, al mismo tiempo que «competir y cooperar con los territorios de los alrededores». También favorecería la distribución de la riqueza sobre el territorio y ayudaría a conseguir un papel más prominente dentro del Corredor Mediterráneo y en Cataluña. Conseguirlo, según Piñol, requiere romper algunas dinámicas y mentalidades heredadas, superando localismos y otorgando a cada núcleo su rol. «Hemos sido un tiempo muy largo sin conciencia propia de constituir un territorio diferenciado y eso hace que la propia gente relate una mentalidad de periferia que ha dificultado tomar un posicionamiento activo dentro de los corredores», reflexiona.

Ejemplo de este escenario sería el marco referencial administrativo provincial, que es el que la administración española utiliza a la hora de elaborar y desplegar los presupuestos. «Eso sumado al localismo dificulta la captación de flujos y hace que acaben pasando de largo», insiste. A pesar de todo, considera el autor del informe que la organización de las redes no implica necesariamente cambios en la organización territorial o la creación de nuevos organismos. En este sentido, apunta posibilidades como la mancomunació de los cuatro consejos comarcales o una red de municipios grandes para optimizar recursos, priorizar los puntos estratégicos de localización económica y establecer una política integral de promoción, trabajando en escenarios superiores a los ciclos electorales. El documento plantear también priorizar de forma consensuada la movilidad y las infraestructuras, readaptando los entes de promoción económico existentes y hacer un plan de aterrizaje de empresas y talento.