Agustí Cruelles, herido el 1-O en la Ràpita: «La invisibilidad de los heridos es lo que más ha costado digerir»
Un testigo|testimonio de las cargas policiales dice no ser «ni protagonista ni víctima» y pide conmemorar «la dignidad» de todos aquellos que defendieron las urnas
La imagen de Agustí Cruelles, con la cara sangrando y aguantando un pañuelo sobre la herida que las porras le abrieron en la cabeza, es una de las más representativas de lo que pasó el 1-O en las Tierras del Ebro. Este lunes, un año después y a la misma hora, y sentado ante los cristales del Pabellón Municipal de Sant Carles de la Ràpita (Montsià), que defendieron con el cuerpo, en su frente se le ve claramente la cicatriz y en sus ojos los sentimientos encontrados que estos días vuelven. «La cicatriz física en 15 días se cuida, no importa, pero queda dentro la rabia», ha apuntado. «Ver en la televisión la actitud del gobierno, los discursos, la invisibilidad de los heridos cuando estuve en el CAP con 40 compañeros cosiendo cabezas, con sangre en el suelo, cuesta de digerir», ha explicado Cruelles.
En las Tierras del Ebro, la Guardia Civil cargó en tres municipios, en Sant Carles de la Ràpita, en Roquetes (Baix Ebre) y Mora la Nova (Ribera de Ebro) pero sin duda donde lo hizo con más brutalidad y contundencia fue en la Ràpita. Más de unas ochenta de personas resultaron heridas de la acción de más de un centenar de agentes antidisturbios de la Guardia Civil que hizo dos actuaciones, la segunda ya con cargas, en las puertas del Pabellón Municipal.
Agustí Cruelles, de 49 años, forma parte de los hombres y mujeres que intentaron evitar que la policía entrara en el pabellón y acabó herido con una importante herida en la cabeza y golpes en la barriga. «Lo más duro era ver amigos familiares, personas mayores, gente joven, gritando llorando. En mí no pensaba mucho, poníamos los cuerpos, y como no habíamos visto imágenes de ningún lugar tampoco preveíamos la agresividad que tuvieron con nosotros», ha apuntado el testimonio sancarlense.
Cruelles se siente trastornado estos días con la conmemoración de aquellos hechos. Este lunes por la noche, en el Pabellón de la Ràpita se inaugurará un monolito con el nombre Plaza 1 de Octubre. «Es para todo el pueblo de la Ràpita. A mí me tocó ser un herido porque estaba allí pero habría podido tocar a cualquiera porqué era indiscriminado. Hay mucha gente que ha sufrido de ver que han pegado a amigos y familiares. No me siento protagonista ni víctima. Es más a nivel de dignidad y orgullo que de víctimas», ha pedido.