Sociedad
El aeródromo de la Sénia reanuda el vuelo con la recuperación de aviones de la Guerra Civil
La asociación del Camp d'Aviació de la población, que difunde el legado de este espacio, impulsa la reconstrucción de un bombardero ruso Túpolev SB-2
Construido por el gobierno de la República en 1937, acabó convertido un año después en la base desde la cual los aviones de la Legión Cóndor de la Alemania nazi bombardearon numerosas poblaciones del Maestrat y de la retaguardia de la batalla del Ebro. El aeródromo de la Sénia mantiene 80 años después las instalaciones abiertas al público para preservar la memoria del espacio. Está sin embargo, en una antigua nave de venta de muebles reconvertida en taller, donde los miembros de la Associació del Camp d'Aviació trabajan intensamente en la reconstrucción de aviones de la Guerra Civil española, una iniciativa única en Cataluña y en el Estado. Después de reproducir el Polikàrpov I-16, ahora están inmersos en un reto de mayor envergadura: el del bombardero bimotor ruso Túpolev SB-2, del cual sólo queda otro ejemplar en el mundo.
«Hoy ya no quedan aviones de la Guerra Civil española. Hubo una época en que todo lo que sobraba se tenía que desguazar», lamenta José Ramon Bellaubí, presidente de la asociación. Es su gran pasión, como la de la media docena de personas que lo acompañan en esta aventura que empezó hace dos décadas con la recuperación de la memoria del campo de aviación de la Sénia –en funcionamiento entre 1937 y 1939. Con los años, sin embargo, y después del trabajo de museización de la casa de mando del campo, donde se muestran fragmentos de naves, instrumentos y símbolos de las fuerzas aéreas de los bandos enfrentados en el episodio bélico, lo que empezó como una «broma» ha acabado convirtiéndose en su principal tarea: la reconstrucción aeronáutica de los aparatos que habían pasado por el aeródromo.
Emprendieron la actividad el año 2003 con la reconstrucción a escala real de un Polikàrpov I-16, el popular caza soviético utilizado durante la Guerra Civil conocido también como 'Mosca'. «No sabíamos si lo podríamos acabar», admite Bellaubí. A partir de trabajo totalmente voluntario, aprovechando los ratos de ocio y la ayuda económica desinteresada de colaboradores y visitantes, pudieron completarlo en el 2010. Ahora, dentro de una nave de una antigua tienda de muebles reconvertida en la entrada de la población, y gracias al apoyo del Ayuntamiento, disponen de un espacio adecuado para poder trabajar y montar aviones de envergadura, como el Túpolev SB-2, también conocido como 'Katiuska'.
Sólo otro ejemplar en el mundo
Bombardero bimotor soviético presente durante la Guerra Civil española y, concretamente, en el Campo de Aviación de la Sénia, su reconstrucción supone un gran reto para los miembros de la entidad. Actualmente, sólo queda otro en todo el mundo, ubicado en el Museo de la Fuerza Aérea en Rusia. «Como sólo hay uno, difícilmente nos lo compararán con los otros», bromea. El proyecto empezó ya hace empezar hace casi diez años. «Como en el otro, no teníamos intención de desarrollarlo todo», apunta. Con la cabina, el fuselaje, el timón y los elevadores ya instalados, ya han iniciado el proceso para colgar las alas. Aunque no volará, será una nave funcional, operable, con todas las partes y el equipamiento en funcionamiento necesarios.
El proceso, sin embargo, será todavía largo y complejo. Rodeado de diseños y páginas escritas en ruso, Bellaubí explica que, a diferencia del 'Mosca', aparte de la evidente mayor envergadura y tener un diseño más «moderno», el 'Katiuska' requiere más materiales así como un estudio en profundidad para resolver los retos que el desarrollo plantea. No hay planos disponibles pero reconoce que el hecho de tratarse de un avión desarrollado inicialmente en talleres facilita la reproducción. «Para hacer un avión así necesitas dinero y entusiasmo. Nosotros tenemos por delante las ganas», explica.
El resto, se suple con muchas horas de investigación, mucha imaginación: desde tomar medidas, observar muchas fotos, reproducir y montar piezas. Todo a partir de la autofinanciación: a partir de los recursos económicos que dejan los visitantes y colaboradores. Un proceso, también, «terriblemente caro», que pagando no se puede hacer. Por el contrario, precisa, son aviones que, a pesar de haber sido fabricados en serie, se desarrollaban en talleres, hecho que los convierte en más «accesibles» a la hora de representar y construir.
2.000 visitas el año pasado
Este hangar, inaugurado hace un año, complementa ahora las visitas turísticas a la casa de mando del aeródromo. Calcula Bellaubí que durante el pasado 2017 unas 2.000 personas pasaron por estas instalaciones. Desde expertos y aficionados incondicionales a la aviación de guerra hasta los jubilados del Imserso. Semanas de una quincena de visitantes en otros con varios autocares parados. «Somos un centro de aviación pero hablamos de cómo funcionan los aviones. Con el campo de aviación histórico y la posibilidad de enseñar aviones hacemos un mix bastante curioso y divertido», argumenta.
No sólo eso. El de la Sénia, asegura, es un caso único en Cataluña y en el Estado español. Sólo espacios como el Museo del Aire del ejército español preservan aviones, pero a partir de los años 70. «No ha habido conciencia de mantener la historia de la aeronáutica», asegura, remarcando la falta de ayudas públicas al respecto. Así, al margen de instituciones privadas que mantienen algunos pequeños aviones históricos quiere, como la Fundació del Parc Aeronàutic de Catalunya y otra fundación en la Comunidad Valenciana, apunta que no existen prácticamente iniciativas de museos o centros aeronáuticos que hayan preservado los aviones de la Guerra Civil. Una situación que contrasta con la de Inglaterra, los Estados Unidos o Francia. «Una cosa tan rápida como la Sénia, donde tenemos historia, buscamos un local y ponemos lo que tenemos, no está», sentencia.
El aeródromo, que constaba de tres pistas cruzadas, fue utilizado tanto por el ejército popular de la República, que lo hizo construir, como por la aviación fascista y sus aliados internacionales a partir de la ocupación de la zona en abril de 1938. Su ubicación estratégica permitió los aviones de la Legión Cóndor lanzar brutales ataques contra tropas y poblaciones civiles de la retaguardia de la batalla del Ebro y el Maestrat. En aquel momento, en las instalaciones llegaron a operar un millar de personas.