Arroz 'residuo cero' y diversificación: los grandes retos de la Cambra Arrossera del Montsià
La entidad produjo 41 millones de kilos esta pasada campaña y sigue buscando soluciones a problemas como la salinización de los campos, la regresión o el caracol manzana
Conseguir un arroz «residuo cero», que pueda dar respuesta a las exigencias actuales de los consumidores, y diversificar la producción para poder hacer frente a los retos competitivos del sector. Estos son algunos de los grandes retos que tiene sobre la mesa la Cambra Arrossera del Montsià los próximos años, según reconoce su presidente, Marcel Matamoros, en una entrevista. La entidad nacida de la fusión de las antiguas cooperativas del hemidelta derecho del Ebro, que acaba de salir de una cosecha excelente, con una producción de 41 millones de kilos de una elevada calidad, pero con el ojo puesto en las amenazas que suponen el caracol manzana, la salinización de los campos y la regresión del espacio natural.
«El futuro será hacer arroz residuo cero», dice convencido Matamoros, que asumió el cargo hace tres años y lo contabiliza con las tareas propias del campo. Ante la dificultad en poder garantizar una producción cualificada como ecológica por la dificultad que generan las rotaciones cultivos en el Delta por la salinidad, considera más factible focalizar los esfuerzos hacia garantizar que el arroz producido no contenga rastros de «ninguna materia, incluso las que están autorizadas».
Un paso más allá de lo que se conoce como «producción controlada», similar a la integrada, con el asesoramiento y acompañamiento que la Cambra presta a sus asociados a la hora de abordar el cultivo de variedades específicas. Se trata, ha precisado, de un procedimiento que es «fácil» y que obliga a un mayor cuidado de la «prevención» de posibles afectaciones sanitarias, haciendo uso de productos de agricultura ecológica en el «momento idóneo» y «con dosis concretas» para que el campesino se pueda avanzar a los «A partir de aminoácidos naturales se hacen plantas fuertes», ejemplariza.
Uno de los frentes que mantiene abierto la Cambra Arrossera del Montsià pasa también por trabajar en la búsqueda de nuevas variedades de que permitan adaptar la producción de arroz a los efectos del cambio climático, las plagas como el caracol manzana o la salinización del terreno. En este contexto se inscribe la implicación en el proyecto internacional Neurice, como única cooperativa estatal que toma parte junto con el IRTA, la Universitat de Barcelona, la de Milán y la de Glasgow, y entidades e institutos de investigación como CRAG, Cirad, Crea, Indear, el chino CAAS, la Cambra Arrossera de Montsià, el centro francés RIZ y la sociedad italiana Sementi.
Este 2019 será el segundo año de pruebas en el campo y los resultados, de momento, son «muy buenos». Financiado por la UE con 4,6 millones de euros su objetivo, recuerda Matamoros, es «desarrollar variedades resistentes a la salinidad», protegiendo el sector de los efectos del cambio climático y de plagas como el caracol manzana, a partir de técnicas que se están introduciendo en el Delta, como la siembra en seco. Una plaga que, apunta, se encuentra estabilizada en unas 200 hectáreas. Influye, indica, la menor densidad de población en el río y las medidas de control que se aplican a las infraestructuras de regadío y los campos: el secamiento, los barbechos y los tratamientos con saponines o la inundación con agua salada de los desagües. «Lo estamos controlando bastante», asegura.
Regenerar las lagunas
El otro gran quebradero de cabeza que preocupa el sector es la regresión del Delta, con la salinización del terreno y algunas de las lagunas litorales agravándose con el incremento de los efectos del cambio climático. Todavía estamos a tiempo de solucionar el problema: no se si es aportación de sedimentos, pero por ejemplo, la Encañizada se tendría que sanear, aportando agua dulce», apunta. Matamoros valora positivamente acciones como la nueva guarda costera en la bahía de los Alfacs, pero lamenta que se haya expropiado a los campesinos se habría podido construir unos metros más adentro de la bahía para generar un reservorio de agua dulce para la fauna y la vegetación autóctonas. «Era una muy buena oportunidad para hacerlo. Había que ser más ambiciosos», sostiene.
Pero más allá de estos retos sobre el terreno, Matamaros es consciente de que el futuro del sector en el delta del Ebre pasa por diversificar la producción y las formas de negocio. «Es evidente. Estamos buscando otras cosas: no puede ser sólo lo típico paquete de arroz. La distribución está cada vez más concentrada y es más complicado hacer volumen. La marca blanca domina mercado y al final tienes que buscar variar. Estamos en eso: este verano quedará definido lo que hacemos», ha anunciado el presidente de la entidad, sin querer precisar más.
A pesar de todo, cree el presidente de la cooperativa que el sector perdió una gran oportunidad descartando la fusión final de las dos cooperativas de segundo grado de los dos hemideltas –Arrossaires, en la izquierda, y la Cambra del Montsià, a la Derecha- en una única entidad. «Sigo pensando que es una lástima que las cooperativas no estén fusionadas. Haríamos a una empresa muy potente y de territorio muy importante», insiste Matamoros, en que niega la existencia actual de movimientos en este sentido sin descartar que esta opción vuelva a tomar cuerpo en un futuro. «Cada cooperativa ha cogido una línea: Arrossaires se ha decantado por Nomen, la marca y su visión y nosotros tenemos la nuestra», ha precisado.
Campaña de «mucha calidad»
Esta última campaña, los socios de la Cambra Arrossera del Montsià produjeron 41.000 toneladas de arroz de «mucha calidad». Una cosecha también cuantitativamente muy elevada, a pesar de los efectos que una granizada a principios de septiembre tuvo sobre la producción de unas 1.000 hectáreas entre Amposta y Sant Carles de la Ràpita. Los precios, en la línea de los últimos cinco años. Se han mantenido estables y con una cierta tendencia a subir.
Casi dos terceras partes de esta producción se comercializa a través de marcas blancas –en cadenas como Dia, Corte Inglés y Bon Preu, entre otros- y un 12% a través de la marca propia, que sigue una línea ascendente los últimos años, de acuerdo con el impulso que le mujer la entidad. El resto se distribuye al por mayor, en los mercados estatales y en la exportación –como la misma marca. El negocio de roturas o harina de arroz complementa los pilares principales y contribuye a hacer llegar la facturación anual de la cooperativa a los 40 millones de euros.