Diari Més

Demografía

Las Terres de l'Ebre pierden a más de diez mil habitantes en cinco años

Los expertos ven la regresión demográfica como «reversible» fomentando subsistemas urbanos y más actividad económica

Muchos municipios pequeños no han dejado de perder población desde hace una década.

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Las Terres de l'Ebre perdieron a 10.776 habitantes entre 2001 y 2016, el 5,62% de la población. El territorio se encuentra entre el estancamiento y la regresión demográfica. Pocos municipios ebrenses se escapan del balance negativo. De los 52 pueblos del territorio, 42 tienen menos de 5.000 habitantes y más de la mitad, 23 pueblos, no llegan a los 1.000. En los pueblos pequeños la demografía no para de decrecer, y algunos como Caseres, Bot, Benifallet, Riba-roja d'Ebre o el Mas de Barberans, pierden población continuada desde hace décadas. Ni tan sólo con la llegada de población inmigrante antes de la crisis económica se frenó la pérdida de habitantes.

Los economistas responsables de este estudio, de la Cátedra de Economía Local y Regional de la URV (CELiR), consideran que la situación no es «irreversible». Apuestan por fortalecer subsistemas urbanos dentro del territorio, sobre todo a los entornos de Tortosa y Amposta y de Flix-Móra d'Ebre-Gandesa, y fomentar desde las administraciones públicas, más actividad económica. Juan Antonio Duro y José Maria Piñol, autores del informe 'El despoblamiento rural en el Ebre', han señalado que el territorio tiene que dejar de ser «un espacio atractivo para vivir allí», para ser «un espacio para trabajar, producir y generar actividad económica». De momento, el problema no para de ganar «dimensión y complejidad».

El estudio concluye que las Terres de l'Ebre han entrado en una «nueva fase poblacional regresiva», con una evolución comparativamente desfavorable en relación a Catalunya y que vuelve a una «clara tendencia de despoblamiento para un grupo amplio de municipios». Duro y Piñol han lamentado que se dediquen «pocos recursos» a la creación de actividad económica, y que se haga «de manera aislada, sin una visión integral y multidimensional del problema.»

El informe evidencia que las políticas de desarrollo rural aplicadas los últimos años no han sido del todo efectivas cuantitativamente y se señalan «carencias» como la falta de políticas de estado o supralocales que complementen la acción de la Unión Europea, la falta de capacidad de respuesta de las administraciones locales y la «insuficiente coordinación entre niveles administrativos», y finamente, la inadecuada oferta formativa secundaria que no se adapta a las nuevas demandas.

Así es que las principales pérdidas de población se registran en los municipios pequeños de base agrícola y en poblaciones medias de estructura industrial. Ejemplos de estos dos casos podrían ser Bot y Flix. Hay un tercer perfil, los de los pueblos con una elevada proporción de población extranjera, como Ginestar o Rasquera. Las políticas agrarias son antiguas, como algunos proyectos de regadío, no se incentivan las actividades empresariales y se proyectan infraestructuras, como los viveros de empresas o los polígonos industriales, que son poco competitivos y con poca dotación.

La accesibilidad, las ventajas de las nuevas tecnologías o las políticas de discriminación positiva «no han sido suficientes para parar el fenómeno del despoblamiento», como certifica el estudio de CELiR. La calidad de vida o los entornos naturales que ofrecen las Terres de l'Ebre no han sido «un revulsivo» para corregir las dinámicas previas y una parte significativa de la población tiene la percepción que faltan expectativas de futuro a los pueblos y al conjunto del territorio.

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