Judicial
El torero tarraconense Rubén Marín denuncia espectáculos de toros con público en Alfara de Carles
El recurso judicial aceptado será la primera acción antes de interponer una querella por prevaricación contra el alcalde
El torero tarraconense Rubén Marín ha denunciado al Ayuntamiento de Alfara de Carles (Baix Ebre) por autorizar «espectáculos taurinos con público» a la Ramaderia Mur del mismo municipio. Según la denuncia, admitida a trámite por el juzgado contencioso 2 de Tarragona, los ganaderos siguen vendiendo paquetes dirigidos a turistas que visitan la Costa Daurada, sobre todo rusos, que incluyen, bajo la denominación de «corrida», tanteos de toros con toreros noveles y caballos, espectáculos flamencos y comida. Un vídeo de una de estas prácticas el verano pasado, gravado por los propios asistentes, se ha presentado como prueba. El año 2015, una sentencia firme del contencioso de Barcelona declaraba ilegal estos tanteos de bravura de los animales con público, pero hace dos años la ganadería Mur de Alfara de Carles fue expedientada por el Departament de Interior para seguir celebrándolos.
El torero Rubén Marín, a través de su empresa Toros Costa Dorada SL, ha presentado un recurso ante el juzgado Contencioso-Administrativo número 2 de Tarragona contra la resolución dictada por el Ayuntamiento de Alfara de Carles dando licencia a una de las dos ganaderías que sobreviven en activo en la población para celebrar espectáculos taurinos sin muerte del animal con público. Ahora, el juez ya ha dado al consistorio un plazo de 20 días para entregar el expediente administrativo.
El recurso judicial fue aceptado a trámite hace justo una semana y, según ha declarado Marín a ACN, será la primera acción antes de interponer una querella por prevaricación contra el alcalde de la población, Josep Mas. Lo acusa de haberse saltado la sentencia del juzgado Contencioso-Administrativo número 17 de Barcelona que el año 2015 declaró ilegales la celebración de los tanteos de bueyes con público que se llevaban a cabo en Alfara. «Se ha saltado los magistrados, los jueces y todo el mundo. Intentaré que precinten la actividad por falta de licencia para este tipo de espectáculos», reprocha.
Entre la documentación que Marín aporta para reforzar su denuncia hay vídeos de turistas rusas gravados en la finca de la ganadería Mur donde se observa un hombre con la vestimenta característica y toreando el animal entre gritos de celebración de un speaker y del mismo público. También catálogos y opúsculos turísticos en hoteles de la Costa Daurada ofreciendo la asistencia a «corridas», denominación que consta también en los tickets que adquieren los turistas, que pagan también por la comida y un espectáculo de flamenco. Los hechos que denuncia habrían tenido lugar los fines de semana de junio, julio, agosto y septiembre del pasado 2018.
Tanto la ganadería como el Ayuntamiento se han escudado habitualmente en el hecho de que el espectáculo cuestionado sea una carrera de toros sin muerte del animal con asistencia de público. Defienden la necesidad de mantener, así, la actividad económica de las ganaderías en el municipio y la califican técnicamente de tanteos. Marín, que se declara creador de este concepto de espectáculo a la ganadería de Alfara y asegura que tuvo que trasladar a la Comunidad Valenciana para continuar la actividad desde que apareció la sentencia, niega la mayor.
«Lo que hacen no es un tanteo», sentencia Marín. Explica que estas prácticas sirven para «refrescar la sangre de la ganadería», con un caballo de picar y una pulla pequeña, «para ver si acude al castigo cuando se pica el animal. «Hay silencio absoluto para ver el comportamiento del animal: si se fija, si acude a los engaños. Es una prueba al animal. Y una prueba con una rusa amenizando el espectáculo, gritando 'olé' y 'viva la fiesta', no creo que se sostenga ni con pinzas la licencia para hacer tanteos», argumenta. Además, denuncia que también se haga exhibiciones de recortadores, que requiere la presencia de servicios sanitarios y un permiso específico. «No tiene nada que ver con el trabajo de una ganadería, como dice la ganadera», acusa.
Denuncia en el consistorio
De hecho, el torero ya presentó el otoño pasado una reclamación administrativa por este mismo motivo al Ayuntamiento, que la tumbó. La resolución del expediente, firmada por el secretario municipal, desestimaba todos los argumentos del recurrente y defendía que la ganadería pueda efectuar lo que considera «proceso de selección de reproductores» de toros de raza. Los mismos promotores de estos actos argumentaron que no se castigaba, hería, humillaba o maltrataba los animales, aportando un informe veterinario, y aseguraba que los tanteos eran efectuados por «profesionales del sector».
El secretario municipal acababa diferenciando esta práctica de la «corrida» de toros con muerte del animal y sus rituales concretos. También entendía que un espectáculo con animales era una actividad «complementaria a la actividad de los restaurantes» y aseguraba que la presencia de público a los tanteos era de carácter voluntario en el cual la ganadería le permitiera el acceso. Sobre la venta de tickets relacionados con las carreras de toros, aducía que la licencia había sido otorgada para «restaurante con espectáculos taurinos».
En ningún momento, el informe municipal hace referencia a la sentencia 44/2015 del juzgado barcelonés, que declaraba ilegal las actividades taurinas con público y obligaba a Mur a cesarlas. El juez consideró, entonces, que la actividad no era en ningún caso un tanteo y sí un «espectáculo taurino incruento para satisfacción de turistas y lucro del ganadero». No es la primera vez, sin embargo, desde entonces, que la celebración de esta actividad es objeto de denuncias y sanciones administrativas. El pasado 2017, el Departament de Interior abrió expediente informativo a la ganadería Mur para seguir celebrándola a pesar de la sentencia firme. Con todo, Marín recrimina el silencio existente en el municipio proteger esta práctica y entiende que el celo de la ganadería, cerrando las puertas detrás de los autocares de turistas cuando entran en la finca dificulta el control.