Empieza el juicio contra el acusado por dos crímenes ocurridos en el 2002 en Bot
Un testigo que fue condenado por los mismos hechos lo sitúa en una pelea con la segunda víctima
Este lunes ha empezado en la Audiencia de Tarragona el juicio contra Oleg Makrusin, el último individuo pendiente de juzgar por la muerte de dos hombres lituanos en Bot (Terra Alta) el año 2002. Después de estar huido de la justicia desde el 2006, Makrusin fue detenido el 26 de enero del 2018 en Valencia y, actualmente, está en prisión provisional. En el 2011 ya esquivó el juicio en que se condenó Andrej Martjanov a 34 años y medio de prisión por la muerte de los dos hombres y Egidijus Grizas a nueve años y medio como cómplice en uno de los crímenes. Este segundo individuo ha declarado este lunes que no recordaba si el acusado había participado en la muerte del primero, pero sí que lo ha situado en una pelea que mantuvieron con la segunda víctima. La fiscalía pide 42 años de prisión por dos delitos de asesinato.
Durante la primera sesión del juicio ha declarado por videoconferencia desde Lituania Egidijus Grizas, que hace ocho años fue condenado como cómplice de uno de los crímenes. El testigo no ha incriminado al acusado en el primer crimen aduciendo que no recordaba si había participado o no, pero ha dicho que sí que recordaba cómo había golpeado a la segunda víctima mortal. Grizas se ha contradicho con la declaración que ofreció en el 2009, cuando afirmó que el acusado no había participado en esta pelea.
La primera muerte se sitúa entre el 2 de diciembre del 2001 y los primeros días de enero del 2002, cuando el condenado Martjanov y el procesado habrían golpeado a la víctima, Alexandre Drianyc, con gran intensidad y de forma reiterada en el interior de una vivienda de la calle de Horta, en Bot. Según la fiscalía, los golpes le causaron un «dolor inhumano», dado que le fracturaron catorce costillas y el cúbito del brazo derecho. Los atacantes también le clavaron una cuchillada en el hombro y le cortaron el tercer dedo de la mano izquierda cuando todavía estaba vivo.
Posteriormente, según la fiscalía, Makrusin y Martjanov trasladaron a la víctima en el vehículo de esta hasta las montañas de Bot. Ya fuera dentro de la casa, durante el traslado o en el paraje natural, los dos individuos mataron al hombre, de 52 años, estrangulándolo con una cuerda enrollada en el cuello y atada a una barra que se hacía girar. El ministerio público sostiene que dieron diez vuelcos a la cuerda en el cuello de la víctima, ataron las puntas a la barra y la hicieron girar en un mismo sentido «consiguiendo que la cuerda fuera oprimiendo progresivamente el cuello de la víctima, provocándole la asfixia y la muerte».
Finalmente, el acusado y el condenado tiraron el cadáver en un barranco próximo a la carretera TV-3031, en el mismo municipio de Bot. Después, quemaron el vehículo de la víctima entre unos cañaverales situados cerca del río Ebro, cerca de Tortosa. El cuerpo lo encontraron unos operarios de carreteras el 15 de mayo del 2002, casi medio año después del crimen, en estado momificado.
Unos días después de cometer el primer crimen, alrededor del 13 de enero del 2002, el procesado y los condenados Marjanov y Grizas -junto con otras personas- decidieron matar a otro compatriota, Igor Antonievich, de 34 años. Los hechos pasaron a la antigua estación de Bot, donde propinaron numerosos golpes y puntadas a la víctima, y le colocaron algún tipo de cuerda en el cuello con el fin de asfixiarlo, según el ministerio público.
Como en el primer crimen, los autores también se deshicieron del cadáver. En este caso lo lanzaron por un pequeño terraplén de unos tres metros de altura cerca de la misma carretera comarcal. El cuerpo fue localizado justo el día siguiente, el 14 de enero del 2002. Según la autopsia, la víctima murió por un traumatismo craneoencefálico, aunque tenía doce costillas fracturadas y una cuadragésima de heridas hechas «en vida».
El procesado Oleg Makrusin, de 50 años, junto con los dos hombres condenados, actuó «en todo momento con la finalidad deliberada de aumentar el padecimiento de la víctima, propinado golpes y navajazos que y causaron un dolor inhumano», señala el escrito del fiscal.
42 años de prisión
Según la fiscalía, los hechos constituyen dos delitos de asesinato con ensañamiento y con el agravante de abuso de superioridad por los cuales pide 20 años de prisión para cada uno. Además, solicita dos más por un delito de daños mediante incendio por la quema del vehículo de la primera víctima. En concepto de responsabilidad civil, el ministerio fiscal pide una indemnización de 113.000 euros para la hija de Drianyc y de 156.000 euros para la hija de Antonievich.
El juicio se hace con jurado popular en la Audiencia de Tarragona y está fijado hasta el 27 de mayo. Además de la declaración del procesado, el ministerio fiscal ha pedido la comparecencia de los dos condenados, de una quincena de agentes de la Guardia Civil, de diecisiete testigos y de una treintena de peritos.
Detenido el año pasado en Valencia
Makrusin fue encarcelado el 19 de enero del 2002 a raíz del hallazgo del primer cadáver, pero quedó en libertad el 30 de diciembre del 2003. Después, la justicia le perdió la pista. Sobre él pesaban dos órdenes de detención e ingreso a prisión dictadas por la Audiencia de Tarragona en el 2006 y por un juzgado de instrucción en el 2009. Finalmente, el 26 de enero del año pasado la policía española lo detuvo en la ciudad de Valencia. Según la policía, Makrusin se había casado y había cambiado legalmente su apellido por Kazakaitis, un hecho que había dificultado su identificación.
Relaciones con el narcotráfico y con la mafia rusa
En el 2011, la Audiencia de Tarragona condenó a Martjanov a 34 años y medio de prisión por la muerte de los dos hombres y Egidijus Grizas a nueve años y medio como cómplice del segundo crimen. Durante el juicio, Marjanov explicó que se había establecido el 2001 en Bot con quien entonces era su pareja, una mujer que tenía relaciones con la mafia rusa y el narcotráfico. La pareja, Makrusin y los dos muertos vivían juntos en un inmueble de Bot. Los dos hombres juzgados y condenados negaron las acusaciones y la vista tampoco permitió aclarar el móvil de los crímenes.