Calidad y experimentación: los nuevos retos de Deltebre Dansa
El festival ofrecerá hasta el próximo 21 de julio una cincuentena de espectáculos de 25 países
La danza y el circo contemporáneos vuelven a situar el delta del Ebro como escenario de proyección mundial con la decimoquinta edición del festival Deltebre Dansa. Este lunes por la mañana, los 150 bailarines profesionales de todo el mundo que participan en las actividades formativas han participado en las primeros clases. La inauguración, prevista para la noche, irá a cargo de la compañía granadina Vaivén Circo, con el espectáculo de acrobacias Do Not Disturb. No molestar. Consolidado como referente internacional, el ideólogo y director del certamen, el bailarín y coreógrafo Roberto Olivan, trabaja ya con la idea de elevar los estándares de calidad así como introducir elementos de experimentación que permitan también enriquecer la oferta artística para públicos diversos.
Un total de 648 artistas, 271 espectáculos, más de 83.000 espectadores, 1.960 participantes profesionales, 2.100 de iniciación, 85 docentes, 178 talleres para profesionales y 40 de iniciación. Estas son las cifras que Deltebre Dansa ha acumulado a lo largo de quince ediciones con la idea manifiesta de acercar las artes escénicas al público y permitir a los artistas poder desarrollar sus proyectos en Cataluña. «Cuando empezamos éramos 20 y ahora ya somos de 50 nacionalidades», subraya Olivan, quien destaca el papel del boca a oreja dentro de la escena como una de las claves que explica esta línea ascendente.
«No es una cuestión de cifras. No queremos hacer nada masivo. Estamos en un punto de hasta aquí hemos llegado y ahora nos ocupamos de que la calidad sea el objetivo», responde Olivan sobre los retos que tiene sobre la mesa en esta decimoquinta edición. Con 150 profesionales participando en las actividades formativas y una carpa de circo para los espectáculos que puede acoger a 900 personas todas las noches, el responsable del certamen quiere seguir siendo capaz de poder mantener al menos una conversación con cada uno de los participantes profesionales a lo largo de las dos semanas. Si hay demasiada gente que ni la veo ni hablo pasaríamos a otro tipo de festival. La escala humana ya no estaría y estaríamos ante otra cosa», reflexiona.
A pesar de esta voluntad de limitar, de contener el exceso cuantitativo, el festival sigue recibiendo cada año «centenares» de propuestas artísticas que quieren tomar parte y esperar volver a recibir a unos 12.000 visitantes. Lali Ayguadé, bailarina internacionalmente reconocida –protagonista del reconocido cortometraje Time Code - y profesora de danza contemporánea ha estado participando en el Deltebre Dansa desde las primeras ediciones. Este año vuelve para dar clases y presentar un espectáculo con formato de dúo. Ella ha sido testigo privilegiada de este crecimiento. «He visto cómo se ha hecho grande y hay muchos espectáculos. Es muy bonito. Hay muchos profesores que son amigos míos y cada vez viene más gente. Es un orgullo que se haga en Deltebre porque soy catalana y me gusta mucho que la gente venga aquí», apunta.
Eso ha hecho posible que el nombre del municipio y del delta del Ebro hayan quedado vinculados al mundo de la danza y las artes escénicas. «Se conoce por todas partes: en Austria, Alemania, Suecia. Los alumnos son de todo el mundo. No sólo europeos: también asiáticos, brasileños o de sudamericanos», reconoce Ayguadé, que suele viajar por todo el mundo fruto de su actividad profesional. Una de las claves de este éxito, reconocen tanto Olivan como Ayguadé, ha sido el hecho de poder integrar el singular paisaje del delta del Ebro dentro del festival. «Que vengan bailarines de fuera a un estudio físico no cambia a una gran ciudad. Pero un espectáculo en la naturaleza da fuerza como Deltebre Dansa, como Terres de l'Ebre, como cultura y como arte: una fusión cogidos todos de la mano», sentencia Olivan.
Un espacio para el riesgo y la experimentación
Aunque buena parte de la estructura de los últimos años se mantendrá respecto de pasadas ediciones, Olivan quiere introducir elementos de riesgo y experimentales en la programación, potenciando la apuesta por el espacio B, con una programación paralela a la de la carpa de circo –más destinada a espectáculos de gran formato y populares- que ofrezca nuevas propuestas y tendencias, «cosas más raras e íntimas», precisa. También habrá la noche de solos y el Circuito Deltebre, atracción natural, en Riumar, con diferentes propuestas artísticas en medio de diferentes parajes deltaicos.
Los espectáculos, que arrancan este lunes por la noche con Don Not Disturb. No Molestar, una propuesta llena de acrobacias con referentes al trabajo industrial del siglo XX, a cargo de la compañía granadina Vaivén Circo, compaginarán danza y circos contemporáneos. En el acto está previsto que asista la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga. Serán 48 en total, que provendrán de 26 nacionalidades. Con nombres reconocidos como el de Rocío Molina, la pareja griega-mozambiqueña Linda Kapetanea y Edivaldo Ernesto, la mencionada Ayguadé, en el ámbito de la danza, o la compañía de circo francesa La Contrebande o Barcode Circus Company, en el del circo.
Más de 150 profesionales de la danza y el circo tomarán parte en 21 talleres de formación impartidos por 27 profesores reconocidos mundialmente. En este nivel adelantado, apunta a Olivan, se explorarán modalidades de danza o circo que pueden dar lugar a nuevos formados en el futuro, como la danza urbana, afrocaribeña o las habituales del Bollywood indio. Como en anteriores ocasiones, estas actividades han tenido una elevada demanda y las plazas se agotaron rápidamente. Nuevamente, además, la danza y el circo contemporáneos se abrirán a los vecinos de Deltebre con propuestas de iniciación.