Diari Més

Incendio Ribera d'Ebre

Los agricultores afectados por el fuego de la Ribera, decididos a reponerse

Los campesinos coinciden en que las ayudas son escasas y que su pérdida es resultado de una «política agraria terrible»

El campesino de Bovera Julio Cabre mostrando un tubo de riego quemado por el incendio de hace un año.

Los agricultores afectados por el fuego de la Ribera, decididos a reponerseACN

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«Acostumbrados» al nuevo paisaje que les ha dejado el fuego y después «de hacerse a la idea» de las pérdidas, los campesinos afectados por el incendio de la Ribera d'Ebre se han volcado enrecuperar las fincas y afrontar futuras campañas con pocos ingresos y poca producción. Con una ayuda concreta sólo un año no acabaremos. Las ayudas tienen que servir para recuperar el potencial productivo y alargarse hasta que la actividad económica sea solvente. No se puede vivir de préstamos y pequeñas ayudas», alerta Ernest Cubells, coordinador de Unió de Pagesos enla Ribera d'Ebre. «El incendio fue la señal de la política agraria terrible que se hace. Vivimos a base de subvenciones en lugar del precio del producto y es el gran problema», dice Lurdes Masot, una propietaria afectada.

Los olivos quemados se han arrancado o cortado para que rebroten y las fincas han ido recuperando sus infraestructuras de riego para salvar la producción de los árboles que se salvaron de las llamas. Los campesinos afectados se han hecho a la idea de la realidad con qué tendrán que convivir las próximas campañas agrícolas, y que el reto es transformar de nuevo el paisaje y que vuelva a ser el mosaico agroforestal que estaba antes del incendio. «A pesar de la desgracia, los campesinos se están reponiendo y las explotaciones también», explica Cubells. «Los árboles, con tanta lluvia, sacan mucho de su potencial vegetativo», añade. En las lluvias abundantes, se suma la red de riego que ya existía enla zona. Ha ayudado a ir más deprisa. Los campesinos enseguida repusieron las mangueras, se hizo la poda pertinente y se sacó lo quemado y hemos visto que los árboles van vegetando. Estamos realmente contentos de la rapidez con que ha ido», destaca Cubells.

Sin embargo, el potencial productivo de los árboles aún tardará entre tres y cuatro años a recuperarse, y habrá que afrontar los costes y los gastos con menos producción y menos liquidez por parte de los campesinos. «Es pesado y las bajadas de precio son otro problema», dice el coordinador de UP en la Ribera d'Ebre. Los agricultores tienen que seguir invirtiendo y reponiendo los daños y, en este escenario, coinciden en que las ayudas «han sido pocas y escasas».

«Cualquier ayuda, por poco que sea es buena pero también hay gente que no sabe si aceptarlos. Parece que con eso ya han hecho lo suficiente por ti, pero te sientes con la obligación de hacer un gasto que es más alto que el que recibes. Lo que recibiré no llega ni al 10% de la inversión que tengo que llegar a hacer», apunta Enric Prunera, campesino de Flix que perdió doce de las dieciocho hectáreas de olivo que tiene en el término de Bovera. También en este municipio de las Garrigues, el agricultor Julio Cabré reconoce que está «igual o peor que el año pasado». Cabré asegura que nadie leayuda y que seguramente acabará dejando la finca, y se cuestiona si el Departamentd'Agricultura apuesta realmente porque los campesinos tengan sus tierras cultivadas. Recuerda que después del incendio «vino todo el mundo» y políticos como Teresa Jordà o Pere Aragonès dijeron que «no tenían que tener ningún problema». A pesar de eso, Cabré considera que problemas han tenido dos: el incendio y el dinero que les ha dado por la otra, ya que cree que «no son limpios» porque están sujetos a un seguro «que es muy caro» y seguramente los tendrán que devolver.

Cabrétiene este dinero guardado en la cuenta y no los ha utilizado para recuperar su finca, una explotación con producción integrada que en el último año sólo le ha generado gastos para poner, por ejemplo, medidas contra la mosca. Su finca tenía una producción de unos 30.000 kilos de olivas antes de que lo arrasara el fuego, pero también ha perdido terrenos forestales, donde tampoco eo han satisfecho los trabajos de reforestación llevados a cabo. Se queja de que la empresa que cortó pinos ha costado mucho dinero «para nada», ya que los pinos se han quedado en el suelo acumulados y se pudrirán.

Prunera también opina que las brigadas que han desplegado ayuntamientos y ConsellComarcal para limpiar fincas no les ha beneficiado en exceso. «La mayoría de gente ha salido adelante por sí solo, es una ayuda anecdótica más que otra cosa», dice. De hecho, se han ayudado los unos a los otros sobre todo entre los agricultores profesionales que no podían esperar y se pusieron a recuperar terrenos con las brasas todavía encendidas. Quien tenía maquinaria, ayudaba al amigo y los favores entre el grupo de campesinos afectados se han ido repartiendo. «No nos hemos cobrado nada entre nosotros, nos hemos echado una mano como hemos podido. Estamos acostumbrados a sacarnos las castañas del fuego nosotros mismos», destaca.

Pero las brigadas y la reforestación han sido apreciadas sobre todo por aquellos propietarios que no tienen la agricultura como primer empleo. «La Generalitat han venido a hacer unas fajinas para evitar erosión del bosque que hemos perdido y nos ha ayudado mucho, y del ayuntamiento también vinieron a cortar los árboles de cultivo que estaban quemados», unos 300 olivos en el caso de la Lurdes Masot, propietaria de Flix. A ella le encoge el corazón que el bosque de la finca quedara arrasado. El fuego no entró al cultivo porque estaba labrado pero el paisaje en torno a su masía es todavía desolador. «El impacto todavía está y fue muy grande. Cuando subes aquí a la masía es terrible», lamenta.

Abandonar el cultivo ni se lo ha planteado. «Nunca en la vida», exclama. «Tener una finca cultivada nos ayuda por si hay un futuro incendio, es un cortafuegos», dice. La masía se salvó, pero insiste en que el valor del bosque que han perdido es «incalculable». Denuncia que la gestión forestal no es la adecuada y que este ha sido el motivo que convirtió el incendio del junio pasado en devastador. «Perdimos un tesoro impresionante que tardaremos a recuperar», lamenta Masot.

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