Selectividad
Selectividad de proximidad para 120 alumnos de la Ribera d'Ebre, la Terra Alta y el Priorat
Los estudiantes celebran que las pruebas tengan lugar, por primera vez, en el instituto Julio Antonio de Móra d'Ebre
El factor proximidad ha acabado eclipsando buena parte de las incertidumbres y limitaciones que podía suponer pasar la selectividad después del paro repentino del curso en marzo a raíz de la pandemia del coronavirus. «Fáciles» o «no demasiado difíciles» han sido las valoraciones que han hecho, a la salida, después del primer examen de castellano. Los estudiantes no han podido tener las clases de preparación previstas durante los cruciales últimos meses y eso, explican, ha hecho que «se hayan tenido que adaptar».
El presidente del tribunal del instituto Julio Antonio, Josep Ferré, reconoce que el contexto de este año ha añadido «estrés» a una situación ya por ella misma «estresante», para los alumnos. «Por suerte dieron la instrucción que se podían sacar la mascarilla para hacer el examen, hecho que considero muy razonable», razona. El mismo opinaba, a la salida de la primera prueba, Marisa, del instituto de Flix, y Natàlia Orensanz, del IES Priorat. Eso era lo que más me preocupaba: hacer el examen con mascarilla, porque molesta, quieras o no. Por el resto, normal», ha apuntado la última
El Departamento de Universidades ha organizado las pruebas agrupando a los alumnos de los cuatro institutos de la zona: Julio Antonio de Móra d'Ebre; el de Flix; el Terra Alta, de Gandesa; y el Priorat, de Falset. Se han habilitado entradas y salidas diferenciadas para los alumnos de cada instituto, que han compartido aulas limitadas a una quincena de personas como máximo. El objetivo era evitar al máximo el contacto entre los estudiantes de los diferentes centros y permitir su acceso o salida de forma ordenada escalonada.
La ventaja que tienen estos estudiantes es que están mucho más cerca de casa cuando hacen el examen y están con el mismo grupo suyo del instituto. Eso los favorecer o, cuando menos, puede reconfortarlos o ayudarlos a no estar más nerviosos», valora Ferré. La distancia de los respectivos centros con Tortosa o Tarragona, donde se tenían que desplazar, puede llegar a los 60 kilómetros. De hecho, esta descentralización, a pesar de que forzada este año por el coronavirus, es una opción que la comunidad educativa de los diferentes centros implicados, y en concreto el de Móra d'Ebre, podría reclamar a la Generalitat de cara los próximos años.