Afectados por covid persistente lamentan una atención «desigual»: «Se nos tiene que poder atender en el Ebre o en el Empordà»
El colectivo, con un repunte de personas que contactan en cada ola, pide empatía: «Nadie quiere estar meses enfermo»
Se calcula que la covid-19 persistente afecta entre un 10% y un 20% de las personas contagiadas, más mujeres que hombres y con una media de edad en torno a los 40 años. Soler sitúa en unos ocho meses la media de duración de estos síntomas, si bien algunos de ellos los sufren desde el inicio de la pandemia, la primavera del 2020. Hace un año y medio.
Después de cada ola , el colectivo recibe un repunte de personas que se ponen en contacto para pedirlos ayuda, sobre todo para preguntar dónde los pueden atender y asesoramiento en las bajas y otros aspectos, como el logístico. Así pasó en la quinta ola, enconada en julio, si bien en el caso de las personas jóvenes, muchas veces se ponen en contacto las familias. «Los jóvenes no acaban de hacerse en la idea de lo que representa sufrir una covid persistente», dice.
El Departamento de Salud presentó el marzo pasado a una guía clínica para atender a estos pacientes, una hoja de ruta muy luchada para el colectivo y que significó un «paso de gigante», pero que no tenía que ser un «final» de trabajo, sino un «comienzo», sopesa la portavoz. Ahora bien, la atención no es homogénea en el territorio, dice. «No es que la guía haya quedado en un cajón, pero no se ha hecho bastante difusión a los CAP, hospitales, entre los médicos o colegios profesionales,» apunta.
También para garantizar una atención a los pacientes con covid-19 persistente por toda Cataluña, Soler pide replicar el modelo de la unidad del Hospital Hermanos Trias i Pujol en otros lugares del territorio, por ejemplo en otros hospitales de referencia. Actualmente sólo hay esta unidad especializada de Can Ruti, creada por la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas, y las personas afectadas se tienen que desplazar para las visitas y sesiones de rehabilitación, por ejemplo.
El colectivo reclama a las administraciones que no los «abandonen» en la atención ni en las bajas y les pide acompañamiento, también a los médicos y a la sociedad en general. «Nos afecta a una nueva enfermedad que ellos no conocen pero que nosotros sufrimos. Nos saben como abrodar-la, lo entendemos, pero pedimos empatía. No queremos ni incapacidades ni bajas largas, sino cuidarnos. Nos creamos para encontrar soluciones a la covid persistente», afirma.
Sobre las bajas, Soler indica que pronto hará 18 meses que algunas personas enfermaron de la covid-19 y que todavía no se encuentran bien. Este es el periodo máximo que, en general, puede durar una baja y temen que se den algunas altas en las próximas semanas a personas que todavía tienen síntomas. «Estuvimos abandonadas y seguiremos abandonadas ahora. Mucha gente no puede volver al trabajo todavía y quizás se tendrán que adaptar puestos de trabajo», expresa.
«Por el hecho de ser honda, piensan que tienes un componente emocional que no te ayuda a cuidarte».
La portavoz del colectivo denuncia el estigma que han sufrido las personas con covid-19 persistente y también el sesgo de género que carga la enfermedad. «A ningún hombre del colectivo le han dicho que está ansioso o depresivo. En cambio, las mujeres, por el hecho de serlo, tienen que estar depresivas o la menstruación les cambia el carácter. Este sesgo, ya en otras enfermedades, lo sufre la covid persistente por parte del sistema sanitario, de los familiares y conocidos, de la prensa, de todo el mundo. Por el hecho de ser honda, piensan que tienes un componente emocional que no te ayuda a cuidarte».
Ahora bien, Sílvia Soler reivindica el papel y la valentía de las mujeres para visibilizar la enfermedad y buscar soluciones: «Si una cosa tenemos las mujeres es la capacidad de superarlo muy bien todo. Suerte de este grupo de mujeres que hicimos el colectivo; suerte del grupo de mujeres médicos que nos ayudan; suerte de muchas mujeres gracias a la cual la covid persistente es conocida y reconocida en el mundo».
Una covid larga, una reinfección y mucha capacidad de adaptación
Soler sufrió la covid en marzo del 2020, con muchos síntomas, como disfonía, fiebre durante 30 días, conjuntivitis, descomposición, dolores de cabeza y dolores musculares. A partir de junio del año pasado, empezó a mejorar, pero en septiembre sufrió dolores articulares, migrañas y acúfenos, entre otros. En febrero de este año, se volvió a contagiar, una infección confirmada esta vez con prueba, a diferencia de la primera ola, cuando muchas personas no fueron diagnosticadas. Aunque aquella vez la enfermedad fue más leve, todavía sufre síntomas de la covid, sobre todo neurológicos, articulares e inflamación intestinal.
Sílvia Soler intenta cada día recuperar su vida, la de antes de la covid, pero también se prepara para lo que pueda venir: «Me adapto mucho a las nuevas situaciones. Si tengo que aprender a vivir de otra manera, lo haré. Creo que es una de las cosas que tendríamos que aprender, a adaptarnos a la vida que nos ha dejado la covid. Intentar ser felices, compartir los momentos que tengamos buenos y seguir leyendo, risueño, amando y haciendo todas aquellas cosas que nos gustan».