Inundaciones
Los campesinos de Alcanar se apresuran a restaurar fincas y caminos en un mes del inicio de la cosecha de clementinas
El sector citrícola confía en que las ayudas permitan atenuar unos daños que se suman a las malas previsiones de producción
Los campesinos de Alcanar han iniciado una carrera contrarreloj para restaurar las fincas y caminos dañados por los aguaceros de hace una semana. Cuando queda aproximadamente para al inicio de la cosecha de clementina, tractores, máquinas retroexcavadoras y trabajadores pueblan los bancales de mandarineros reparando caminos, accesos y márgenes. La tromba de agua arrastró una gran cantidad de barro y sedimentos, estropeó árboles y también llevó a las fincas objetos que se encontraban a gran distancia. Los efectos del episodio podrían acabar condicionando y haciendo disminuir una cosecha que, de entrada, ya no se preveía demasiado buena. El sector confía ahora en que se materialicen las ayudas urgentes anunciadas para hacer frente a los gastos de reparación.
Josep Sancho vio como la riada que bajaba del casco urbano de Alcanar arrasaba su finca de naranjos y su granja a la partida de Suelo de Riu, matando los 12.000 pollos que hacía crecer. «La tierra de unos se lo llevaba a los otros, las mangueres se han envuelto, 'se enganchaba a los árboles con las teles para parar los conejos, arbolitos tumbados, arrancados, coches girados y por dentro de las fincas. Una farola llegó del almacén de la brigada aquí – además de dos kilómetros-. Vecinos que no se hablaban: igual a alguien le hizo cabe una azada que le había dejado», relata.
Un episodio que ni los más grandes de 90 años recuerdan, asegura. Campesinos y vecinos, según explica, pasaron los primeros momentos intentando la situación, pero que a partir de aquel momento los tractores y las máquinas han empezado a trabajar intensamente para poner restaurar fincas, caminos y accesos. Hay que hacerlo deprisa. De aquí a aproximadamente un mes se podrán empezar a cosechar las clementinas tempranas.
«Se tienen que reparar los caminos porque pasan camiones, tractores, los que cargan los palots. Se tiene que reparar porque no podrán circular por aquí», apunta Juan Ramón Ulldemolins, citricultor también afectado por las trombas de agua. Los campesinos y trabajadores contratados también sacan piedra, restauran márgenes y vallas que se llevó el agua de las mismas fincas.
Con la pala acoplada a la parte delantera de su tractor, Sancho ha dedicado los últimos días a limpiar sus propiedades afectadas, al mismo tiempo que contribuir a las tareas para volver a la normalidad en el pueblo. El mal, asevera, ha estado económico pero también moral. Ahora hay que recuperarse ante el inminente inicio de la cosecha de clementinas. Pero no es optimista. El panorama, asegura, «no es nada bueno». Hay mucha humedad en el suelo que no es buena para los árboles. Previamente, la previsión de producción ya era exigua. «Dices: con la cosecha arreglaremos dos márgenes. Pero. No, no mucho», precisa.
Están esperanzados que las ayudas anunciadas puedan llegar lo antes posible para poder cubrir los daños, que podrían acabar rematando negativamente una cosecha a la baja. Únicamente, la expectativa de un incremento de precio por la menor ofrecida, se perfila como una incierta esperanza. «Si no es por las ayudas que lleguen, la gente no lo arreglará. Ha sido una catástrofes. Los pocos ahorros que tenemos es para pagar la gente que nos viene para ayudar. Pero no tenemos perseguir. Y gente que irá al banco porque no tiene dinero para hacer las reparaciones», concluye.