El restaurante Les Moles de Ulldecona sigue apostando por la cata de sus platos en casa
El establecimiento tuvo que reinventarse y continúa su proyecto dos años después desde el inicio oficial de la pandemia en Cataluña
Esta semana se cumplen dos años desde el inicio oficial de la pandemia en Cataluña, cuando se conoció el primer caso de covid-19. Cuando las restricciones por la pandemia llamaron a la puerta del restaurante Les Moles (Ulldecona), uno de los tres establecimientos distinguidos con Estrella Michelin en las Terres de l'Ebre, su chef y propietario, Jeroni Castell, tuvo claro que había que reinventarse para poder seguir adelante. Fue entonces cuando ideó la posibilidad de ofrecer algunos de los platos de su carta a través de tiendas gourmet y supermercados. El proyecto, que bautizó como Les Moles, una Estrella Michelin a casa, está en marcha desde diciembre de 2020 y sigue expandiéndose. Castell recuerda que en el momento del cierre, a partir de mediados de marzo del 2020, vivió momentos de «mucha tensión, incertidumbre y nervios». Fueron «muchas horas en el sofá sin ver la luz y con el negocio parado sin saber hasta cuando». Haciendo de la necesidad virtud ante una situación que recuerda como «dramática», se planteó la idea de que daría luz al nuevo negocio: «si no podíamos vender platos en el restaurante los podríamos hacer llegar a casa a partir de supermercados y tiendas gourmet».
Inicialmente empezó haciendo el reparto directamente con la ayuda de miembros de su misma familia. Posteriormente, invirtiendo en equipamientos, adaptando espacios y reorganizando los recursos. «Cuando te detienes, el impacto es grande», admite. El restaurante, uno de los más reputados del territorio y con proyección más allá, dispone de unas instalaciones de más de 1.000 metros cuadrados, ocupa regularmente una veintena de personas y refuerza la plantilla para atender la temporada de bodas y banquetes diversos.
La idea, elabora Castell, era sacar al mercado platos que ofrece el mismo restaurante –croquetas de foie gras, jamón, langostinos y sobrasada o canalones de pollo de corral y foie con bechamel de setas- para que los consumidores puedan degustarlos en casa «con el nivel que tiene un restaurante como el nuestro, con una estrella Michelin y dos soles Repsol. Es un valor que queremos transmitir y lo conseguimos»,observa.Por el camino, se han tenido que modificar recetas y perfeccionar procesos. Siempre partiendo del planteamiento que no se podía ofrecer un menú de degustación completo como lo que se puede probar en el mismo restaurante.
Negocio en expansión
Los platos encontraron enseguida una buena acogida en el ámbito territorial más próximo de las Terres de l'Ebrey el Bajo Maestrazgo. «Nos favoreció la novedad, las restricciones de no poder ir a los restaurantes y la época de Navidad. Fue un boom a más no poder, que después ya no ha sido tanto», apunta. Los platos son distribuidos por cadenas de supermercados como Condis y se pueden encontrar en tiendas gourmet o especializadas. Desde hace cuatro meses, ya se pueden encontrar también en la zona del Campde Tarragona. La próxima semana anunciarán que extienden también su presencia enla zona del Garraf. El objetivo ahora es llegar también al resto de Cataluña y la Comunidad Valenciana.
Lejos todavía de las cifras del 2019, antes de la pandemia, el negocio de las Moles como restaurante ha ido recuperando posiciones este 2021, si bien Castell reconoce que ha ganado peso la facturación diaria del comedor en detrimento de los banquetes. Mientras tanto, apunta, la aportación de la nueva rama de negocio sigue incrementando. «Ha suplido una buena parte de lo que perdimos», indica. La envergadura de la actividad se visualiza con procesos muy controlados, homologables en lo que define como los de «fábricas de comida».
«Eso que empezamos muy deprisa, sin saber muy bien dónde íbamos y nos echábamos a la piscina, acabamos encontrando agua. Estamos contentos y nadando bien. Vemos que hay horizonte importante en este mercado que queremos seguir explorando», apuntaCastell, quién tiene muy claro el valor de todo más allá de los beneficios. «Aprendí que tenemos que tener dos o tres cestas diferentes para poner los huevos, porque los teníamos todos en una cesta, cayó y se rompieron todos. La diversificación del negocio, si puedo, la quiero seguir manteniendo», cierra.