Medio Ambiente
Científicos y expertos reclaman «dinero y acuerdos» para traspasar sedimentos al Delta del Ebro
Los técnicos identifican medidas como «purgar» pantanos o construir colectores que se pueden hacer en Mequinenza y Riba-roja
La Comisión de estudio sobre la protección del Delta del Ebro en el Parlament ha escuchado este martes las propuestas y análisis de cuatro expertos y científicos para aliviar la agonía del Delta. Los ponentes han vuelto a exponer medidas y métodos, como el modelo holandés, que, consensuadas y combinadas, permitirían frenar la grave regresión y subsidencia de la plana deltaica, al menos durante las próximas décadas. «Si lo hacemos bien, podemos gestionar el Delta hasta que el nivel del mar crezca un metro», ha dicho Carles Ibáñez, de Eurecat. Los comparecientes coinciden en qué mover los sedimentos de los embalses es indispensable y han puesto ejemplos ejecutables, como la construcción de colectores desde Mequinenza al Delta o «la purga» de Riba-roja.
Los investigadores y expertos que han participado en la Comisión de estudio sobre la protección del Delta del Ebro han recordado que desde la construcción de los embalses llegan al Delta del Ebro sólo un 1%, aproximadamente, de los sedimentos que transportaba el río. Se calcula que en Mequinenza, Riba-roja y Flix se ha acumulado en las últimas décadas 200 millones de toneladas, la mayoría en Mequinenza, mientras que se ha ido agravando la subsidencia (entre 3 y 5 milímetros anuales) y la regresión (6-7 milímetros anuales) de la plana deltaica. El Delta del Ebro tiene 2.170 kilómetros cuadrados, pero emergidos sólo 320.
Carles Ibáñez, jefe del Área de Cambio Climático de Eurecat, junto con Juan Pedro Martín-Vide, profesor de ingeniería hidráulica de la Universitat Politècnica de Catalunya, José Luis Casamor, profesor asociado del Departamento de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Universitat de Barcelona, y Vicenç Gràcia Garcia, experto en dinámica litoral del Delta del Ebro han coincidido en el dinamismo del deltas y han rehusado protegerlos con estructuras duras, pero también han compartido que la inacción gubernamental está condenando el Delta a inundarse y a perder en pocos años la mitad de su superficie.
Insisten en que movilizar sedimentos acumulados en los embalses es imprescindible para mejorar «la salud del Delta» y han lamentado que no se esté actuando en este sentido, a pesar de que el creciente consenso sobre la importancia de gestionarlos, que también avala la Unión Europea u otros organismos como la Comisión Internacional de Grandes Presas, con sede en España.
Los profesores han denunciado que el inmovilismo que cierne sobre esta cuestión se debe a la falta de voluntad política y también «a los intereses económicos» de empresas, instituciones y organismos. El profesor Martin-Vide ha asegurado que existe «una conjura» entre el Estado y las hidroeléctricas, a quien Gracia también ha acusado de desentenderse y «hacerse las sordas» cuando se les pide colaborar para poner en marcha proyectos bisiestos de sedimentos.
En esta «negligencia» también se ha implicado la Confederación Hidrográfica del Ebro – «que manda mucho, pero tiene el presidente en Zaragoza»-, así como otros intereses económicos del mismo territorio ebrense. Los investigadores han cuestionado hasta donde, instituciones, empresas y organismos, «están dispuestos a ceder» para poner en marcha medidas que tienen «consenso científico», pero que supondrían pérdidas a corto plazo, pero beneficios de largo recorrido.
Detener la producción
Y es que los proyectos que los expertos proponen implican vaciar pantanos, detener la producción de energía o gestionar una gran avenida del río –y quizás inundar arrozales o afectar a las bahías- para poder hacer el traspaso de sedimentos desde los pantanos.
Ejemplos para mover los limos han propuesto diversos en la sesión de la Comisión: desde limpiezas anuales de los desagües de fondo de los pantanos que supondrían la movilización de 2 millones de toneladas de barros; a «la purga» de Riba-roja que representaría casi vaciar el pantano para mover 20 millones de toneladas de limos con el paso del agua de Mequinenza hasta Flix; una prueba piloto con una cañería flotante, que permitiría este traspaso sin vaciar el embasamiento de Riba-roja; o la construcción de un colector por vía terrestre (un vía paso) hasta el Delta (unos 60 kilómetros), como el que existe en el Llobregat. «¿El problema de las salmueras se merece un colector para llevarlas a la desembocadura y eso no? Tenemos derecho porque soluciones hay muchas y hay que evaluar costes y beneficios», ha defendido el jefe del Área de Cambio Climático de Eurecat.
Para Ibáñez la movilización de sedimentos tiene que ir complementada con la construcción de las guardas costeras y la ampliación de playas con arenas, el modelo del Plan Delta. Ahora bien, como también ha hecho Martin-Vide, han desmentido a otros investigadores, como el profesor Ramon Batalla, sobre la ineficiencia de este traspaso de sedimentos. Lo han hecho con el ejemplo de casos como el río Tordera, donde el embate del temporal Gloria generó la creación de un Delta inexistente, o el del río Elwha, en Washington (Estados Unidos), donde la destrucción de unapresa ha movilizado 11 millones de toneladas de sedimentos en 3 años que han permitido recuperar la plana deltaica. «Que la cuenca del Ebro intervenida no aportaría tantos sedimentos como antes es innegable, pero que no sea igual que en el siglo XIX, no quiere decir que no valga la pena», ha defendido Martin-Vide.
Los cuatro expertos han insistido que los «métodos y los costes» para hacer posible este traspaso de los embalses en el tramo final del Ebro están estudiados y cuantificados y que sólo hay que incentivar el consenso técnico para decidir «qué Delta del Ebro queremos», «un debate público» sobre «qué mantener y a qué coste». «Sólo la visión conjunta de expertos y técnicos permitirá abordar la complejidad del problema, el Delta tiene unas patologías que cuestan dinero y consenso, y el acuerdo tiene que llegar cuanto antes mejor», ha defendido Casamor.