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Secar los arrozales después de la cosecha reduce las emisiones de metano, pero perjudica las aves acuáticas del Delta

La plaga del caracol maçana disminuye a la mitad la superficie agrícola inundada los últimos años

El agua entra desde la acequia de riego a un arrozal en Sant Jaume d'Enveja.

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Cuando acaba la cosecha del arroz en el delta del Ebro se producen dos tercios de las emisiones de metano del cultivo, pero secar el campo en lugar de mantenerlo inundado, disminuye las emisiones de este gas de efecto invernadero del 82% al 51%, según datos de 2015 y 2016 del IRTA. La plaga del caracol maçana ha reducido esta práctica de inundar el campo de arroz en el Delta. Del 63% de la superficie agrícola que se solía inundar antes de la aparición de la plaga (2009), se ha pasado a un 35% por término medio los últimos seis años, casi la mitad. Aunque la medida reduce «muy significativamente»las emisiones de metano, los campos secos son «menos atractivos»para las aves acuáticas. Los investigadores del IRTA proponen «una gestión más integrada».

Para estudiar los efectos del secamiento de los arrozales en el Delta en las emisiones de gases de efecto invernadero y en la biodiversidad, investigadores del Instituto de Investigacióny Tecnología Agroalimentarias (IRTA) muestrearon las tasas de emisión de metano e hicieron censos de pájaros, comparando los datos de los campos secos y las de los inundados, los inviernos de 2015 y 2016.

Los resultados se han publicado en The Proceedings of The Royal Society y concluyen que el metano emitido se reduce «mucho», pero las aves acuáticas sufren las consecuencias, más de 250.000 aves acuáticas pasan el invierno en el Delta.

El metano se produce con la descomposición de la materia orgánica en los arrozales inundados y con la tierra secada «se inhibe la actividad microbiana que laproduce». Ahora bien, según las observaciones, la afluencia de aves acuáticas fue menor en los campos secos, tanto en abundancia como en variedad. La diversidad de especiesse redujo en un 75% en el 2015 y un 57% en el 2016, especialmente en grupos como las urracas, los ibis y limícolas. Son aves que encuentran en los arrozales inundados un hábitat rico en alimentos, como zooplancton o crustáceos.

La gestión integrada, según los investigadores del IRTA, pasa por «la concertación», «encontrar un manejo adaptado en función de las zonas, un mosaico de inundación y secado según dónde valga la pena», ha defendido a la científica Maite Martínez-Eixarch.

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