Industria
La primera planta de biometano de Cataluña se pone en marcha
Se encuentra situada en la Galera, en el Montsià
La planta de biometano de la Galera, la primera de Cataluña, ya inyecta y distribuye su producción a través de la red de transporte de Enagás. Ha empezado a hacerlo esta semana, después de desencallar las trabas burocráticas que durante tres años le han impedido conectar las instalaciones con el gasoducto de transporte próximo. Ahora, resuelto el vacío legal y catorce años después de iniciar el proyecto, la sociedad Biometagás la Galera ya comercializa como energía verde el biometano que genera a partir de residuos alimentarios, agrícolas, ganaderos y orgánicos. La producción prevista de 4 millones de metros cúbicos anuales será adquirida, principalmente, por clientes industriales europeos a través de un sistema de certificación de origen renovable.
El gestor técnico del sistema gasista estatal, Enagás, ha sido el encargado de ejecutar las obras del ramal, de un kilómetro aproximadamente de longitud, que conecta la planta con el gasoducto de transporte a su paso por el mismo término municipal de la Galera. Una vez finalizados los trabajos y superado el periodo de prueba, que se ha alargado durante los últimos tres meses, la empresa ha podido poner en marcha la planta de biometano a un 40% de su capacidad. En un periodo de entre cinco y seis meses, calculan a sus responsables, podrá llegar a operar a pleno rendimiento, llegando a generar unos 40 GW/h al año de energía renovable.
Atrás quedan los dos años y medio de conflicto legal y burocrático para facilitar la salida del gas renovable producido por la planta de la Galera, la primera en marcha de estas características que se pone en marcha en Cataluña. Es, además, la segunda del Estado español, detrás de la del antiguo vertedero de Valdemingómez, en Madrid, que se conecta directamente a la red de gasoductos de transporte para inyectar su producción de biometano. Durante el impaso de tira y afloja con las administraciones, el biogás que empezó a producir desde agosto de 2020 se quemaba, sin posibilidad de aprovechamiento, por la antorcha de las instalaciones. Eso privó también a la empresa de unos ingresos entre los 2,5 y 3 millones de euros anuales.
De hecho, el proyecto traqueteó seriamente en el momento que el gobierno español y el de la Generalitat se empezaron a pasar la pelota el uno al otro ante la petición de permisos para que Enagas empezara a ejecutar la construcción del rama. La discusión competencial tenía que determinar quién podía autorizar, en condiciones de seguridad ambiental e industrial, la conexión de una planta que produce gas renovable en un gasoducto de transporte a alta presión de la red general. De todo, finalmente, emergió la constatación de un vacío legal: nadie había pensado hasta aquel momento.
«Hemos tenido que llorar mucho. Hasta ahora no había una ley que amparara la conexión en la red de transporte -diferente a la red de distribución, que transporta el gas hasta el consumidor- y nadie sabía por qué. Después de varias preguntas a la administración intentamos hacer un gran lobby con Enagás y la misma administración para poder desarrollar esta ley de transporte», ha relatado el gerente de Biometagás la Galera, Albert Martínez. Alternativamente, sobre la mesa se puso la posibilidad de transportar el gas en camiones hasta un punto de conexión próximo de la red de distribución.
Cambios legales para construir el ramal
La solución de modificar de la Ley de Hidrocarburos, reconociendo como línea directa la conexión de una planta de biometano con la red de transporte, acabó desencallando los permisos para poder construir el ramal hace casi un año. Con en funcionamiento, la empresa ha podido poner también en marcha la planta de biometano, depurando el biogás inicialmente obtenido. El proyecto ha supuesto una inversión de 5,5 millones de euros, a los que se tienen que añadir los 1,2 que ha pagado Biometagás para construir el ramal de conexión. La sociedad está formada por 39 socios, mayoritariamente cooperativas agrícolas, productores y ganaderos del territorio.
La planta tiene una capacidad para recibir y gestionar unas 100 toneladas diarias productos alimenticios caducados, residuos vegetales de la agricultura, deyecciones ganaderas o material orgánico que son convertidas, mediante un proceso de fermentación producido por bacterias, en biogás. Este producto, posteriormente, se refina para obtener el biometano, más neto. «Es exactamente la misma molécula que el gas natural, pero esta tiene la certificación verde», precisa Martínez.
Un sistema de certificación del origen renovable del gas permite que este, una vez inyectado a la red de transporte, pueda ser vendido por todas partes. Las empresas comercializadoras, de hecho, se dedican a vender los certificados de de consumo del gas renovable producido. Actualmente, según Martínez, su coste es cerca de un 50% superior al del gas convencional, valor añadido que el comprador paga para tratarse de una energía reconocida como nieta y poder acreditar que no se generan emisiones con su uso.
Producción consumida en Europa
Eso ha hecho que la producción de la planta de la Galera tenga una gran aceptación, especialmente, entre la industria del centro y norte de Europa. Hace un año, cuando todavía no se habían iniciado las obras del ramal, Biometagás ya había cerrado un acuerdo para poner su producción en manos de una comercializadora española Molgas, que distribuye en Europa los certificados de consumo a través de broker holandeses del sector.
Las posibilidades de darle salida al mismo territorio, en Cataluña, son limitadas, hoy por hoy, según reconoce la empresa. «No hay normativa en España que penalice la contaminación. Me gustaría que -la producción- se quedara en el territorio pero aquí no lo pagan como lo tendrían que pagar para ser gas verde. Las empresas europeas, en cambio, tienen que certificar el uso de gas de procedencia verde», ha remachado Martínez.