Economía
Luz verde a la ampliación de las granjas marinas de engorde de atún de Balfegó
La empresa de l'Ametlla de Mar quiere incrementar un 50% la capacidad de entrada de pescado, hasta las 3.750 toneladas anuales
El Departament d'Acció Climàtica ha aprobado la declaración de impacto ambiental del proyecto de ampliación de las granjas marinas para el engorde de atún del Grupo Balfegó delante de la costa de l'Ametlla de Mar (Baix Ebre). La empresa inició la tramitación de este proyecto el año 2019, con la idea de ampliar en 347.791 metros cuadrados la concesión administrativa del espacio que ocupan las piscinas de engorde, que actualmente es de 735.188,9 metros cuadrados. Así, la instalación de diez nuevas jaulas permitiría a Balfegó incrementar un 50% la capacidad de entrada de ejemplares salvajes hasta un total de 3.750 toneladas anuales, elevando también la producción final de pescado en la misma proporción, hasta las 5.625 toneladas al año.
Como resultado de la ampliación, las nuevas instalaciones de engorde tendrán 1.082.980.09 metros cuadrados poco más de cuatro kilómetros de la costa de l'Ametlla de Mar, formando un área rectangular de dos kilómetros de longitud por medio de anchura. La previsión de la empresa es que las obras de instalación se alarguen durante unos quince meses en total: diez semanas, para la construcción de las nuevas jaulas, y unas cinco semanas para la ejecución del fondeo.
Según el proyecto, la instalación de las diez nuevas jaulas circulares permitirá incrementar en 1.250 toneladas anuales la capacidad de entrada de pescado salvaje, que actualmente es de 2.500 toneladas. Eso también supondrá elevar la producción final de pescado, que actualmente es de 3.750 toneladas anuales, en 1.875 toneladas más.
La granja actual se puso en marcha el año 2004 y los sucesivos proyectos de ampliación presentados han chocado, a menudo, con la oposición de grupos ecologistas. Recientemente, la empresa anunció la inversión de dos millones de euros en el Sur de Italia en una nueva granja como respuesta a la interpretación «restrictiva y discriminatoria» que estaría haciendo la Comisión Europea de la legislación vigente sobre los límites de capacidad de las granjas de engorde.
La empresa recuerda que después de que el Plan de Recuperación de la Especie implantado el año 2006 para combatir la sobreexplotación consiguiera el objetivo, el plan de gestión, con medidas de sostenibilidad a largo plazo, ha permitido que las cuotas de pesca pasen de las 12.900 de 2011 a las 36.000 de 2020 y 2021, con ligeros incrementos posteriores.
Los ejemplares que son capturados por la flota de rodeo de la empresa entre finales de mayo y finales de junio -justamente esta semana han cerrado la campaña después de capturar su cuota de 2.830 toneladas en seis días de trabajo- son trasladados con jaulas hasta la granja. Allí se distribuyen en función de las cantidades para permitir una densidad homogénea y no se mezclan ejemplares de campañas diferentes.
La empresa asegura que, de momento, no se ha detectado problemas de enfermedades vinculadas a la cautividad. En la granja son alimentadas con caballa y alacha -que se compran congeladas en grandes cantidades en países como Portugal- de acuerdo con un plan propio para cada jaula en función de la fecha prevista de sacrificio y destinación del producto. Los atunes empiezan a presentar los niveles óptimos de grasa en tres o cuatro meses y el periodo de estabulación de los ejemplares es entre nueve y diez meses, oscilando entre tres y dieciséis meses.
El Estudio de Impacto Ambiental de Balfegó apunta que las piscinas flotantes favorecen la acumulación de moluscos, entre otras especies, que junto con la carga orgánica y la carnada no ingerida atraen otra fauna submarina así como depredadores, como el mismo atún encarnado. Hay un fuerte efecto de atracción de pescado salvaje, reconoce la empresa, a 200 metros más allá de las instalaciones. Aducen que funcionan como «micro-reserva pesquera», con especies de interés ecológico y comercial, que han llevado a los mismos pescadores a concentrar la actividad en torno a la zona de concesión.
Alegaciones de los pescadores
Precisamente, la Cofradía de Pescadores de l'Ametlla de Mar, en sus alegaciones, apuntaba que el efecto de atracción de alimentas y atunes se puede ver incrementado, generando una mayor presión de esta especie sobre la pesca, especialmente, ante la disminución de capturas de pescado azul. También reclaman mecanismos de control para evitar que el funcionamiento no perjudique a ningún sector en esta zona.
Balfegó también descarta que pescados puedan quedarse enganchados en las redes, con luz de malla de 10 por 10 centímetros. Apuntan que las aves marinas se ven atraídas por la alimentación de los atunes y de los pescados que atraen, hecho que beneficiaría poblaciones vulnerables como la gaviota de Audouin. Descartan que los espacios de la Red Naturaleza 2000 del Litoral Meridional Tarraconense y el Delta del Ebro, así como las praderas de posidonia de interés comunitario no se verán afectadas, dado que la dispersión del alimento no ingerido se producirá llegará a unos 200 metros, lejos de donde se encontrarían estos espacios.
Consideran que la construcción tendrá impactos compatibles pero los eleva a moderados en la fase de funcionamiento, por los efectos sobre la calidad de los sedimentos y las comunidades bentónicas de la alimentación y la presencia de atunes. Los sucesos accidentales, como vertidos de combustible o escape masivo de atunes, se valoran con riesgo bajo y como «remotamente posible».
Condiciones
Ante todo, el Departament d'Acció Climàtica incorpora condiciones específicas relativas al dimensionado de elementos para resistir esfuerzos y evitar roturas, selección de materiales que eviten la contaminación, la comprobación del estado del fondo marino o vigilancia específica para evitar impactos sobre el espacio incluido en la Red Naturaleza 2000.
También reclama incorporar planos de contingencia ante fenómenos meteorológicos extremos que eviten la llegada de ejemplares muertos a la costa -como sucedió con el temporal Gloria- así como un programa de vigilancia ambiental que tenga en cuenta los niveles de materia orgánica generados y seguimiento de los efectos sobre los recursos pesqueros y hábitats de interés de la zona.