Patrimonio
Los romanos habrían utilizado como plaza militar el poblado ibérico del cuello del Moro de Gandesa
Los arqueólogos empiezan una nueva campaña con el objetivo de fechar y explicar los cambios en el acceso principal
El poblado ibérico del cuello del Moro de Gandesa, uno de los mejor conservados de Cataluña, podría haber sido reconstruido y utilizado durante la época romana republicana como plaza militar. Es la hipótesis que el equipo de arqueólogos de la UB baraja al inicio de una nueva campaña de excavaciones que tiene que servir, entre otros aspectos, para fechar y concretar la evolución del acceso principal al poblado.
Aparte de descubrir, en años anteriores, la almazara de vino más antigua de Cataluña, las excavaciones han permitido destapar tramos de pared de una altura «excepcional», de entre cuatro y cinco metros, así como una torre central defensiva que podría llegar a los catorce metros. Los trabajos empezaron el día 10 y se alargarán hasta el próximo 29 de julio.
Ocupado desde el siglo VI antes de nuestra era, los arqueólogos de la UB han llegado a los estratos que corresponderían al siglo III y adelantan que queda todavía mucho trabajo por anticipado. Aquello que sí parece claro, en estos momentos, es que el poblado del cuello del Moro habría vivido bajo el control de diferentes grupos con diferentes funciones. Los trabajos que desde hace más de un año y medio se concentran en la zona de la puerta de acceso lo han permitido constatar. Por eso, la datación de esta estructura tiene que permitir definir mejor la evolución arquitectónica, cronológica y funcional del espacio.
Desde su creación y hasta la segunda guerra Púnica, a finales del siglo III, se hacía por una apertura diáfana de unos tres metros. Era entonces el poblado grande centro de poder político y económico de la zona a unos 30 o 40 kilómetros a la redonda, como otros poblados similares, como el Castellet de Banyoles. Hasta que habría sido destruido a raíz del enfrentamiento entre romanos y cartagineses. A partir de aquí, y en una segunda fase, y según apunta como hipótesis al codirector de las excavaciones, Rafel Jornet, el poblado se habría reconstruido y utilizado como plaza militar fuerte por parte de la Roma republicana con una puerta más estrecha y con escaleras que permitía dotar la entrada de mayor seguridad.
La guerra civil entre Sertori y Gneu Pompeu permitiría explicar esta evolución. De hecho, explica Jornet, el poblado ya había esta fortificado por la inestabilidad política y rivalidades entre asentamientos entre el siglo IV y III. Después de su destrucción cerca el conflicto con Cartago, habría funcionado como un «castelum romano», hacia los años 100 y 80 antes de nuestra era, jugando un papel importante en el conflicto interno. «Es un lugar importante, en la autopista hacia el interior. La guerra estaba en la zona de Aragón», apunta Jornet. «Hacia el año 80 podría albergar tropas y tener un papel estratégica en la logística militar de las campañas de la guerra civil», añade.
Excepcionalidad de los muros y la torre
Las futuras excavaciones previstas confirmarán estas hipótesis. De momento, sin embargo, aquello que sí que los expertos y la Generalitat consideran una realidad es la dimensión de aquello que los trabajos dejan al descubierto: muros de fortificación de entre cuatro y cinco metros de altura. «Es excepcional. No sabría encontrar ejemplos similares más allá de las Masías de Sant Miquel, en bañeras del Penedès, o algunos tramos de la muralla de Ullastret», apunta a Jornet. Los arqueólogos han excavado, hasta ahora, a la altura del pavimento de la época romana y tienen que rebajar todavía más el nivel del suelo hasta la roca natural, agotando la estratigrafía y, así, poder definir de forma más concluyente un discurso histórica para difundir a la ciudadanía. Después de localizar lo que es considera la almazara de vino más importante de Cataluña, las excavaciones también han permitido ir descubriendo las grandes dimensiones de una torre central defensiva que podría haber llegado a los catorce metros de altura hace unos 2.300 años -unos doce metros de los cuales están descubiertos.
Propiedad de la Generalitat, el yacimiento está siendo objeto de campañas de excavación e investigación intensivas desde el 2018, si bien ya se habían hecho trabajos de forma esporádica a principios de los años 80 del siglo pasado. En esta ocasión, en la campaña que empezó el día 10 y acabará el 29 de julio trabajarán entre 18 y 20 personas. Los trabajos son fruto de un convenio entre el Ayuntamiento de Gandesa, el Departamento de Cultura, la UB, el Instituto Catalán de Arqueología y la Agencia Catalana del Patrimonio Cultural.
La señalización y la museización tendrán que esperar
Más allá de esta tarea de investigación, la responsable del Área de Monumentos y Yacimientos de este último organismo, Carme Bergés, adelanta que para este 2023 trabajarán en la consolidación de las estructuras más importantes que se han descubierto y que puedan aparecer. La Agencia considera que, de momento, es prematuro presentar un proyecto definitivo de señalización y museización del espacio ante la posibilidad de que nuevos hallazgos dejen el discurso obsoleto.
«No queremos contradecirnos al cabo de seis meses de haberlas puesto», ha apuntado a Bergés, quien ha precisado que se podría trabajar en una propuesta en firme en un plazo de uno o dos años. Alternativamente, en la actualidad, se organizan visitas guiadas para ofrecer un relato «personalizado y vivencial actualizado» a las personas interesadas.
Por su parte, el alcalde de Gandesa, Carles Luz, ha remarcado la necesidad de garantizar la consolidación de los hallazgos del yacimiento, más allá de aprovechar el potencial turístico de este espacio y dar apoyo a los trabajos de excavación futuro. Se tienen que consolidar y preservar de las lluvias y del clima. Seguimos reivindicando que sólo se tiene que hacer trabajos para poder descubrir sino que consolidamos todo aquello que hemos descubierto», ha cerrado.