Agricultura
La producción de aceite caerá a la mitad en el Ebre por segundo año consecutivo
Los campesinos alertan de que el incremento de los costes y la pérdida de fruto los vuelven a dejar sin ganancias
Segunda campaña consecutiva en las Terres de l'Ebre y Tarragona en que la producción de aceite de oliva caerá a la mitad. La campaña de la oliva volverá a ser «complicada», con pérdidas significativas entre el 40% y el 50%, ligeramente mejor que en la recolecta del año pasado, cuando las pérdidas fueron del 70%. La sequía y el calor afectó a los olivos durante la floración y el escenario de escasez de aceite sitúa el inicio de la campaña de cosecha en un contexto de precios disparados. Los campesinos alertan de que este aumento de precios no repercute en sus bolsillos, ya que con los costes de producción disparados y la falta de fruto se volverán a quedar sin ganancias. Les cooperativas tememos también que se frene el consumo de aceite de oliva y las exportaciones.
Les lluvias de las últimas semanas y días «serán buenas» y ayudarán a estabilizar» el fruto y mejorar la producción de aceite de oliva, sin embargo ya no se puede recuperar la parte de la cosecha se perdió durante la floración, justamente por la falta de lluvias de la primavera y también por las altas temperaturas. Como explica Pere Albacar, director de Olivite Export - formada por cinco cooperativas oleícolas ebrenses -, el calor hace que «la flor que consigue salir, al final, no crece correctamente y se pierde producción».
En la última cosecha 22/23 ya se perdió entre el 50% y el 70% del fruto en el territorio y la producción de aceite se desplomó. De hecho, según datos de la FCAC (Federación de Cooperativas Agrarias de Cataluña), se produjeron 15.000 toneladas de aceite en el país (la media habitual supera las 30.000), la peor cifra de las dos últimas décadas. La situación este año sólo mejorará ligeramente porque se prevé que las pérdidas sean de entre el 40 y 50%, aumentando un poco la producción del año pasado. Sin embargo, «será una campaña compleja y de producción media-baja», «muy inferior» de lo que es común e incluso con zonas, tanto del Baix Ebre y Montsià como de la Terra Alta, que podrían no tener cosecha.
Precios disparados
La falta de oferta, también en el resto del estado español - principal productor mundial de aceite de oliva - ha provocado «un desbarajuste» en el incremento de precios del aceite y también cierta especulación. En pocos meses el coste del aceite para el consumidor se ha doblado o triplicado.
Como detalla Antoni Galceran, responsable del sector del aceite y la oliva de la FCAC, la garrafa de 5 litros de aceite ha pasado de valer entre 25 y 28 euros a venderse sobre los 40 euros, y el fruto, la oliva, se pagaba a unos 60 céntimos de euro por kilo o menos, hace dos años, y se acerca ahora al euro por kilo (90 céntimos de euro, aproximadamente).
Para hacer un litro de aceite se necesitan 6 o 7 kilos de oliva. Los rendimientos del fruto son muy variables y de eso depende también cuánto cobra el campesino. A pesar de este aumento de los precios del aceite también se refleje, proporcionalmente, al precio de la oliva, los beneficios de los oleicultores siguen quedando cortos. Será el segundo año que pierden mucho fruto y también que asumen costes de producción disparados como, entre otros, la energía, los fitosanitarios y los carburantes. «Si tiene muy poco producto, por mucho dinero que se incremente - el precio - no tiene bastante ganancia», ha remarcado Albacar. «Evidentemente que el precio sube y es bueno para el productor, pero a pesar del remolino de noticias e, incluso de memes en Internet del enriquecimiento con el aceite, si la producción es muy baja, por muy alto que sea el precio, no salen los números», ha añadido Galceran.
Especulación e inflación
Desde la FCAC también han criticado que el aceite de oliva haya pasado de ser «el producto de reclamo» de los supermercados con precios excesivamente bajos - por debajo del precio de producción – para competir con las cooperativas, a «apuntarse al carro de la especulación» y triplicar el precio. «Las cooperativas y los productores no especulamos. Mantenemos un precio que es lógico, antes y ahora», ha reivindicado Antoni Galceran. «8 euros por litro no son los 12 o 13 euros a los que se vende en los supermercados», ha ejemplarizado.
Los campesinos están dolidos con esta proyección de enriquecimiento que se está produciendo por el incremento del precio del aceite y sobre todo por el hecho de que se sitúe los productos alimenticios básicos como los responsables de la inflación. Según los cálculos del FCAC, el actual precio del aceite repercute en 3 euros por persona y año en la factura alimentaria de una familia que «lo utilice para todo». Esta es la diferencia de precio teniendo en cuenta los datos de consumo medio de aceite de oliva en el país que es de 10 litros por persona cada año. ¿Tampoco es tanto, no?», cuestiona el responsable de la Federación de Cooperativas.
La previsión de cara a los próximos meses es que este ligero incremento de la cosecha de oliva frene la escalada de precios, aunque se mantendrán altos. «Estamos hablando de precios altos porque no hay disponibilidad de producto, que es lo que nos disgusta más de la situación. El precio tenía que subir porque han aumentado los costes de obtención, pero llegar a estos extremos es peligroso porque no sabemos si se puede reducir el consumo», ha alertado el director de Olivite Export.
Bajada del consumo
El recelo de que los precios hagan caer el consumo lo tienen sobre todo fuera del país. La exportación en Olivite Export ya se ha reducido un 30% o un 40% en algunos de sus mercados. En países receptores que tienen cultura de aceite de soja o girasol, posiblemente se cambiará el consumo hacia este tipo de aceites. «Para un consumidor catalán o de las Terres de l'Ebre es más difícil que eso pase», ha explicado Pere Albacar.
Galceran apunta que hay que aprovechar la situación de escasez para insistir en la calidad, las bondades culinarias y los beneficios en la salud del producto, así como de la importancia del sector primario, la soberanía alimentaria y los productos de proximidad. «La lección sería que cuando vuelva la normalidad y los precios se estabilicen, no vuelva a haber altos-y-bajos. El precio anterior quizás era demasiado bajo, porque los productores no se podían ganar bien la vida, pero que sea asequible para el consumidor», ha defendido.
Campaña adelantada
Como en otros cultivos, la cosecha de la oliva se adelantará a mediados de octubre por el cambio climático y también por la tendencia a hacer unos «aceites más verdes y de más calidad». También acabará antes gracias a la tecnificación de la recolecta por parte de los agricultores. La campaña se ha acortado hasta finales de año. A pesar de que las variedades autóctonas de la DOP Baix Ebre-Montsià son la morruda, la sevillenca y la farga y en la Terra Alta el empelte, en los nuevos cultivos con acequia de soporte se apuesta sobre todo por la arbequina, más extendida en Siurana y el Camp de Tarragona. «Es una variedad que produce bastante, que da unos aceites muy equilibrados y, por lo tanto, no aquí, sino mundialmente, la arbequina se ha plantado y se planta muchísimo», ha explicado Galceran.