Temporal Gloria
Cinco años después del temporal Gloria en el Delta del Ebro
El Plan de Protección estatal todavía se tramita mientras el Govern pone en marcha una estrategia propia basada en el modelo holandés
La excepcionalidad de la tormenta y los efectos devastadores e inauditos del temporal Gloria pusieron el foco en la fragilidad y el riesgo de desaparición del Delta del Ebro e hicieron que fuera un punto de inflexión a la hora de exigir recursos y acción a las administraciones. El territorio se erigió unido en la Mesa de Consenso del Delta y con un plan conciso de las acciones imprescindibles para salvaguardarlo.
Las administraciones se comprometieron a alinearse y en estos cinco años se han dado pasos tímidos, más allá de las actuaciones de urgencia. El gobierno español todavía no ha puesto en marcha su Plan de Protección de Delta y la Generalitat se ha puesto a trabajar en paralelo con la Estrategia Delta, basada en el modelo holandés.
Hace cinco años, el devastador temporal Gloria implicó que la estrategia y la planificación para salvar el Delta del Ebro y parar su regresión y subsidencia «tuviera en cuenta el cambio climático y la acentuación de la frecuencia y de la intensidad de las tormentas marinas». Así lo destaca el científico e investigador, jefe del área de Cambio Climático de Eurecat y director del Centro de Resiliencia Climática, Carles Ibáñez.
«La lección» que dejó la tormenta, que llegó a las Terres de l'Ebre el 20 de enero de 2020, es que el litoral tiene que tener «bastante anchura» para resistir embates como aquel. Cómo muestran las imágenes del satélite Sentinel-2 del programa de la UE Copernicus de días antes del Gloria y de días después, la línea del litoral retrocedió, el litoral quedó engullido y con el agua de la tormenta y también el agua del mar inundó gran parte de la superficie deltaica.
A vista de satélite, el color azul del agua sustituyó durante días el color habitual de los cultivos sobre todo en ambos lados de la desembocadura del Ebro, y especialmente en zonas que quedaron bajo el mar en los términos municipales Deltebre, l'Ampolla, Sant Jaume d'Enveja o la Ràpita.
La anchura como protección
Como recuerda Ibáñez, las zonas de la costa deltaica con playas lo bastante anchas y sistemas dunares detrás no sufrieron daños significativos, un modelo que se ha ido repitiendo en todo el mundo ante fenómenos de este tipo. Los «espacios de acomodación» permiten «parar la energía de estas tormentas» y evitan que entre agua salada con la subida del nivel del mar, «otra realidad que se sobrepone» a los temporales, como ha recordado el científico.
También son importantes los espacios de pantanales detrás de estas franjas porque si se produce una inundación por la entrada de agua marina, se evitan «impactos inmediatos» en las infraestructuras agrícolas, como pasó en el Gloria con centenares de hectáreas de arrozales y con las estaciones de bombardeo, además de los paseos marítimos urbanos y puertos.
El jefe de Cambio Climático de Eurecat celebra que el Gloria también sirviera para «descartar intervenciones sin sentido» que suponen «poner puertas al campo» y que se demostraron ineficaces en situaciones como la violenta tormenta de hace cinco años. «La adaptación es mejor pensarla bien y anticiparla, que no reaccionar cuando no hay más remedio, que es lo que ha pasado hasta ahora», ha defendido el científico.
Planificación clara, más inversiones
Desde 2020, se han puesto sobre la mesa muchas herramientas para planificar como detener la degradación del Delta y los efectos que tiene el cambio climático. Son el Plan Delta, consensuado por el territorio, el Plan de protección del Delta del Ebro, la propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica que está pendiente de la evaluación de impacto ambiental estratégica para desplegarse, o la Estrategia Delta de la Generalitat.
«Hemos conseguido una cosa que no teníamos: el consenso y la conciencia de que el Delta está en peligro. Alinear pescadores, cazadores, naturalistas, ayuntamientos, parque natural y Generalitat... Y hemos conseguido tener de lado al Estado para poder avanzar. Lo tenemos que hacer mucho más todavía, y por eso desde el Govern seguiremos apostando por aquellas infraestructuras que sirvan para proteger el Delta del Ebro», ha dicho el director de los servicios territoriales de Territori en las Terres de l'Ebre, Miquel Alonso. Ibáñez ha añadido que lo que hace falta son más recursos, «inversiones que se recuperarán con menos gasto futuro».
Actuaciones de emergencia
En los últimos dos años, el Ministerio para la Transición Ecológica ha hecho aportaciones de urgencia de arenas (más de 317.000 metros cúbicos) en los puntos más frágiles y debilitados por el Gloria en el Delta, la Isla de Buda, el Trabucador y la Marquesa. Por su parte, la Generalitat ha actuado a las guardas de las balsas, ha hecho una batimetría de las arenas marinas para dragarlas y tiene en marcha uno de los proyectos para hacer caminos de guarda en las bahías, la de los Alfacs.
Las imágenes del satélite Sentinel-2 que comparan el estado del istmo del Trabucador los días posteriores al Gloria con la situación de este mes de enero reflejan la recuperación de la arena que quedó sepultada bajo el agua hace cinco años. La anchura de la lengua de arena, según muestran las fotografías, se ha recuperado y es similar a los días anteriores al temporal, aunque en la punta de la Banya, la empresa Infosa que gestiona las Salinas de la Trinitat, han renunciado al camino de entrada habitual de los camiones, porque se rompía constantemente por la entrada de agua del mar y ha construido otro.
En el interior de la bahía de los Alfacs actualmente se ejecutan las fases 1 y 2 del proyecto del nuevo camino de guarda. Se trata de una infraestructura para «hacer impermeable la subida del nivel del mar» con un camino elevado a 1,20 metros. Irá desde la Ràpita a la barra del Trabucador. Esta elevación, según los estudios científicos, tiene que proteger la zona de la entrada de agua de mar y evitar la salinización de las aguas interiores, como mínimo hasta el año 2100, ha explicado Alonso.
Los trabajos tienen que acabar en abril y entonces se hará la tercera fase del proyecto, «una poco más compleja» por las tramitaciones y concesiones necesarias para construir infraestructuras y puentes para hacerla transitable y convertir el camino en una vía ciclable, que conectará con la Vía Verde de la Vale de Zafán. Paralelamente, se están haciendo los trabajos previos para hacer el camino de guarda de la Bahía del Fangar, «consensuando» el trazado con la dirección general de Costas, las comunidades de regantes y los ayuntamientos. Alonso prevé que este año se podrán elaborar los proyectos para poder licitar la obra.
Dragado a la holandesa
El Govern también está pendiente «de una cuestión administrativa» para resolver la adjudicación de la redacción del proyecto (230.000 euros) para drenar las arenas marinas que se localizaron y calificar con una batimetría en todo el litoral deltaico. Se prevé invertir 11 millones de metros cúbicos de arena para que las playas más afectadas por la regresión en el Delta pasen de unos 20-30 metros actuales, cerca de 100 metros de anchura. El presupuesto previsto para esta actuación es de 116 millones de euros hasta el 2032.
Como ha recordado Alonso, esta actuación tiene que ir «de la mano» de las previstas por el gobierno español, que anunció más movimientos de arenas en superficie y una monitorización de las zonas donde se ha actuado para ver como resisten las playas que se han hecho recrecer Buda, la Marquesa y el Trabucador. De hecho, la Marquesa, entre el Fangar y la desembocadura, es una de las playas que quedaron más afectadas por el embate del mar y la tormenta, tal como las imágenes de Sentinel-2 de los días previos y posteriores también mostraron, con un retroceso y desaparición de arena evidente incluso a vista de satélite.
El refuerzo con arenas, la deconstrucción del paseo de l'Ampolla, el estudio de la reapertura de la bocana norte o la cesión de la gestión de la finca de Bombita en Parques Nacionales son las actuaciones del Plan de Protección estatal del Delta que la ministra Teresa Ribera anunció poner en marcha mientras se resuelve la tramitación ambiental estratégica que lo tiene parado.
Más agua dulce
Otro elemento que se ha desplegado para mejorar la situación en el Delta, es el Plan Integral de Gestión del Agua Dulce en el Delta del Ebro (PIGADE) de la Generalitat. Se han hecho obras en las lagunas «para evitar que el delta sea como una bañera» y se facilite la circulación del agua y también se están instalando bombas, autosuficientes energéticamente, «en puntos estratégicos», para facilitar la renovación de las aguas y drenar el agua salada que entra se sería de los campos. Antes se hacía circular de forma natural porque la cota y los campos estaban a diferente nivel. Sólo por decantación ya pasaba», ha explicado el director de Territori en las Terres de l'Ebre. De bombas se han instalado tres, tres más están en tramitación, pero se prevé instalar hasta nueve.
Recuperación de playas
Uno de los municipios más castigados por el Gloria fue l'Ampolla (Baix Ebre). La tormenta se engulló la playa del Arenal y «destrozó» y «partió por el medio» el puerto pesquero. «La Generalitat hizo una gran obra y tenemos un puerto donde los pescadores se pueden refugiar sin ningún problema, pero hay que planificar qué hacemos a partir de ahora», ha dicho el alcalde Francesc Arasa.
En el Arenal, donde desaparecieron 30 metros de playa, se construyó un muro de piedra entre la antigua discoteca Mediterrània y el Goleró, pero la infraestructura no ha frenado la regresión. Era una obra provisional para poder aguantar la carretera y que el camping que hay allí no se viera afectado, pero no es suficiente. Creo que hay que dar un paso más adelante porque en cinco años se ha actuado poco en el Delta», ha recriminado el alcalde.
El Ministerio ha licitado el proyecto y el estudio ambiental para renaturalizar y recuperar la playa del Arenal, una actuación que podría estar en marcha en un año y medio o dos. Como ha detallado Arasa, toda la estructura de hormigón y la carretera actual se retirará, el tráfico se desviará por detrás del camping l'Ampolla, y se recuperarán entre 100 y 150 metros de playa que se protegerá con unos diques perpendiculares sumergidos en el mar. La obra servirá de prueba piloto.
«Será un poco el estudio para ver dónde podemos hacer este tipo de obras por todo el Delta para mantener la actual morfología. No queremos retroceder. Queremos asegurar lo que hay», ha reivindicado el alcalde de l'Ampolla. Arasa ha insistido en que «se tiene que apostar por el Plan Delta» y desplegar las actuaciones que prevé. «Lo que hace falta es que estas administraciones, después de cinco años, lo lleven a cabo porque es la solución para nuestro Delta que está agonizando», ha pedido.
Soltar sedimentos
Para elevar el terreno del delta del Ebro, otro elemento clave es la aportación de sedimentos a través del río, una medida en manos de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro), atascada por la «reticencia» del organismo de hacer «una gran prueba piloto» en el embalse de Riba-roja (Ribera d'Ebre), como ha lamentado el investigador Carles Ibáñez. El director científico del Centro de Resiliencia Climática recuerda que el Delta necesita recibir entre 1 y 2 millones de toneladas de sedimentos anuales (un 10% de lo que recibía originalmente). En el embalse de Riba-roja se calcula que hay unos 20 millones de toneladas y a Mequinenza 200 millones de toneladas más, «un stock importante» que permitiría hacer llegar estos los sedimentos que frenarían la subsidencia de la plana deltaica.
Estudios recientes, como señala el investigador, han cuantificado que el río Ebro tiene capacidad de transportar entre los 8 y los 10 millones de toneladas con las crecidas que se hacen. «No podemos recuperar los 30 millones de toneladas originales, pero mover entre 1 y 4 sería fundamental para parar la regresión y ganar elevación en los arrozales», ha insistido Carles Ibáñez.
Menos costes
El científico ha insistido que el coste de evaluar técnicas bisiestas de sedimentos es muy menor que el coste de «no hacerlo si se cuantifica el gasto que actualmente se destina para la degradación del río Ebro y del Delta, contra los macrofitos y los problemas de navegación y de plagas, como la mosca negra, y todo el impacto que eso tiene en el turismo y la salud. Si empiezas a sumar, son mucho dinero e impactos sociales. Si invirtiéramos en hacer traspaso de sedimentos, hay unos costes, pero nos ahorraríamos los que tenemos ahora», ha defendido.
A destiempo
Ibáñez ha recordado que aunque un nuevo Gloria tendría que tardar medio siglo a repetirse «teóricamente», ya se va tarde en las medidas para evitar un nuevo desastre, ya que con el cambio climático estas tormentas podrían repetirse antes. «Estamos en peligro si no hacemos estas intervenciones», ha alertado. «No sé si el Delta es el kilómetro cero del cambio climático, porque el cambio climático también nos traerá inundaciones, más incendios forestales, más periodos de sequía. Pero aunque no lo sea, el Delta del Ebro es un espacio frágil, que se tiene que proteger», ha añadido el director ebrense de Territori, Miquel Alonso.
Contrarios al nuevo apeo
En estos cinco años desde el Gloria ha habido una propuesta del gobierno español que ha chocado con la oposición socioeconómica y política en las Terres de l'Ebre, el nuevo apeo de la zona de dominio público marítimo terrestre que supone un retroceso a lo largo de más de un centenar de kilómetros de costa deltaica, de entre 10 y 50 metros y la pérdida de muchos terrenos particulares próximos a la línea de costa deltaica. Al Ministerio se le ha reprochado que haya puesto en marcha este procedimiento antes que el Plan de Protección.
El Parlament y el Senado han aprobado una moción de ERC que pide detener el proceso, además de las alegaciones presentadas por los afectados, centenares de propietarios, comunitarios de regantes y entidades de l'Ampolla, Deltebre, Sant Jaume d'Enveja y la Ràpita. Una veintena de propietarios del Delta del Ebro presentaron una demanda por «inacción» al gobierno español en la Audiencia Nacional, con la petición de responsabilidad patrimonial que se cifró en 22 millones de euros por perjuicios económicos, una cifra que elevan a 600 millones en todo el Delta.