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La Barnahus del Ebre se pone en marcha con los primeros 25 casos de abusos sexuales a niños y adolescentes

El Govern avisa de que el nuevo servicio de abordaje hará «aflorar» esta «violencia sexual machista invisible»

Els consellers Carles Campuzano i Tània Verge visitant una de les sales de joc de la Barnahus de les Terres de l'Ebre.

Los consellers Carles Campuzano y Tània Verge visitante una de las salas de juego de la Barnahus de las Terres de l'Ebre.ACN

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La Barnahus de las Terres de l'Ebre ya está en marcha y ya atiende 25 casos de violencia sexual a menores. La casa de los niños y las niñas, el nuevo servicio de atención a niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, se ha ubicado en Tortosa en una antigua masía en el barrio de Ferreries. Gestionada por Suara Cooperativa, la Barnahus ebrense es la octava de las trece que el Govern acabará de desplegar este año en el país. El conseller de Drets Socials, Carles Campuzano, ha destacado que la casa de Tortosa ofrece uno de los espacios más acogedores y cálidos de toda la red, y confía en que, como ha pasado en Tarragona, el recurso haga «aflorar» más casos. Ester Cabanes, directora de la DGAiA, ha añadido que «en territorios pequeños se facilita más esta detección».

También la consellera de Igualtat i Feminisme, Tània Verge, avisa de que con la Barnahus «se levantará la alfombra» de una de las violencias machistas «más prevalentes, con más invisibilidad, más normalizadas y más infradenunciadas».

Verge ha señalado que solo el 10% de las violencias sexuales se denuncian y que las cifras de los casos sobre los menores son «estremecedoras». Según datos de Save the Children o del Consejo de Europa, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños han sufrido violencia sexual de personas de su entorno más próximo.

Los consellers Campuzano y Verge han destacado que el caso de la Barnahus del Camp de Tarragona, donde se ha triplicado el número de casos de abusos sexuales a menores detectados desde la puesta en marcha del servicio, hace pensar que esto se reproducirá por todo el país, donde este año ya estará desplegada toda la red de Barnahus.

«Veremos incrementar el número de casos atendidos y denuncias y - como con las violaciones - no se tiene que entender como un incremento de las violencias sexuales. Querrá decir que se han levantado alfombras y que las instituciones estamos acompañando mejor y lo hacemos garantizando, sin revictimización y en coordinación de los departamentos, que se ponen en el centro los derechos y las necesidades de las víctimas», ha apuntado la consellera de Igualtat i Feminismes. «No es que en el Camp de Tarragona las circunstancias sean peores, sino que la existencia del recurso hace detectar casos que no aparecían. Tenemos que ser responsables con lo que iremos conociendo en los próximos meses y años en las Terres de l'Ebre», ha añadido el conseller de Drets Socials.

El funcionamiento de la casa de los niños

La Barnahus de las Terres de l'Ebre, en marcha desde hace unos días, ya trabaja con 25 casos de abusos sexuales a menores que se han detectado en el territorio en los últimos meses, los últimos cuatro comunicados en la comisión territorial de la Barnahus de este viernes por la mañana. De hecho, el objetivo de estas equipaciones es que bajo «un único techo», el de la casa Barnahus, todos los profesionales implicados atiendan a las víctimas y a sus familias para acompañarlos durante todo el proceso.

Ante una sospecha o denuncia, un técnico de la DGAIA valora si se tiene que proteger el menor y se informa a las familias que se pondrán en contacto con ellos desde la casa Barnahus. Después de una primera reunión interdepartamental para compartir información sobre el caso, el tándem formado por un trabajador social y un psicólogo atienen a la familia y lo harán «hasta el final».

La familia y la víctima son citados a la Barnahus, donde se los acoge en un espacio «acogedor, agradable y cálido». La entrada se hace en una primera sala de atención y juego, y en una cocina, donde pueden tomar aquello que necesiten, para conseguir tranquilizar y relajar a las víctimas y a las familias. «Poder beber un vaso, de agua, hacer una tila, sentarse, jugar, leer un cuento... esto relaja el ambiente y mientras tanto el equipo les explica dónde están y qué pasará», relata Ester Cabanes, directora general de Atención a la Infancia y a la Adolescencia. «Ver la casa, los espacios o quienes les atenderá, hace que sientan que no hay nada que esconder» y que el espacio es seguro, ha añadido.

Después de las exploraciones iniciales, se dan herramientas psicoeducativas y consejos a la familia para poder trabajar dentro del ámbito familiar y conocer cómo impactarán los hechos en el niño. Los dos profesionales informan al equipo interdisciplinario integrado de todo el que va pasando y, cuando la situación lo permite, se hará la prueba preconstituída. Se trata de la declaración de la criatura previa al juicio, que tiene validez jurídica porque mientras se graba toda la comitiva judicial hace seguimiento - y puede intervenir - de manera telemática desde los juzgados.

En la Barnahus también hay un espacio para la revisión médica de las víctimas. La hace un equipo pediátrico y un médico forense. No permiten recoger las mismas pruebas que en casos de urgencia. Es decir, cuando se acaba de producir una agresión sexual, esta revisión médica se hace en un hospital para garantizar la custodia de las pruebas. Las pruebas que se pueden recoger en la Barnahus son complementarias y podemos permitir ampliar la investigación de los hechos – por ejemplo, si se detectan en el niño enfermedades de transmisión sexual -.

Cómo ha apuntado Cabanes, el objetivo es que se pueda llegar a celebrar un juicio y se pueda «acusar y castigar» a la persona responsable de los abusos sexuales. «Es la manera de garantizar a la víctima que la sociedad estamos a su lado, que lo hemos creído, y también para identificar a las personas que pueden dañar a las más vulnerables, que son los niños», ha apuntado la directora de la DGAIA.

Los psicólogos del servicio también hacen acompañamiento terapéutico a la criatura y la familia, hasta que estén preparados «para hacer una terapia clínica al uso, si la necesitan». Este equipo también impulsa talleres y terapias de grupo para ayudar los niños y adolescentes a reparar todo aquello que han sufrido y minimizar al máximo «las consecuencias traumáticas que les ha ocasionado».

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