Sociedad
Claveles rojos llenan el Memorial de las Camposines en homenaje a las víctimas de la batalla del Ebro
El conseller de Justicia señala que el Govern trabaja para remitir al Parlament la ley de memoria democrática
El Memorial de las Camposines, en la Fatarella, ha sumado este sábado 90 nombres de combatientes de la batalla del Ebro. Así, las familias han podido recordar sus seres amados que desaparecieron o bien murieron durante este episodio de la guerra civil española.
Coincidiendo con la efeméride del fin de la batalla, los claveles rojos han vuelto a impregnar este espacio de memoria. Es el caso de Magda García, que 86 años después de la muerte de su padre, ha podido rendirle homenaje.
«Como mínimo hay una placa donde se recuerda su nombre, para mí es muy importante», ha destacado emocionada. En el acto, el conseller de Justicia, Ramon Espadaler, ha señalado que el Govern trabaja para remitir al Parlament la ley de memoria democrática.
El acto anual de recuerdo a las víctimas de la batalla del Ebro ha coincidido este año con la efeméride de su fin, que se vivió el 16 de noviembre de 1938. Casi nueve décadas más tarde, familiares directos de los combatientes y desaparecidos se han desplazado hasta este espacio de memoria para rendirles homenaje. Para algunos, este estaba la primera vez que podían depositar flores en memoria de sus seres amados.
Es el caso de Magda García, una vecina de Viladecans de 95 años que vio cómo su padre se apuntaba de voluntario para el frente y nunca más volvió. Su abuela y su madre intentaron saber sin éxito saber dónde se encontraba su cuerpo, una información que todavía hoy la familia desconoce. A pesar de todo, este sábado Magda ha podido colocar un clavel rojo en una placa donde se puede leer el nombre de José García Martí, que forma parte de los 90 nombres que se han sumado a la lista de personas que perdieron la vida durante este episodio bélico.
«Nunca se ha hablado de esta guerra, parece que se haya olvidado. En mi casa no hablábamos porque estaba prohibido. No se explica bastante qué pasó para que no se repita, es bueno que se hable a los colegios y sepan qué pasó», ha subrayado García. Como Magda, familias venidas de toda Cataluña han remarcado la importancia de actos como el de este sábado para recordar a sus antepasados, incluso en casos en que los descendientes no los llegaron a conocer.
Roser Gelada, neta de Narcís Alsina, ha acompañado a su madre junto con su hermano hasta este espacio de memoria. Alsina murió durante la batalla del Ebro, cuando su hija tan sólo tenía cuatro años. Naturales de Mataró, hasta este año no habían tenido ocasión de participar en el acto institucional, si bien el nombre de en Narcís se incluyó cuatro años atrás, durante la pandemia del coronavirus. «Forma parte de nuestra historia y de nuestro pasado, no sólo familiar, sino también del país,» ha remarcado a la ACN Gelada.
En esta ocasión, el acto también ha puesto el foco en casos de familias que sufrieron más de una pérdida en la batalla del Ebro, como por ejemplo los hermanos Salvador y Sebastià Puig Aspero, de Sant Adrià de Besós, y Jaume y Quim Soler Codina, de Sant Feliu de Llobregat.
Un recuerdo colectivo
Desde el Departamento de Justicia y Calidad Democrática, el conseller Ramon Espadaler ha reiterado que durante años, este dolor y pérdida se ha sufrido únicamente en el ámbito íntimo y personal. «La reparación es un deber democrático, recordar las heridas íntimamente es importante, pero este legado tiene que continuar también al espacio público y a las nuevas generaciones», ha aseverado.
En este sentido, ha puesto el foco en los 90 nombres que este año se han añadido y que se han leído uno por uno en el homenaje de la Fatarella. Al mismo tiempo, ha señalado que están «a punto» de emitir en el Parlamento la ley de memoria democrática, que decayó en el transcurso del final del trámite parlamentario en la última legislatura.
Actualmente, ya son 1.909 las víctimas homenajeadas en el Memorial de las Camposines. Se trata de un punto que fue escogido como espacio de duelo y dignificación de los combatientes vista que era el lugar de paso entre la ribera del río Ebro y la primera línea del frente republicano durante la batalla. Se calcula que este episodio de la guerra civil española dejó un balance de más de 30.000 muertos, 75.000 heridos y 15.000 prisioneros.