El camino hacia el área metropolitana del Camp de Tarragona
El camino hacia el área metropolitana: el mundo económico, entre el escepticismo y la ilusión
Los fracasos pretéritos y la política de mirada corta lastran el área metropolitana entre el empresariado
«Si no se hubiera constituido el Consorcio de Aguas de Tarragona en los años 80, el área metropolitana no existiría». La reflexión es del presidente de PIMEC en Tarragona, Jordi Ciuraneta, que pone en valor el consenso que comportó entonces traer agua del Ebro. «Todo aquello que ordenas acaba siendo más eficiente. El área metropolitana ya está, porque las dinámicas ya existen», dice. Sin hacer aspavientos, la afirmación retruena, porque sugiere que el Camp de Tarragona, como el adolescente descentrado, hace ostentación de desgana a la hora de arreglarse la habitación.
«Esta puede ser una nueva edición del nuestro Guadiana particular», añade quien fue el responsable de estudios económicos de la patronal tarraconense CEPTA, Juan Gallardo. El también ex concejal reusense no se jugaría un euro por el éxito de alguna organización política que supere los límites territoriales municipales porque «todo el mundo», dice, defiende su interés. «¿Se integrarían en una sola cámara de comercio, las tres que tenemos en el Camp de Tarragona?», se pregunta retóricamente. «¿Cómo puedes articular todo un territorio si eres incapaz de hacer un POUM?», indica, provocador.
Pero el Camp de Tarragona, con la industria, el turismo y un «potentísimo» sector servicios, tiene una economía «bastante equilibrada» que probablemente todavía tiene pólvora para décadas, por la dificultad por deslocalizar la mayoría de industrias. Por eso Gallardo no tira la toalla: plantea un think thank, una especie de ‘Tarragona regional’ que empiece por la planificación territorial, el desarrollo industrial y acciones pequeñas en vez de grandes proyectos. «Eso no hace ganar votos», advierte.
Ciuraneta, ex consejero de Agricultura, coincide en este punto. «Nos hemos acostumbrado a una manera de hacer política y somos más del agravio que de las propuestas», señala. Un ente territorial, reflexiona, podría exactamente jugar el papel de proponer soluciones en clave territorial. «Cuando a un alto funcionario le traes una solución a un problema, la cosa suele funcionar», dice. La coyuntura electoral no ayuda. Desde hace un mes y hasta después de las europeas, la actuación política local también está acondicionada por la coyuntura electoral.
¿Cómo afecta en el mundo empresarial la articulación metropolitana del Camp de Tarragona? Dice Ciuraneta que «redefinir las comunicaciones, como atraer empresas de nuevas tecnologías...Todo esto nos afecta, y afecta más a los pequeños que a los grandes», y no duda en poner su organización al servicio tanto de participar en el debate de «pensar el territorio desde la globalidad», un debate en el que de momento sólo participan instituciones políticas y que en algún momento tendrá que abrirse en el conjunto del Camp de Tarragona.
«Una oportunidad para el mundo rural»
«Tenemos que ruralizar la ciudad, las áreas intermedias no pueden ser solo de hormigón y asfalto», dice. El Plan o Director Urbanístico que prepara la Generalitat tiene como uno de los principales retos ordenar los espacios de transición entre asentamientos urbanos. «El área metropolitana puede ser el tractor de todo el territorio», sostiene. Ahora bien, «el tractor se suele conducir sucio y sudado por el trabajo», dice.
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