Entrevista
Carles Brull: «Tenemos que regular los pisos turísticos, pero se tiene que estudiar pueblo a pueblo»
El presidente del Patronato de Turismo de la Diputació y también alcalde de Falset defiende un crecimiento sostenible del sector basado en el turismo de interior
¿Haría bien la Costa Daurada en poner las barbas en remojo con respecto a la limitación del turismo?
«La Costa Daurada trabaja en desestacionalizar, que es la manera con la que puedes asumir más actividad. En Tarragona, en la Costa Daurada, en las Terres de l'Ebre, tenemos una diversidad tan rica que nos puede ayudar a mantener un turismo de calidad y con unas cifras para que siga siendo un motor, pero trabajando más tiempo, con temporadas más largas.»
No hemos llegado al límite de capacidad, pues.
«Pienso que no. Estamos trabajando en este espacio de mejora del interior. Costa Dorada de interior. Es uno de los retos: mejorar las experiencias turísticas, dar voz a las diferentes realidades del turismo de interior para trabajar conjuntamente con el turismo del litoral, que es el turismo con el que se nos ha relacionado más...pero el interior tiene una capacidad turística brutal.»
Quizás todos juntos nos hemos olvidado, del interior.
«Durante unos años, no se creía. Y ahora el litoral también ve esta relación con el interior necesaria para poder seguir ofreciendo una destinación atractiva. No sólo ofrecemos sol y playa sino también visitas, conocimiento gastronómico, paisajes, parques naturales, la reserva de la Biosfera y todo tipo de actividades. Es una época apasionante, porque todos los pueblos lo ven. Todo el mundo tiene ganas de mostrar los valores y las virtudes de sus municipios. Y todos tienen, pero es cuestión de encontrarlo y saber prepararlo para que sea una experiencia turística de nivel y suficientemente atractiva para que haya gente que se fije.»
Al final, como todo, es explicarlo bien.
«Se tiene que hacer un buen trabajo. Eso pasa por darnos a conocer y explicar por qué somos lo que somos. Ya hace tiempo que lo hacemos en las ferias internacionales y con los turoperadores y estamos consiguiendo resultados: estamos teniendo unos repuntes de turistas irlandeses y británicos.»
Esta diversidad tarraconense acaba trasladándose en múltiples marcas. Costa Daurada, Salou, Terres de l'Ebre... ¿Eso nos ayuda o nos perjudica?
«Tenemos fórmulas, se trabajan y se planifican acciones anualmente. Costa Daurada es una marca trabajada durante muchos años. Tirar por la borda esta marca no sería muy inteligente. Se trata de darle el añadido que realmente ha existido siempre, pero que ahora tiene capacidad de ofertar experiencias muy interesantes.»
Señale alguna.
«El Parque Natural de la Sierra del Montsant, junto con la Reserva de la Biosfera. O también el nuevo parque natural de las montañas de Prades...pero todo eso relacionado con producto, que es lo que nos mueve. O la gastronomía... Tenemos mucho recorrido a hacer. Cada vez más bodegas y más restaurantes en un nivel muy alto, tanto del producto turístico que están ofreciendo como la gastronomía que ofrecen. En la Terra Alta, en la Conca, tenemos maravillas. Tenemos mucho campo por recorrer, pero tenemos que saber empaquetar bien estas experiencias turísticas y venderlas muy bien.»
En el interior faltan alojamientos.
«Cuando haya demanda, la iniciativa privada ya verá cómo tiene que dar salida. En Falset, hace 20 años había un hostal y una fonda. Actualmente, hay una quincena de establecimientos hoteleros o apartamentos rurales, dejando de lado aquel que tiene un piso turístico o una masía rural.»
¿Y como ve el futuro del turismo tradicional de sol y playa?
«Se tiene que hacer un trabajo de turismo responsable. Se tiene que buscar que sea sostenible ambientalmente, económicamentey socialmente. Si no, llegará un momento que no se podrá aguantar, porque no se podrá preservar. Muchas veces nos dicen a los del interior que siempre decimos que no. Pero no es que digamos que no, es que preservamos lo nuestro.»
¿Y qué les respondería?
«Pues que la costa tiene que mirar por lo mismo, que sea responsable. Eso lo tiene que hacer la administración, sí, pero también el privado, y el propio ciudadano, y también aquel que venga a visitarnos de vacaciones. La ciudadanía tiene que tomar conciencia de que todo se tiene que cuidar, porque si no, todo aquello se puede acabar. En aquellos lugares donde hay turismo, los ciudadanos lo tienen que querer, si quieren que haya. Se tiene que buscar un respeto mutuo entre la ciudadanía y el turismo.»
¿Cómo lo hacemos para evitar que el turismo se vea con hostilidad, como ya pasa en otras destinaciones?
«Mejorando la destinación, haciendo que sea una destinación de calidad. Poniendo en valor lo que somos y por qué y como hemos llegado aquí. El interior tiene el entorno que tiene porque en alguna época se abandonó y no se ha invertido. El trabajo de los que vivimos allí es preservarlo. El trabajo de los que viven en ciudades grandes y tienen el turismo como primera actividad económica también tiene que ser preservarlo, y eso quiere decir vigilar las experiencias turísticas que se pueden ofertar y estar atentos a aquel turismo que viene a buscar alguna cosa innovadora.»
En el interior el turismo no será nunca un turismo de masas.
«Exacto, aunque en Siurana se ha tenido que regular, por ejemplo, para que no sea una molestia. O Margalef de Montsant, que tiene el 50% de las viviendas para uso turístico. Eso se tiene que regular, se tiene que restringir, y pensar cómo hacer que estas viviendas sean para primera vivienda y que haya gente que se pueda quedar a vivir en Margalef. Porque, si no lo hacemos, nadie acabará viviendo en Margalef.»
Entonces la cuestión principal es como caray facilitamos que la ciudadanía escoja un proyecto de vida en los pueblos de interior.
«Mejorando comunicaciones, pudiendo tener oportunidades. En Tarragona quizás la gente no se da cuenta de ello, porque siempre hay cobertura, pero hay lugares donde no hay.»
¿En Tarragona, en Vila-seca, en Salou, en Cambrils...se tienen que limitar los pisos turísticos?
«Se tendría que permitir ofertar pisos de uso turístico pero que eso no se coma la oferta de vivienda ni para la gente local ni para la que tiene que venir a trabajar. Tenemos que regularlo, estudiar pueblo a pueblo, ciudad a ciudad. Y eso es un trabajo, pero no podemos meterlo todo en el mismo saco, porque no es lo mismo Margalef que Salou o Cambrils.»
El aeropuerto de Reus llegó a 1,7 millones de pasajeros a principio de siglo, cifras que no se han repetido.
«Ya tenemos una línea ascendente: para el 2024 esperamos un crecimiento del 16% y cerraremos las cifras entre 1,1 y 1,2 millones. Nos vamos acercando. Tenemos un aeropuerto de primera....»
...pero está infrautilizado.
«Sí. Tenemos que hacer que este aeropuerto opere mucho más. Si la Generalitat pudiera gestionar este aeropuerto, quizás tendríamos más usuarios... ves a saber.»
Aena es muy grande y está a 500 kilómetros.
«Tenemos la Mesa del Aeropuerto. Con las acciones que se plantean conseguimos mejorar la operativa de las aerolíneas. Aquí es donde participa la Generalitat, la Diputació, municipios y agentes económicos como las cámaras de comercio. Tenemos que seguir trabajando en esta relación, independientemente de si se habla de cuartas pistas o lo que sea.»
¿Como ve el proceso de construcción del área metropolitana tarraconense?
«Son iniciativas que se tienen que mirar para qué, y qué se quiere conseguir con ellas. Como patronato nos toca trabajar para todos los municipios, sin distinciones, formen parte o no de esta área metropolitana, de las Terres de l'Ebre o del Camp de Tarragona, de la Costa Daurada de interior o de litoral.»
Una de las razones será la promoción económica. ¿Qué lección puede aportar la experiencia del patronato?
Escuchar mucho, hablar mucho. Buscar consensos, buscar los equilibrios, y sobre todo contar mucho con la parte privada, porque realmente es quien mueve los engranajes.»
Desde el Penedès hasta el Montsià
Te puede interesar
Àrea Metropolitana
El turisme batalla per créixer a l’interior malgrat el dèficit de comunicacions
Oriol Aymí
Àrea Metropolitana
El camino hacia el área metropolitana: el mundo económico, entre el escepticismo y la ilusión
Oriol Aymí