Entrevista
Agustí Segarra: «Nuestro reto es recuperar inversión de calidad para ganar en eficiencia»
El Catedrático en Economía Aplicada por la URV analiza con Diari Més la situación del mercado laboral en el Camp de Tarragona, retos de futuro como la Inteligencia Artificial y la «necesidad» de las inversiones para dar un paso hacia delante en el territorio
El año 2018 decía en una entrevista que el Camp de Tarragona tenía un potencial muy grande que se tenía que cultivar.
¿Si tenemos todos los activos necesarios como es que nuestra renta per cápita no está como mínimo a nivel de Cataluña? Yo creo que aquí una respuesta, digamos, directa, para mí sería: nos hemos quedado anclados en un modelo productivo basado en la industria manufacturera clásica y no hemos sido capaces de diversificar e incrementar actividades».
La Cátedra para el Fomento de la Innovación Empresarial alertaba este año de la necesidad «urgente» de invertir en investigació e innovación en el Camp de Tarragona.
«Yo creo que hay una variable clave que es que el Camp de Tarragona es uno de los ámbitos territoriales en Cataluña que tiene un potencial de generar valor añadido más importante. Tenemos comarcas que generan mucho de valor añadido por persona, per cápita. Pero al mismo tiempo tenemos comarcas que tienen una renta por habitante muy baja. A nivel colectivo, el Camp de Tarragona, por ejemplo, representa, más o menos, el 85% de la renta por habitante catalana. Tenemos que convergir hacia la renta media de Cataluña. Si eso se junta al hecho de que mantenemos un peso, un músculo industrial, sin embargo, en cambio, el stock del capital físico y también intangible, se ha reducido, tenemos un fenómeno de descapitalización de la industria».
Eso quiere decir que las inversiones no llegan.
«Hace tiempo que no se están haciendo inversiones importantes en la industria en general. No hablo sólo de la química, aunque la química también. El reto es recuperar este ritmo de inversiones. Si queremos cambiar un poco la dirección del crecimiento, para que no sea tan cuantitativo, sino más cualitativo, e incrementar la renta, lo que tenemos que hacer es fomentar mucho la inversión, sobre todo una inversión que comporta no una ampliación de la capacidad productiva, sino una modernización de la capacidad productiva. La clave está en la inversión, y sobre todo la inversión en tecnologías más modernas que permitan que las empresas sean cada vez más eficientes.».
¿Por qué no se da esta inversión?
«Hay diferentes factores. El principal polo que tenemos de generación de actividad económica está relativamente cerrado. La industria química es un clúster interconectado, pero que no ha abierto las ventanas a una industria química más fina. Eso no quiere decir que sea responsabilidad suya, pero sí que creo que se habría podido implicar más el abrir un poco las ventanas. En el caso en que ha habido una apuesta industrial más diversificada, yo creo que se ha visto una cierta reanimación industrial y también de la inversión, como por ejemplo sería la zona de Valls, incluso en la zona de Montblanc, en el polígono de La Selva, etc. Por otra parte, también necesitamos una orientación y un esfuerzo para captar aquí una serie de actividad industrial que nos permita diversificar la economía».
Turismo e industria son los motores. ¿Es un modelo caduco?
«No, yo creo que un reto que tiene Europa y también nosotros es mantener una presencia importante en la industria manufacturera. Y Tarragona la tiene. Tenemos una industria importante que se enfrenta a una serie de retos, como la diversificación de modelo productivo. Sobre todo aquí tenemos una industria muy básica, y después también energética que, cuando escogió esta localización tenía un modelo determinado, muy centrado en la generación, la fabricación de una serie de componentes del petróleo, y que no ha evolucionado hacia una industria más fina, más relacionada al tema farmacéutico, al tema de la cosmética, etc.
¿Tienen parte de responsabilidad, pues, las empresas?
«No quiero decir que sean las empresas que están aquí asentadas las que tienen que hacer esta evolución. Pero si creo que se habrían podido abrir algunas ventanas de oportunidad para poder localizar aquí unas empresas químicas pero de carácter mucho más moderno, diferente, de componentes más subsidiarios de la empresa química básica».
¿Se tendría que exigir más a las empresas punteras del territorio?
Así como aquí han estado muchos años operando y han creado una base y una riqueza que nadie discute, ahora se les tendría que hacer ver que las inversiones que están haciendo en energías de futuro, en energías renovables, las tendrían que hacer aquí. Porque sinó nosotros, nos hemos llevado la parte negra. Con eso tendrían que ser sensibles».
Recientemente el Grupo Impulsor del Área Metropolitana ha presentado la creación de un ente que se encargará de atraer inversión extranjera.
«Me parece perfecto. Eso requiere personal muy específico, conectado con el exterior. Por una parte se tiene que poner en valor lo que tenemos aquí: la calidad de vida, la movilidad futura, pensar en clave de futuro también, de los espacios que tenemos. Por otra parte, hace falta reordenar el territorio y repensarlo desde un punto de vista metropolitano, es decir, no hacer de este territorio una competencia depredadora entre diferentes municipios, sino planificar a lo grande. Si las bolsas cotizaran, digamos, por la calidad de vida en perspectiva de futuro, yo creo que este territorio estaría muy arriba».
Tenemos una universidad y unos centros de investigación de referencia. ¿Por qué no retenemos el talento?
«Yo creo que es bueno que el joven bien formado que tiene perspectiva de futuro salga a ver mundo. Es bueno que se vaya y que se forme a fuera, porque a fuera ves una dimensión de las reglas de la gobernanza mundial que aquí no puede alcanzar. Pero esta gente después vuelve. Y cuando vuelve viene también con una perspectiva mucho más acertada que la que tenemos nosotros. Y en este sentido, no hay ningún problema, que se vayan y después vuelvan. Pero también hay que tener en cuenta que el gran mercado del conocimiento, el gran mercado donde puedes encontrar una oferta de puestos de trabajo cualificados, está en Barcelona».
¿Eso es un problema?
«Uno de los problemas que tiene Cataluña en estos momentos es que cuando se habla de áreas metropolitanas, hace falta que se empiece a hablar de qué es el área metropolitana, de qué modelo de metropolización quiere el país, porque ahora sólo hay una».
¿Cuál es su modelo?
«Nosotros aquí hace tiempo que estamos diciendo que queremos ser un área metropolitana. Pero por ahora sólo hay una de área metropolitana, que es el área metropolitana de Barcelona, que ahora son 36 municipios y que hay entidades, como es el Cercle d'Economia, que ya ha dicho que integre el Penedès. El modelo de futuro de este país no pasa por una gran área de Barcelona que lo integra todo, sino que pasa por una Cataluña metropolitana. Y algunos agujeros negros del país, en esta Cataluña metropolitana en red, tendrían una voz que hasta ahora se ha silenciado, pero que cuándo ves su peso económico te sorprende, que sería el Vallès, por ejemplo».
El Área Metropolitana de Tarragona también tiene cosas que decir, pues.
«Si la política ha intentado crear el área metropolitana es porque ve que cada vez, las dinámicas de movilidad laboral de la gente, pasan por aquí. La barrera municipal no tiene sentido. Lo que tenemos que hacer es buscar personas cualificadas que hagan una prospectiva de futuro. Tenemos mucha gente joven que todavía vive en Estados Unidos. Que miren cómo evolucionan las cosas en otros países, que hagan una prospectiva con vistas a 30 años y que traigan eso para aquí».
¿Hay que hacer una estrategia de futuro para mejorar?
«Tenemos que imaginar el futuro de este territorio de aquí 30 o 40 años. Un territorio que estará sometido a diferentes fuerzas. La fuerza del envejecimiento, la fuerza de la sostenibilidad, la fuerza de las nuevas tecnologías y digitalización, del cambio climático... ¿Qué papel jugará este territorio en la Cataluña del futuro y también en la Europa del futuro? Yo creo que eso estaría muy bien. No tenemos que vender ni estropear el territorio rápidamente, pero tenemos que jugar estratégicamente para que venga en parte un talento, digamos, que se forma aquí y que se va fuera».
¿Cómo analiza el mercado laboral del territorio?
«En el último trimestre, al cerrar el mes de septiembre, había en la provincia de Tarragona 440.000 activos, que es un número que nunca se había registrado, y de los cuales 390.000 ya trabajan. Por lo tanto, tenemos un decalaje, que son 49.000 parados. De alguna manera, se están quemando etapas. Tenemos más activos, más personas que quieren trabajar, y más personas que están ocupadas».
¿Cuál es el punto negativo?
«Que las personas que están en el paro, de manera transitoria, de manera permanente, aquí en la provincia de Tarragona, son más que en el resto de Cataluña. La tasa de paro está en el 11 o 11,5%. Se resiste a bajar de los dos dígitos, y este es el reto».
¿Por qué no podemos bajar de los dos dígitos?
«Por una parte, básicamente por la temporalidad. Ya sabemos que la temporalidad comporta fluctuaciones del mercado laboral, sobre todo en los meses no turísticos, fuera del verano, y más ahora con los contratos fijas discontinuos. Y por otra parte, también tenemos una reserva muy importante de población que está en condiciones de trabajar pero que por las razones que sean decide no entrar en el mercado de una manera contundente».
¿Qué pasaría si entraran?
«Subiría la tasa de actividad y la tasa de empleo».
¿Cuál es el reto, pues?
«Estamos registrando buenos números, pero si queremos garantizar un crecimiento de carácter cualitativo y no estrictamente cuantitativo, tenemos que cambiar la dirección de la dinámica económica de estas regiones».
Según datos de la Cátedra, los parados de larga duración en el territorio representan un 45,8% de la población parada. ¿Qué hay que hacer para cambiar estas cifras?
«Es un problema que tenemos aquí pero es un problema que también hay en otros mercados laborales. Y también hay un paro de carácter tecnológico, es decir, ahora estamos ante un reto: la inteligencia artificial. Los efectos que habrá sobre el mercado laboral afectarán a todo el mundo. Muchas veces dicen que esta tecnología sobre todo beneficiará o afectará a los cualificados, pero eso también afectará a las personas no cualificadas. Y muchas de estas en un futuro tienen que ir recalificándose, no en otro tipo de actividades, sino probablemente haciendo las cosas de otra manera. Hay que conseguir la formación en perfiles y calificaciones diferentes de una buena parte de los trabajadores. La gente, probablemente, tiene que hacer otro tipo de tareas más creativas, más humanas, porque hay una serie de tareas que ya las hace la tecnología. El mundo que viene de cara al futuro puede ser muy divertido, pero hay que dominar la bestia de la tecnología para que no nos domine a nosotros».