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Errores que no se pueden repetir

Reflejarse en un modelo barcelonés, pensado en el siglo XX, sería un «error» y un «peligro»

Imagen aérea del Área Metropolitana de Barcelona, formada por 36 municipios.CON

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Tarragona

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El 27 de julio del 2010 el Parlament de Catalunya aprobó por unanimidad la Ley 31/2010. De facto, el Área Metropolitana de Barcelona se convirtió en la administración pública metropolitana. Todavía faltan meses, incluso años, para que se constituya este ente en las comarcas tarraconenses. El objetivo, sin embargo, está. Y los movimientos políticos para hacerlo, también.

La administración pública del territorio metropolitano de Barcelona ocupa 636km² y está conformada por 36 municipios, con una población de más de 3,2 millones de personas. La nueva administración pública sustituyó los tres entes vigentes hasta entonces: la Mancomunidad de Municipios del Área Metropolitana de Barcelona, la Entidad del Medio Ambiente y la Entidad Metropolitana del Transporte. Para alcanzar la aprobación por parte del Parlament, sin embargo, se tuvo que trabajar durante décadas. Tal como está pasando actualmente en el Camp de Tarragona.

El Catedrático de Economía Aplicada por la URV, Agustí Segarra, es de la opinión de que reflejarse en Barcelona es un error. «Creo que no tienen que replicar un modelo que a veces es el que se ha puesto en la cabeza, de un área metropolitana a la barcelonesa del siglo XX, sino pensar en un área metropolitana del siglo XXI, que probablemente no reconoce unas estructuras políticas tan pesadas, sino una estructura blanda que mete encima de la mesa estrategias de futuro y mecanismos de cooperación y coordinación».

El «peligro» que detecta Segarra es, por ejemplo, la falta de transparencia con la ciudadanía, así como la inexistencia de debate respecto a los habitantes de los diferentes municipios. «El área metropolitana no puede ser un poder en la sombra y una institución donde los principales partidos políticos llegan a unos acuerdos. Ellos no tienen que rendir cuentas directamente a los ciudadanos, no pasan por las elecciones, sino que pasan a un segundo nivel, y eso no puede ser», recalca Segarra.

El nuevo ente metropolitano del Camp de Tarragona llena portadas, páginas y conferencias. A estas alturas, las incógnitas sobre su funcionamiento, gestión, gobernanza y financiación son una incógnita. Pero Segarra lo tiene claro: «Tenemos las veguerías, los consells comarcals, municipios, diputaciones, generalidad... En esta ingeniería institucional hay cosas que ya sobran», sentencia.

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