Trabajo y descanso según el papa Francisco
Arzobispo metropolitano de Tarragona y primado
La consideración del trabajo como un derecho y un deber arranca de la concepción de que el protagonismo lo tienen que tener las personas.
El papa Francisco ha expresado algunas ideas al respecto en la recepción que tuvo en el Vaticano, el pasado mes de abril, con una delegación sindical de Roma. Resumo algunas de sus afirmaciones.
«Persona y trabajo son dos palabras que pueden juntarse y han juntarse. Porque si pensamos y decimos trabajo sin decir persona, el trabajo acaba por convertirse en una cosa inhumana que, olvidándose de las personas, se olvida y se pierde a sí mismo. Pero si pensamos en la persona sin el trabajo decimos una cosa parcial, incompleta, porque la persona se realiza plenamente cuando se convierte en trabajador, en trabajadora; porque el individuo se convierte en persona cuando se abre a los otros, en la vida social, cuando florece en el trabajo. [...] Cada día, millones de personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros hijos, maniobrando equipos mecánicos, resolviendo asuntos en una oficina [...]. El trabajo es una forma de amor cívico, no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y saca adelante el mundo.»
Después de valorar la importancia del trabajo, el Papa observa la otra cara de la moneda: el descanso. También es necesario poder descansar y saberlo hacer. Poder hacerlo fue, en su momento, una conquista sindical, pero es una cosa que está arraigada en la naturaleza humana y prevista por Dios ya desde el Génesis. También hay que saberlo hacer, prescindir de llevarse el trabajo a casa si no es muy excepcional.
Lo dice con estas palabras: «No es pereza, es una necesidad humana. Cuando pregunto a un hombre, una mujer, que tiene dos, tres hijos: ¿Dígame, Usted juega con sus hijos? ¿Tiene este ocio»? «Es que, sabe, cuándo voy al trabajo, todavía duermen, y cuando vuelvo ya están en la cama.» Eso es inhumano. Por eso, junto con el trabajo, hay que tener la otra cultura. Porque la persona no es sólo trabajo; no trabajamos siempre y no siempre tenemos que trabajar.»
Hay circunstancias en que no se tiene que trabajar, en el sentido de obligación: en la infancia, en la enfermedad y en la ancianidad. Lamentablemente hay muchas personas que teniendo edad y salud adecuadas para trabajar, no encuentran empleo. Expreso mi reconocimiento a los que ofrecen puestos de trabajo a parados, a empresas de inserción, y a los que ayudan a superar la crisis que esta situación representa.