La Fiscalía quiere procesar al director de TV3. No es por tener un «infiltrado» en un programa, sino por su relación con eso que habréis oído alguna vez: le llaman independencia, secesión o algo así. Me he acojonado porque el Ministerio Público no es la APA de una guardería, así que hoy hablaré del Supremo, pero probablemente a partir de ahora me dedicaré a opinar sobre cómo viste Heidi. No sé cómo lo haré si lleva una falda amarilla. Soy fan de María Luisa Carrillo, la mujer que declaró ante Marchena como si estuviese tomando un café con una amiga en un bar. Fan, no sólo por lo que dijo, y lo dijo bien, sino por hacerlo con contundencia y naturalidad. No sé si molestó más el «yo soy una ciudadana libre» o que se indignase cuando explicó que le rompieron la pelvis. Marchy le rogaba que se tranquilizara, pero podría haber hecho un chiste «María Luisa, tómese una maría luisa». Ella dijo que estaba tranquila, pero indignada. Lo que pretendía la presidencia era que la mujer relatara que la tiraron al suelo como un saco, mientras cantaba aquella bonita canción de Jorge Sepúlveda: «Mirando al maaar… soñééé...» A la fiscal «permanente» le hubiese gustado. Acabada la declaración, Marchena dijo que se podía ir y ella soltó un: «Espere, que bebo agua». He estado en aquella sala y les aseguro que con el esfínter emocionado. Así que cuando vi que aquella mujer cogía de la cintura a Pilar, la agente judicial, y levantaba un papel mientras movía la cabeza para pedir quedarse de espectadora en el circo romano –ni señoría, ni ruego, ni p…- me di cuenta de que era la dueña del Tribunal Supremo.