El otro día me dijo en Maspujols una seguidora de mis Mandamientos que hablaba poco de Reus. Sí, era una Llauradó, todos se llaman igual en ese pueblo. Quizás escribo poco de Reus porque he conocido a Marc Just, el asesor del alcalde, y tiene pinta de que, si me pega un tortazo, me envía a Cambrils. Pero, ahora que estamos en campaña, quiero recordar un antiguo tema urbanístico. Sí, ya lo sé, soy un tocacojones. Podría haber hablado del vermut o de Casa Lozano Electrodomésticos, pero trataré del tema de las expropiaciones.
He saltado de la silla al ver una foto de Olivia Molet que muestra el centro comercial del Pallol. Detrás del solar donde se construirá un hotel de cuatro estrellas está lo que en los 90 era mi casa. Ahora no sé si es de Amancio Ortega o de Nestlé. Nada más verla me he acordado de la oficina del Mercado Municipal donde un funcionario dio a mi familia una bolsa de pipas y un adhesivo de Bola de Dragón a cambio de una casa de tres plantas. Y no me refiero a geranios. Pero aquella miseria estaba justificada, se tenía que hacer un equipamiento muy necesario para la ciudad: un centro comercial para vender zapatos y piruletas. Nos fuimos dejando un montón de recuerdos y unos vecinos que eran los dobles de los Soprano. Hace poco, paseando con un amigo por la plaza miré de reojo mi antigua casa y me emocioné. Parece que uno de los vecinos de aquel gran aparcamiento tuvo los cojones y el dinero suficientes para decirle al funcionario de la bolsa de pipas que volviese a su despacho y se las comiera él. Marc, comemos un día en el Rofes y me das ideas para escribir cosas de Reus? Pago, yo, aún tengo la bolsa de pipas.