Hay periodistas que tienen en su director de banco un amigo, porque son trabajadores, tienen un contrato fijo y un sueldo bajito pero seguro. Después estoy yo. Los freelancers/emprendedores, nos vemos obligados a ser cordiales con todo dios que tenga poder. Así que, por ejemplo, si me encuentro a la Floria, le digo que está muy guapa. Si veo a Santi Castellá me sale enseguida una sonrisa, pero, ahora que es senador, tengo en la mesilla de noche una estampita suya jurando ante Rafa Hernando, a quien le he puesto el mote de «el interruptor». También intercambiamos cordialidades con Pep Félix. Parece buena persona. Siempre intento darle jabón con todas mis fuerzas porque ya sabéis que Tarragona es pequeña y más vale que te llamen para trabajar en el Ajuntament que acabar como la Tabacalera, que todo son proyectos y no ves un duro.
Desde ayer tengo un problema: no conozco a Pau Ricomà. Me suena mucho su nombre así que he entrado en Facebook y veo que pone que trabajó en Caixa Tarragona. ¡Ostras! Espero que no sea el que me dio un crédito que no pagué. En su «muro» (el de Facebook, no el humano) leo una frase: «Pau y tú tenéis 152 amigos en común». ¡Hombre! ¡Si lo hubiese sabido! Si a mí me cae muy bien Hernan Pinedo. Pues te he pedido amistad en el Facebook, Ricomà. Ya le puedes dar al botón de aceptar, ya verás, soy un tío divertido: ¡Imagina un andaluz independentista!
A quien sí tengo hace años en Facebook es a Pellicer. ¡Enhorabuena, Carles! Oye, tendríamos que ir a comer un día al Rofes, Marc no me ha llamado. ¡Venga, hombre! Que te daré un Boli del Moi. Es una cuestión… ¿Cómo lo diría? De pelotas.