He cubierto informativamente unos cuantos juicios como periodista durante diez años para el Times. He oído informes de defensas que vosotros no creeríais. Pero, el otro día, oyendo al fiscal Cadena en su informe me he agujereado el tímpano con un bastoncillo de algodón. Pensaba que Rajoy era el rey en las definiciones retorcidas, pero sólo es el príncipe. Acabo de poner en su lugar, en el podio, al representante del Ministerio Fiscal que dice que el 23F fue un empujoncito a Gutiérrez Mellado. Los agujeros en el techo del Congreso los hizo un niño tirando flechas con un disfraz de Sioux y un arco de juguete.
Pero no nos distraigamos del tema principal: la excelencia a la hora de describir una actuación delictiva horrible. Reproduzco lo que dijo el acusados: : «...De tres de julio de 1994 nos dirá que cabe la autoría mediata detrás del autor inmediato, no la autoría mediata detrás del instrumento que no es autor, sino la autoría mediata detrás del autor inmediato. Y lo destaca para los supuestos en los que desde dirección principal y desde autoridad superior hay una superdirección del hecho, lo cual no impide que aunque existan autores materiales que realizan aquella actividad, deba ser considerado como co-autor, como autor mediato -perdón-, el que domina el instrumento que a su vez es autor, el autor mediato detrás del autor, no el autor mediato detrás del instrumento que no es autor».
Vaya, que Mariano Rajoy no le llega ni a la punta de la toga. Es una lástima que haya muerto Chicho Ibáñez Serrador, porque con ese discurso tendría para un buen guión de aquellas «Historias para no dormir».