Me ha parecido que aquella canción de Julio iglesias era una buena música para acompañar mi artículo de hoy. Ayer salí de casa esperando novedades en la ciudad, pero lo he visto todo igual. He paseado por la muralla pensando que ya estaría pintada de amarillo, pero no, estaba igual. Creía también que habrían nombrado a la consejera Vedrina para el departamento de inversiones, pero tampoco. He mirado si tenía alguna llamada perdida de Paul Newman, pero tampoco. Se ve que, aunque andaluz independentista y vecino de Tardà en Cornellà, tienen el mismo interés en mí que los del PSC.
Finalmente, nunca se sabe, ha ido a la calle que he pedido al Ajuntament que pongan a mi nombre. Paul, está detrás del Bauhaus, para cuando lo tengas que proponer en el plenario. Pero todavía no se llama «avenida del periodista Moisés Peñalver»… En Google Maps sale aún un soso «calle C». Siguen las ratas y todavía no hay un bazar chino, un bar Manolo, ni una oficina de la ANC.
Lo que sí que he visto es un operario de Movistar quitando el cable del teléfono que utilizaba Bonet para ordenar a la brigada que retirase los lazos amarillos de la muralla. Lo hacía los días impares del mes. Los pares eran los días que se colocaban. He llamado a Esquerra Republicana para ofrecerme como concejal de un pueblo pequeño. Ei, que Cultura ya me iría bien. También he preguntado si querían pactar con mi partido @RiemUnits, pero me han colgado. Quiero decir el teléfono. Me da pena no tener a Gregory Peck. Ya nos habíamos acostumbrado a verle en los actos con aquella planta de galán seductor y ese vozarrón de doblador. En fin, me voy cantando aquella canción de Iglesias: «… Al finaaal, las obras quedan las gentes se van…». «¡Y lo sabes!».