Siempre he envidiado a la gente de la radio. Resulta que hace 32 años que escribí mi primer artículo en el Times y no me conoce ni Dios, aunque he sacado exclusivas que provocarían diarrea. Buenafuente, Tutankamon Hurtado, Helena García Melero, Iñaki López, Laura Rosell... todos vienen de la radio y son populares mientras que yo soy como el Paco del Supremo.
Poned música de Mike Olfield. En los años 80 me dijeron que en Radio Reus buscaban a alguien. Recuerdo haber ido a la recepción de la emisora, delante de la Bodega la Parra, con la ilusión de poder estar ante un micro. Mi currículum acabó como los discos duros de Bárcenas. Por allí corrían Andreu, Pons, la Fabà, la Llussà, el Eduard Prats, el Peiso, la Griselda… gente que admiraba y envidiaba. Entre ellos había una chica, la Yolanda García, una voz serena y atractiva a la que nunca puse cara. Lo que sí recuerdo es que tonteé con una locutora de allí (Moriréis antes de saber quien era). Han pasado las décadas… y un día del 2016 coincidimos en una comida de periodistas Vintage. Me sorprendió que Jordi Folch me dijese que estaba enamorado de la Yolanda y que Jordi Cardona fuese feliz al verla. Me di cuenta de que Yolanda, aparte de ser la hija de Marconi, era también una mujer querida por todos. El otro día le dieron la Petxina Daurada del Co·legi de Periodistas. Nunca estuve más de acuerdo en un premio. Cuando la he visto la ha abrazado, por la excelencia o la profesionalidad, sino por su calidad personal, lo que yo denomino una «mujer de entidad». Pero no la envidio, envidio más a Tomàs Carot, que se ha jubilado el muy cab… allero.