Estoy asustado con eso de la ola de calor. Los que estamos gorditos nos cuesta muy poco sudar, y yo tengo un auténtico problema con eso. Me echaron de un gimnasio porque dejaba todas las máquinas como las cámaras del Cousteau. Ayer fui a la ceremonia de despedida de Josep Poblet y no sabía qué ponerme para que no se me notara el sudor. Me planté delante del espejo del armario comprado en Ikea de Tarragona. Ah, no, qué tonto! Empecé a probarme camisas que disimulasen el sudor para que Poblet i Tous no me viese manchado como un pobre. Si la ceremonia hubiese sido convocada por Poblet i Guarro, otro político de Montblanc, la cosa hubiese sido más fácil para mí. Descarté una camisa amarilla, y después una camisa azul y nueva que mi mujer había bordado con el nombre en rojo. Los de la Diputación fueron muy amables enviándome una invitación cariñosa del jefe donde me daba las gracias por mi colaboración a lo largo de sus años de servicio. He repasado mentalmente qué relación he tenido con él y he recordado que sí que hablé de él. Fue el primer artículo de los Manaments, el 1 de marzo del 2018, donde hablaba de alcaldes guapos. Creo que dije que si Ballesteros era una miss, Poblet tendría que ser dama de honor. No sufráis, no se enfadó, los políticos agradecen que se hable de ellos, aunque sea para decir que estarían bien con el vestido de Salomé en Eurovisión. Saludos, María Elisa. Pues sí, me cae bien Poblet. Es un tío simpático y «campechano». Será también porque amo Vila-seca y fui novio de la Solcina. ¡Osti! ¿He dicho «campechano»? Espero que no tenga un yerno en la cárcel.