Estoy hasta los epidídimos de los dúos Pimpinella de Sánchez e Iglesias, de los de Rufián y de los del JxCAT, de la derechita cobarde y la «derechaza» valiente y la madre que los parió a todos. Perdón, me voy calentando porque estoy oyendo a Simancas por La Sexta. ¿Que por qué veo La Sexta? También es verdad. Me podría dedicar a tejer una funda de lana para poner los huevos en invierno.
En casa cada día tenemos más cacharritos: des de la Alexa hasta las luces que cambian de color con la voz, de Xiaomi. También tengo el TIVO, un aparato que graba de la tele lo que le pasa por el disco duro sin avisar. No miro nunca lo que tengo allí almacenado. Hay desde un culebrón chino subtitulado en ruso, hasta un documental sobre el apareamiento de los caracoles en el altiplano boliviano en verano. Curiosamente, allí había un telediario del 2016. Y lo he puesto por curiosidad. Veo a Pedro Sánchez diciendo que Iglesias había dinamitado todos los puentes porque querían entrar en el Gobierno. Y eso no podía ser. No se podía permitir ver a Ken de la Barbie con un ministro al lado con aquellas pintas. Un hombre que viste con ropa del Carrefour de cinco euros, ¡Por Dios! Como a menudo con un amigo convergente que me dice que los de ERC son unos cabrones. Y voy a comer alguna vez con otro amigo izquierdoso que exterminaría a los convergentes. He de reconocer que yo, que soy más inocente que los presos políticos, pensaba que los partidos independentistas se querían. Pero lo entendí mal: no es que fuesen de la mano, es que llegaban a las manos. Creo que lo mejor que puede hacer todos es aparearse. Los Pimpinella en la Meseta y los de aquí en el altiplano de la Segarra. Eso sí, que lo hagan como los caracoles bolivianos, este verano.