Entro en el restaurante Entrecopes y una señora se levanta para pedirme que nos hagamos una foto. Unas horas después, en el Museo de Arte Moderno de Tarragona, una mujer me dice que se ríe mucho con este artículo. Parece que me he convertido en una especie de cómico, y he comenzado a darle vueltas a este encasillamiento. Ya no me llamarán más para hacer periodismo de investigación? Seré siempre un Miliki?
Se nota que te has hecho mayor cuando te gusta explicar batallitas. Si eso es verdad, no es que sea mayor, es que soy el sastre del emperador Augusto. ¿Necesitáis una túnica amarilla? En 2003, cuando estaba en la revista Play Boy (sí, amigos adolescentes, conozco el paraíso) recibí un sobre a mi nombre. La carta era de Pepe Colubi, un periodista asturiano que me pedía que hablase de un libro suyo. Él, a cambio, escribió una columna en el diario asturiano La Nueva España hablando de mí. Después de mucho llorarle a la mujer, por fin me ha concedido un deseo. No es lo que estáis pensando, guarros… quería tener Movistar + para ver al Buenafuente. Ahora, con el nuevo canal, veo al Colubi haciendo de humorista con chistes que pondrían rojo a Nacho Vidal. Coincidí con Xavier Graset en Andorra, él también tuvo una época de periodista cómico y ahora trabaja en un programa serio. Muchos recordareis al Buenafuente que hacía las crónicas del Reus Deportiu, o el Queco Novell presentando el Telediario de La 2. Entonces he pensado en los periodistas serios: Jiménez Losantos, Inda o Marhuenda. Todos son grandes periodistas de investigación… Y, ¿Saben qué? Viendo el panorama, haré lo que dijo Jesús: «dejad que las señoras se acerquen a mí» ¡ep! Para hacernos selfies y que halaguen mis chistes.